viernes, 18 de diciembre de 2020

RETRATO DE UN MUJER EN LLAMAS

 

RETRATO DE UNA MUJER EN LLAMAS Una artista se hará pasar por una discreta dama de compañía. A través de una aguda observación plasmará en un cuadro la personalidad de una caprichosa rubia, a escondidas y en la noche, para lograr casarla a insistencia de su madre cuando esta logre mandarle  el cuadro a un  hombre en  ultramar . © Lilies Films / Mozinet



RETRATO DE UNA MUJER EN LLAMAS (PORTRAIT DE LA JEUNE FILLE EN FEU

Francia, 2019, Dir. Céline Sciama. La exhibición y la promoción de la belleza femenina es una constante a lo largo de la historia, en todas sus manifestaciones. Hoy en día, la Internet con sus redes sociales: Instagram, Facebook, el Tik Tok, las aplicaciones de encuentros amorosos y lo que se acumule esta semana, hacen de esta aventura algo mucho más versátil y dinámico. Sin embargo, el misterio siempre termina con la materialización del sueño del eterno femenino para poseerlo. Las jóvenes aristócratas europeas desde siempre eran pintadas al óleo para mandar sus retratos a los hombres interesados en casarse con la más bonita, con la más prometedora. Así, Marianne (Noémie Merlant), es traída del continente para retratar a Héloïse (Adèle Haenel). Una vez terminado, la madre mandará el cuadro de su hija a un rico industrial de Milán con la esperanza de que pueda hacer un buen matrimonio digno de su estatus socioeconómico, igual que como le pasó a ella. Pero el asunto se complica mucho porque Héloïse no quiere ser retratada, ya que no se quiere casar por razones diversas. El cuadro tendrá que realizarse sin que ella se dé cuenta. La tensión va en aumento porque en varias ocasiones la creadora estará a punto de ser descubierta… 

La artista no  se  presenta a  Héloïse como tal; se tendrá que hacer pasar por una dama de compañía que a través de una acuiciosa observación podrá plasmar la belleza y  la personalidad de la caprichosa rubia,  pero  pintándola de  memoria a escondidas y en la noche. 

Pronto el hielo inicial se romperá entre  las  2  jóvenes y terminarán siendo amigas, las mejores. Pues Marianne es una talentosa mujer de algo de mundo que le abrirá las puertas de ciertos conocimientos,  además de  algunas áreas de su personalidad a la introspectiva y retraída ex novicia, cuya visión del mundo es lastimosamente confusa y limitada debido al encierro en  un  convento para  seguir su vocación religiosa. 

Casi todas las secuencias están fotografíadas por Claire Mathon como si se trataran de un cuadro interminable que muestra el virtuosismo imagológico de una directora que eleva esta producción a terrenos poco vistos antes, pero que son la alegoría perfecta de una historia de amor tan avasallante como imposible. El final es apoteósico e inolvidable. 

¡Corte y queda…! 

MarcH de Malcriado

martes, 8 de diciembre de 2020

NUEVO ORDEN

 

NUEVO ORDEN Una singular obra artística y dialéctica que conlleva una profunda postura ideológica que horroriza o fascina, según sean la idiosincrasia y los ojos de quienes la vean. © The Match Factory/ Teorema/ Les Films d’Ici/ Videocine 


NUEVO ORDEN (México, Francia, 2020. Dir. Michel Franco) Electrizante, catártica y absolutamente incómoda; ésta es la nueva Los olvidados (Luis Buñuel, 1949) ―pero recargada y al revés―, que hace 70 años levantó tanta ámpula, por cruda y controversial, en aquel México ingenuo y provinciano, que había sido multi retratado en la “Época de Oro” como si fuera un  oasis de ensueño mítico y folclórico que nunca existió. Sin embargo, la realidad urbana, que se acercó muchísimo a la realidad, y que desde siempre ha sido muy difícil de procesar, no tiene peros. Tan sólo recordad Distinto amanecer (Julio Bracho, 1943) o Una familia de tantas (Alejandro Galindo,1949). Esta dolorosa realidad nacional, que ahora el enorme Franco (que la escribió, la adaptó, la produjo, la dirigió y al editó, claro) este año nos presenta a colores, con sonido estereofónico y con una factura técnica y artística perfecta en  una producción catedralicia, no habla más que del grandísimo abismo  social y  del talento que existe en nuestro país para mostrársela no  solamente a México,  sino al mundo entero.

Muchas veces preferimos ir a ver películas de Jólibutt que son la mar de divertidas, pero que olvidamos a los 10 minutos de haberlas visto; porque son neoespectáculos opiáceos y absolutamente estúpidos. Por  citar  un  ejemplo: Hace un año me dormí en Pokémon: Detective Picachu (Rob Letterman, 2019), que no pudo salvar ni la  presencia de Ryan Reynolds. Esta súper película, Nuevo  orden,  no es apta para el público que va a ver filmes como Los Vengadores, las sagas de Star Wars, El club de los idealistas o Coco

Nuevo orden escuece la piel, provoca quemaduras de 2° grado y una profunda melancolía que al final se vuelve depresión. Es como ver un filme del neorrealismo italiano, pero todavía más atrevida, más terrible, porque no es allá en la Italia de la posguerra, transcurre en un México peligrosamente actual. Lo  que  le  pasa  a la  única ultra bella y  buena de  la  película, papel a  cargo  de  Naian González Norvind, no  tiene parangón  desde lo  que  le  pasaba a los  personajes de María  Rojo  en  las  películas  de Jaime Humberto Hermosillo. 

Al  salir de la sala de cine caminamos por El Paseo de la Reforma, y queda  uno  deslumbrado de tanta luz solar, de tantas flores de cempasúchil, de música, de la alegría de las calaveras monumentales, de los puestos de chácharas y garnachas (la vimos el 22 de octubre, el día que se estrenó,  antes del Día  de  Muertos), y de  ver a los niños jugando.  Al observar todo eso, no se puede más que esbozar una sonrisa y dar gracias porque vivimos en  paz; porque no somos una dictadura militar, y aunque muchos digan que vamos al precipicio sociopolítico, y que esto y que aquello, la hemos librado. Somos más los que estamos del lado de la ley, de la justicia y de la bondad. 

Películas de denuncia como ésta son una advertencia. Todavía estamos a tiempo de no volvernos un país de puros delincuentes cósmicos pues hay gente, y mucha, que todavía es capaz de tenderle las manos a su prójimo ―si volviera a haber un terremoto seguramente lo volveríamos a constatar―. 

Para sorpresa de muchos y envidia de otros tantos, Nuevo orden es tan grandiosa que ya fue premiada en Estocolmo. En el Festival de Venecia le otorgaron a Franco el Leoncino de Oro por Mejor Dirección y el largometraje, a su vez, obtuvo el León de Plata del “Gran Jurado”, y vaya que allá no se andan con tonterías, ridiculeces ni críticas impresionistas. Que hubo muchísimas aquí  en  nuestro  país nada más porque vieron el tráiler y se asustaron sin ver la polémica película… no si les digo. 

Las películas de Michel Franco no son divertimentos, allí están Daniel y Ana (México, 2010) y Después de Lucía (México, 2012), entre otras varias. Son obras muy fuertes que sacuden la consciencia, pero no por ello son menos interesantes y de excelente factura técnica. Con esta última entrega del  maestro me tardé mucho tiempo en reflexionar y poner en orden el alud de ideas, fascinación y temores que esta película de autor me provocó. No se la puede describir, hay por allí ya abundantes reseñas (que es contar de qué va la historia), eso es muy fácil y aquí no lo hice esta vez. Mejor vayan a verla y comprobarán, que les guste o no, no les será posible olvidarla… ¡nunca…! 

¡Corte y queda…! 

MarcH de Malcriado