sábado, 26 de junio de 2021

COSAS IMPOSIBLES

 

COSAS IMPOSIBLES No podía esperarse  menos de  esta obra maestra del  realismo mágico de  la desolación en un país donde  la gran mayoría vive apenas, donde los viejos estorban, los jóvenes también y los  muertos siguen chingando. © Alebrije Producciones/ SHA/ Videocine 




COSAS IMPOSIBLES (México, 2019, Dir. Ernesto Contreras) Es estridente hasta lo esquizoide, y a la vez preciosa hasta lo sublime. Todo lo sublime que puede tener la locura humana-urbana en una mega ciudad que estalla de millones de habitantes pero al mismo tiempo de soledad… Es la suave caricia de una historia de tantas, pero que por ser tan común conecta de manera extraordinaria con un público que sorprendentemente en martes casi llenó la sala ―con el aforo prestablecido por las medidas de higiene pandémicas vigentes para la CDMX en semáforo quesque “verde”― y que aplaudió al final, después de haber sido abofeteada, ¡por supuesto! 

No podía esperarse menos de esta obra maestra de la desolación en un país donde la gran mayoría vive apenas, donde los viejos estorban, pero los jóvenes también. Ésos que jamás leen una revista (y de libros mejor ni hablamos), que tampoco van a una sala de cine, a un museo o a comprar trapitos posh de moda, ésos que van por la vida sin saber nunca cuál es el color de la temporada… de los que tampoco se subirán a un avión que no sea de feria. Porque las desigualdades sociales y económicas en México son insultantes… gracias a los gobiernos obscenamente deshonestos, corruptos y logrones de la ya célebre dictadura casi centenaria de los partidos supuestamente revolucionarios y luego de los panaderos, ¡horror…!


Pero bueno, así las cosas. Si Lizt Arzubide (leed su poema Ciudad Número 1) hubiera escrito un argumento de cine hubiera sido éste; si a Vittorio de Sica le hubieran propuesto dirigir esta película o Ladrón de bicicletas (Italia, 1948) seguramente   se hubiera quedado con esta producción filmada en la unidad habitacional Aguamiel de Iztacalco, que bien pudiera haber sido también otra cualquiera como Tlatelolco, los Kennedy o la Independencia en la CDMX, u otros  palomares de Roma, Miami Beach o por allí (como el que se acaba de derrumbar) o hasta de Hong Kong; porque la ansiedad y la desesperación permea en el mundo entero, y quien diga que no, miente… Todos sabemos que en súper Suecia, la bella y perfecta nación, o en Japón, los suicidios van in crescendo año con año. Si el "Prozac" no puede con la depresión mucho menos el consumismo exacerbado y patológico: “¡Compre/ lleve/ luzca/ ‘Un diamond es para siempre’, ‘Si se sube a su Meche Benz los dejará a todos muertos de envidia’ y así… Sólo cositas simples. Sin embargo, las Cosas imposibles, con un soundtrack inusitado y casi “imposible” también,  es Neorrealismo italiano puro, pero eso sí, muy muy harto a la mexicana. Aunque la miseria humana está en todos lados, no importa si se la disfraza de éxito, o del glittering glamour que camina en zapatos de diseñador (como diría Margo Glantz) y compra marcas chic para ir de bling-bling, como en Beverly Hills o en la avenida Masaryk de la CDMX.

La era del vacío nos invade, irremisiblemente, ¿pero qué creen…? Para semejante problema están la música el cine, esta puesta en pantalla: una joya verdaderamente deslumbrante que no es un gran remedio, pero que nos sirve de catarsis colectiva. Una absoluta maravilla.

La protagonista “Matilde”, es Nora Velázquez, la archifamosa “Chabelita” de “¡Ay padre!, ¿pues usted qué entendió…?”, cuya mirada irónica y maliciosa en el confesionario la posicionó como uno de los personajes más icónicos de la tele. Esta actriz es lo más en un gran papel que la verdad pareciera escrito para ella. El “Miguel”, un chavi-chacalito banda bien “macizo” es Benny Emmanuel, una nueva promesa del cine cuyo rostro es mega fotogénico y ya hasta está “arielado” previamente; él, lógicamente “hace lo suyo” y es tan fresco e imprescindible como el coprotagónico que construye a la perfección. “Matilde” y “Miguel” no podrían ser más opuestos en la vida, pero en medio de semejantes antípodas se encuentra “Eugenia” (Luisa Huertas, la siempre excelsa), quien sirve de catalizador para que el conflicto tome forma y se precipite a esta montaña rusa de emociones de realismo mágico entre simpatiquísimo y espeluznante a la vez. No podemos dejar de mencionar al villano “Porfirio” (el espléndido Salvador Garcini) que es la fuente directa de todo el mal; un potente Mefistófeles que para qué les cuento…

Otra vez el cineasta nos entrega una película única. Si la belleza bucólica, poética e inspiradora de Soñar en otro idioma (E. Contreras, 2017) nos transportó a la jungla, Cosas imposibles nos pone ahora en medio de la jungla de asfalto, mucho más cruel y peligrosa, de una de las metrópolis más enormes y fascinantes del orbe. No pueden perdérsela.

¡Corte y queda…!

MarcH de Malcriado

No hay comentarios:

Publicar un comentario