viernes, 6 de junio de 2014

¿DEL DIABLO EN EL CUERPO...?

Esta película  no ha perdido un ápice de frescura y originalidad. Actualmente se encuentra remasterizada en la más reciente plataforma digital.



GENTLEMEN PREFER BLONDES (Los caballeros las prefieren rubias). EU, 1953. Dir. Howard Hawks. En la mitología alemana la Lorelei es una rubia sirena, hermosa y muy peligrosa que vive acechando a los marinos desde su acantilado a orillas del río Rhin, donde la corriente es más fuerte y angosto su caudal. Ella atrae con su hermosura y su canto seductor a los hombres para que hipnotizados mueran ahogados o despeñados al querer ir en pos de ella. Esa es la alegoría utilizada para presentar en esta película a una engatusadora y cazafortunas, aparentemente sin escrúpulos, cuyo único objetivo en la vida es casarse con un hombre que la cubra de riquezas.

Semejante personaje fue asignado a la más novedosa y explosiva rubia que tenía la 20th Century-Fox por aquella época, Marilyn Monroe. Aunque ella estaba en su nómina desde 1946, con algunas interrupciones.

Fade-in. Sin previo aviso un par de bellezas abre el telón para cantar “A Little Girl from Little Rock” en Technicolor. El personaje de la rubia dorada, boba y fatídica fue recreado por Miss Monroe con tal perfección, que la gente hasta la fecha cree que ella no está actuando, sino que está siendo ella misma; la inculta blonda idiota que todos creían que era.



Dos infortunadas  chicas provenientes de un pueblillo agradecen al tonto que las engañó el haber sido la causa de tener que abandonar para siempre su natal Little Rock.


Como contraparte en esta historia, basada en la novela de Anita Loos del mismo nombre y que también ya había sido un gran éxito en Broadway, está la despampanante morena Dorothy (Jane Russell), amiga y compañera de Lorelei en el mundo del espectáculo cabaretil en que trabajan.

Lorelei Lee (MM) es la prometida del heredero millonario, y ligeramente retrasado mental, Gus Esmond (Tommy Noonan) que la manda a Europa tan sólo para que se compre el ajuar para la boda. Por supuesto que su inseparable Dorothy la acompaña.

Desde que abordan el transatlántico crean una conmoción, porque ambas son guapísimas. Pero lo que no saben es que el detective Malone (Elliot Reid) también aborda el barco para vigilar muy de cerca a la rubia, considerada, por supuesto, como la mujer más zorra y embaucadora desde Mata Hari. Él buscará cualquier indicio o evidencia de conducta impropia o delictiva para presentarla como prueba para evitar la boda, como pretende el  desconfiado y sobreprotector 
padre del novio tontito. 



Lorelei le agradece a Gus la carta de crédito que le  entrega para que compre todo lo que  quiera en París. Ella lo besa agradecida y le pide "que le escriba esa clase de cartas todos los días".


Dorothy es el puente que lleva a Lorelei, así que el detective Malone la corteja y como a ella las riquezas la tienen sin cuidado los bonos de cada uno suben ante los ojos del otro.

Para entonces Lorelei conoce a Sir Francis Beekman (Charles Coburn), el magnate de las minas de diamantes. Ella, haciendo uso de todos sus artilugios logra que el viejo embobado le obsequie a escondidas una tiara de diamantes, pero que desafortunadamente le pertenece a la esposa.

Al llegar al hotel en París, después de haberse gastado una fortuna en ropa, cosméticos y perfumes, se enteran de que Lorelei está acusada de robo por Lady Beekman (Norma Varden), la legítima dueña de la famosa tiara.

Sin un céntimo y ya sin el apoyo económico de su prometido las pobres chicas tienen que quedarse en “La Ciudad Luz” a trabajar. Entonces regresan a lo suyo, ser vedettes  de variedades de cabaret. La desconsolada güera canta “Diamonds are a Girl’s Best Friends”, un simpático y espléndido número musical muy a la parisien, que marcó toda una era y que sigue siendo interpretado, y reinterpretado, por las más grandes figuras del espectáculo como Madonna, Kyle Minogue, etc.



Lorelei interpreta el mítico número "Los diamantes son los mejores amigos de una chica".


Lorelei finalmente es convencida de devolver la costosa joya, pero penosamente se da cuenta que ésta ha desaparecido. Dorothy, siempre leal, la suplanta en la corte mientras el detective se afana en encontrar la tiara, pues descubre que Lorelei efectivamente no la ha robado, pero a ella sí se la han robado y puede que él sepa quién.

En la penúltima secuencia de la película, Lorelei le explica a su futuro suegro las razones de su debilidad por la riqueza… El final es glorioso.

Hawks dirige una magnífica comedia musical cuya frescura permanece intacta hasta nuestros días. Jane Russell ya era todo un símbolo sexy de buen tamaño, pues desde The Outlaw (Howard Hugues, 1943**) su talento histriónico, su busto, claro, y su hermoso rostro y gran figura, la catapultaron al cielo fílmico.

Por otro lado, Miss Monroe, apenas con 7 años en el cine, increíblemente seguía siendo una "estrella en ascenso", a pesar de tener ya casi 20 películas filmadas. Sin embargo, les puedo asegurar que sin ser su primer protagónico, Los caballeros las prefieren rubias fue el vehículo idóneo que le confirió definitivamente su condición de gran figura cinematográfica. 


Marilyn Monroe encarnó a la sirena que de peligrosa no tenía nada. Además la exuberante rubia, a pesar de todas las apariencias, era lo más inocente que jamás se había visto en pantalla; y por si fuera poco podía ejecutar las coreografías con sincronía y gracia desbordantes. El despótico jefe de la Fox, Darryl Zanuck, no creía que fuera ella misma la que cantaba en el soundtrack. Como le caía mal y la despreciaba tan acendradamente, en 7 años a esa popular actriz le habían dado únicamente un sueldo miserable, casi puros papeles de “relleno” y apenas 2 protagónicos previos: Don’t Bother to Knock o Niebla en el alma (Roy Baker, 1952***) y Niagara o Torrente pasional (Jean Negulesco, 1953***), en las que para variar estaba magnífica. Pero en 1953, el público ya adoraba a Marilyn y la aclamaba como un nuevo símbolo del sexo de gran categoría. Por esas fechas también aparecería el primer número de la revista del conejito con Marilyn en la portada y en el increíble póster doble llamado centerfold o playmate. A partir de allí MM, la otrora “Chica ¡Mmmmh...!”, la muñeca decorativa, se convertiría en una de las 10 estrellas más fulgurantes de la década de 1950 y de todos los tiempos.

Debido al éxito de esta película se les otorgó a la Monroe y a Jane Russell el estatus de estrellas consagradas al pedirles que plasmaran sus huellas en el cemento fresco del Teatro Chino de Hollywood.

Monroe y Russell plasmando sus huellas en el Teatro Chino de Grauman en Hollywood.



He visto la cinta unas 15 veces. Desde proyecciones en grandes pantallas de cine, como la sala Fernando de Fuentes en la antigua Cineteca Nacional de los Estudios Churubusco de la Ciudad de México o en algunos mini cineclubes aquí y allá. También en la tele; después en cinta VHS, en DVD y ahora en pantalla HD desde el Blu-ray Disc, donde lo mal hecho se magnifica, pero lo bien hecho también.


En el Blu-ray Disc lo mal hecho se magnifica, pero lo bien hecho también. Allí se  pueden ver detalles que no había visto ni en el cine.


Todo en Los caballeros las prefieren rubias me sigue asombrando, todo. Pero todavía más la magia y el encanto de la actriz total que fue la imperecedera Marilyn Monroe, la rubia que seguimos prefiriendo. ¡Qué bárbara…! Fade-out. ***

Comedia musical. Fotografía en Technicolor de Harry J. Wild. 85 minutos.

March de Malcriado

  

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