viernes, 12 de agosto de 2022

 

LA GRAN LIBERTAD Un verdadero canto libertario para la comunidad LGBTQ+ en una película que todos deberían ver.
© Freibeuter Film / Rohfilm



LA GRAN LIBERTAD / GROẞE FREIHEIT 

(Alemania y Austria, 2021, Dir. Sebastian Meise).

El movimiento expresionista se refiere más que nada a lo “emocional” a través de múltiples simbolismos sin tomar muy en cuenta la realidad. Los alemanes tienen una cinematografía de primera, pues desde el llamado cine expresionista alemán como El gabinete del Dr. Caligari (Robert Wiene 1920), el de Murnau con Nosferatu (1922) y también el del austriaco Fritz Lang que realizó en Alemania Metropolis (1927). Todos ellos dejaron patente que esa raza se toma muy en serio la tecnología, la filosofía y por supuesto el arte. Esta pequeña introducción sirva para contextualizar un poco la seriedad y la profundidad conferida por los cineastas al muy respetado cine alemán o hablado en alemán. Algún día escribiré reseñas sobre algunas películas más actuales, como las  del fenomenal director Fassbinder, uno de mis grandes favoritos de todos los tiempos.
 
Debo aclarar que los austriacos hablan alemán, y me parece que al compartir el mismo idioma comparten también mucho de su idiosincracia y su cosmogonía, al igual que los suizos de la parte alemana. Lo menciono porque el director Meise es austriaco y el protagonista también. Después de todo, la puesta en pantalla es una coproducción entre ambos países vecinos. 

La primera película de temática homosexual que vi en la vida fue Die Konsequenz, La consecuencia (Wolfgang Petersen, 1977), un filme bastante  crudo pero extraordinario, cuyos protagonistas se encuentran en reclusión y por consiguiente la expresión de la sexualidad está prohibida, cuantimás si esta es “rarita” o más bien “diversa” como se le llamaría hoy en día.

Con sus obvias diferencias,  La gran libertad se parece temáticamente a La consecuencia, pues ambas tratan de reclusos que se ven forzados a convivir. 

Son tiempos de postguerra y Alemania ha perdido. Un día el judío Hanz Hoffman (Franz Rogowski) que se ha salvado de algún campo de concentración, acaba de ser atrapado por la policía y condenado a 18 meses de prisión por “pervertido”. Su cédula de identificación dice que su condena se debe a que transgredió el párrafo 175 del código penal que castiga los actos homosexuales; es apenas 1945. Muy pronto Viktor (Georg Friedrich) su rudo y homofóbico compañero de crujía se entera y se arma la tremolina… que no para ―con diferentes intensidades― hasta los créditos finales.

Emotiva, sórdida y sofocante, es únicamente hasta los brillantes colores y la romántica L’amor, l’amour (en la voz atercipelada de Marcel Mouloudji) de la penúltima secuencia en que todo cobra sentido y desaparece el vacío.

La factura técnica es excelsa y sus actores tienen un talento indescriptible. Su protagonista (Rogowski) se llevó el premio al Mejor Actor en el Festival de Sevilla, al igual que la película misma. En Cannes el jurado le otorgó el premio especial correspondiente a la sección "Un Certain Regard".

Si se tiene sentido de observación y paciencia resultaría que tal vez no sea una película tan compleja y solamente para iniciados, pues es un filme absolutamente humanista que todos deberían ver.

No sólo de Hollywood vive el hombre.

¡Corte y queda…!

MarcH de Malcriado