sábado, 24 de octubre de 2015

¡AY, MECATE NO TE VAYAS A REVENTAR…!

El hombre  más  intrépido  del  mundo camina sobre  la  cuerda floja como  si  el  vacío no  existiera.  Foto: ©  Tristar Pictures



THE WALK (En la cuerda floja). EUA, 2015. Dir. Robert Zemeckis. Érase que se era un joven que quiso ser funámbulo, acróbata que camina sobre una cuerda, así que se dispuso a aprehender todo sobre este circense oficio. Y aunque muchos lo hacen a diario, alrededor del mundo. La diferencia es que él lleva la pasión por el peligro en la sangre y  no  lo puede  evitar. 

Con todo el pesar de sus padres, Philippe Petit (Joseph Gordon-Levitt) se  va a París a caminar sobre cuerdas. Muy pronto puede vivir de éso. Se enamora de una cantante callejera y ambos comparten la vida y el amor. Un día Philippe descubre que en el otro lado del Atlántico se están terminando  las torres más altas del mundo y surge en él un raro deseo: caminar entre ellas.

Se oye fantástico. Lo es. Ir a Nueva York y planear cómo hacer realidad su sueño.

Con una espléndida toma del Lower Manhattan, desde la Estatua de la Libertad, Petite comienza a narrarnos su historia. Es 1974. La trama no es ninguna sorpresa, pues desde el principio sabemos que va a lograrlo. Fue una noticia mundial de la que todavía muchos nos acordamos, si tenemos la suerte de ser personas mayores. 


Caminar sobre la cuerda floja es una metáfora perfecta de la vida, un paso en falso, una pérdida de equilibrio y la caída en el abismo será inevitable. Foto: ©  Tristar Pictures


La magia de la película es que aunque sabemos que las infortunadas torres más famosas y  reseñadas ya no están, las vemos como si todavía estuvieran y ésto es lo maravilloso. Son el personaje central. 

A los neoyorquinos de entonces las torres gemelas no les gustaban, pues rompían con el perfil de la isla, les parecían como muy sin chiste, demasiado cuadradas. A  la  postre, y como la mismísima Torre Eiffel, que también los parisinos repudiaron al principio —allá a finales del siglo XIX—, esos  rascacielos se convirtieron en el último símbolo de "Niuyook", como lo pronuncian ellos… ¡Gran homenaje…!

Quienes conocen a Joseph Gordon-Levitt, quien por cierto habla francés, saben que es unos de los mejores actores del cine norteamericano. Su talento es indiscutible.

Zemeckis: Cineasta, guionista y productor de muchas cintas de gran éxito: la trilogía de Regreso al futuro (1985, 1989 y 1990), ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (1988)**, Forrest Gump (1994)***, Contact (1997)** y Flight (2012)* tan sólo por mencionar las más memorables,  produce y es coautor del guión, así que su dirección es digna de elogio. 

Aunque ésta es una biopic, no parece tal. Los Fx, parecen no exisitir, pero revivir las torres con semejante maestría,  y en  3D, ya es muy atractivo.  Ahora,   agréguese que  todo está  basado  en  un hecho  real, la magnífica fotografía, un soundtrack que no distrae y los excelentes actores de soporte, entre los que está Ben Kingsley (caravana), y se tendrá un divertimento de primera categoría. Es emocionantísima y tan espectacular como las torres mismas.***

March de Malcriado

martes, 13 de octubre de 2015

DE QUE A CABALLO DADO NO SE LE VE COLMILLO

¿Qué hacer cuando se quiere tener una de las pinturas más  famosas y caras del mundo…? 


THE WOMAN IN GOLD (La dama de oro). EUA, GB, Aus., 2015. Dir. Simon Curtis. La dulce viuda Maria Altmann (Helen Mirren), de Los Ángeles, desea comprar una nueva máquina lavaplatos, pero no tiene dinero. Bien sabe que con las ventas de su pequeña boutique no le alcanzará. Un buen día se le ocurre que se va a poner con Sansón a las patadas, pues desea que el museo del Palacio del Belvedere de Viena le regrese la pintura más fabulosa de su colección, "The Woman in Gold" de Gustav Klimt, que le perteneció a sus antepasados austríacos. De entrada, la propuesta puede considerarse descabellada, pues es como si un descendiente de Leonardo Da Vinci le reclamara al Museo del Louvre la Mona Lisa...

Todo comienza en 1908, cuando Klimt aplica hojas de oro a su cuadro más celebrado; inaugura así su resplandeciente época dorada. El retrato es de Fraülein Adele Bloch-Bauer, una dama de lánguida mirada, belleza extraordinaria y gargantilla de brillantes; que resulta ser la tía favorita de la protagonista. 

La  señora Altmann contrata los servicios del joven e incipiente abogado Randol Schoenberg (Ryan Reynolds),  quien atraviesa por grandes penurias económicas, pues su esposa espera la llegada de su segundo bebé. Él al  principio  está muy  renuente, pero cuando se entera del valor de la famosa pintura le brillan los ojos y no duda en aceptar el caso de inmediato.  Busca entonces  el apoyo económico del bufete presidido por el abogado, y viejo lobo de mar, Sherman (el glorioso Charles Dance). Pronto hacen maletas y aterrizan en la otrora capital del Imperio Austrohúngaro.




La  señora  Altmann (Mirren) y  su  abogado, Randy Schoenberg (Reynolds), con la famosa  pintura  de  Klimt exhibida  en  el  Belvedere  de  Viena. Foto: © Origin  Pictures

Una vez en la ciudad imperial, literalmente, lo más brutal son las secuencias en flash-back que rememoran fragmentariamente lo que vivió Mrs. Altmann en aquella esplendorosa Viena de su niñez, y después, ya jovencita, cuando llegaron los nazis —porque Austria fue anexada a Alemania en 1938—, vitoreados y bajo una lluvia de flores… irónicamente.

¡Qué  gran esplendor;  qué terrible tragedia...!

La Mirren, como siempre, da cátedra de actuación; tan sólo recordad The Queen (Stephen Frears, 2006)***; que le dió un merecidísimo Óscar.

Reynolds está muy bien, así como el resto del reparto. El soundtrack es muy discreto, pero elegante. La fotografía es bastante mesurada. Realmente disfrutable. **

March de Malcriado

jueves, 8 de octubre de 2015

DE ¿QUÉ TANTO VALE UNA VIDA HUMANA? (O, ¡SÁQUENME DE AQUÍ...!!!)



Ser  un viajero  espacial  puede sonar, y de  hecho lo es,  fantástico,  pero  también  puede acarrear problemas totalmente  "fuera  de  este  mundo". Foto: © 20th Century Fox.



THE MARTIAN (Misión rescate). EEUU, 2015. Dir. Ridley Scott ¿Qué pasaría si alguien es abandonado en un planeta extraño, inhóspito y a 60 millones de kilómetros cuando está más cerca de la Tierra, según el momento de su movimiento de traslación? Aunque en  uno de  los afiches  publicitarios dice  que la  ayuda  está a  sólo 140 millones de millas  de  distancia.  ¡Ah,  los publicistas...!  

En  el  que  vivimos es el  tercer  planeta. Pero en el cuarto planeta, el único  rojo de nuestro sistema solar,   hay una delgada atmósfera de puro bióxido de carbono. No hay agua, por consiguiente no hay vida. Únicamente hay luz del Sol, temperaturas extremas, arena, cráteres y montañas rocosas de inconmensurable belleza. El día es muy similar al terrestre, pues dura 24h 37min. 


El reconocidísimo Ridley Scott, director de Alien: el octavo pasajero (1979)*** y Blade Runner (1982)****, nada menos, nos muestra la aventura de un astronauta dejado por su tripulación —debido a un funesto error, claro está—, en una misión de la NASA a Marte. Los avatares para la  supervivencia no son menores. Primero está la sensación de abandono y soledad, después la gran problemática de la conservación y aprovechamiento al máximo de los recursos disponibles en un entorno donde no es posible conseguir más: oxígeno, agua, provisiones y alimentos.


El ser  humano  necesita  vivir  en  sociedad.  ¿Qué  se  hace  cuando  todos  están a cientos  de  millones  de  kilómetros  de  distancia,  allá  en  la  tierra? Foto: © 20th Century Fox.


El instinto  de  conservación aquí  consiste en que el miedo de morir es mucho menos fuerte que el deseo de vivir y de solucionar problemas. Nos queda muy claro que definitivamente ayuda muchísimo tener  una mente asertiva y  ser un científico, Mark Watney (Matt Damon) la  tiene  y lo es; además de haber recibido el riguroso entrenamiento para ser un astronauta certificado por la National Air and Space Agency.  En  semejante  situación una persona común y corriente perecería nada más del puro susto. 

El hombre es un ser gregario, no puede, ni quiere, vivir aislado de los demás. Por supuesto que el ingenioso Watney tratará por todos los medios a su alcance de avisar a Houston que han cometido un error, y que tienen que ir a rescatarlo, por favor…

Mientras tanto y muy a su pesar, el soundtrack lo acompañará en sus cotidianos esfuerzos. Así, el clímax de la película llega al ritmo de aquella versión de Starman a cargo de David Bowie: “There’s a starman waiting in the sky. He’d like to come and meet us…”. Nada más idóneo.

La  cinta cuenta con  buenos Fx (recordad  el hermoso "ballet espacial",  si  la  ven  lo sabrán), efectivos pero no  apabullantes como ahora  se  estila. La cinematografía y el ritmo son excelentes, pues aunque dura 142 minutos no se da uno cuenta. Yo la ví en una sala con sonido Xtreme y en 3D, lo que aumenta mucho el divertimento. Damon está genial. Miss Jessica Chastain siempre nos ofrece actuaciones impecables, y aunque su papel 
como la comandante Lewis no es muy extenso, sí que es crucial para el desarrollo de la trama, pues en ella recae, finalmente, la toma de decisiones que harán la diferencia entre la vida o la muerte.


La siempre fabulosa Jessica  Chastain como la comandante Melissa Lewis.  Ella es quien decide: ¿Vida  o  muerte? Foto: © 20th Century Fox.


Esta película es un must para los fans de Ridley Scott. Ciencia ficción de primera factura que nos emociona porque nos atañe, como parte de esta raza cósmica que somos, ineludiblemente. ***

March de Malcriado