miércoles, 28 de noviembre de 2018

BOHEMIAN RHAPSODY

Bohemian  Rhapsody, "La  audacia  vive  para  siempre". Un  homenaje  a su  majestad Freddie  Mercury.  © GK Films/ TriBeCa Productions/ 20th Century Fox


BOHEMIAN RHAPSODY (GB, 2018, Dir. Bryan Singer). Siempre es grato escuchar nuestra música favorita, pero cuando el vehículo es una película que nos muestra ídolos más grandes que la vida, el gozo es doble, o quíntuple… Volver a ver a cualquier artista −en este caso claro, nada menos que a Freddie Mercury−, en una rápida y ligera disección, desde sus orígenes hasta las  apoteosis sobre los escenarios es muy emocionante. Si además el personaje ya está muerto, es muy recordado e inclusive muy querido, pues se tiene un éxito de taquilla.

Tan sólo hemos de recordar The Eddy Duchin Story / Melodía inmortal (George Sidney, 1956)**, The Doors (Oliver Stone, 1991)***, La Môme / La vida en rosa (Olivier Dahan, 2007)*** sobre Édith Piaf, o más recientemente la encantadora Jersey Boys (Clint Eastwood, 2014)***. Todas ellas ejemplos muy diversos de biopics musicales que nos llevan a la nostalgia total.



El experimentado  actor de ascendencia  egipcia,  Rami  Malek,  logra  una excelente  interpretación del  que  tal  vez  sea  el  cantante  de  rock  más  notable  de la  historia:  Freddie  Mercury.  


La figura de un dios de rock, como Mercury, ameritaba un actor que pudiera calzar sus zapatos. Así el  papel lo  interpreta 
Rami Malek, nacido en Los Ángeles en 1981 (tiene 37 años),  que   se le parece mucho; tiene un físico casi tan exótico como el cantante porque es de origen egipcio. Dadas sus notorias dotes histriónicas y muy bien dirigido, a los 2 minutos de iniciada  la  proyección uno olvida la realidad y se ubica perfectamente dentro de la acción. Ésa es la magia del cine. Algunos han mencionado que Malek está sobreactuado, y es cierto,  por  supuesto. Pero está más que perfecto, porque Freddie era sobreactuadísimo. Nadie, absolutamente nadie que sea discreto, bien portado y con un bajo perfil  llegaría a la cima de ese tipo de Olimpo artístico, ¿o sí…?

Ya desde las primeras secuencias se van escuchando, al estilo arpegio, los primeros compases de la mítica canción o himno "Rapsodia bohemia". Es como ir subiendo la cuesta de la montaña rusa. Intuimos, sabemos, ansiamos que el vertiginoso paseo dé comienzo… y cuando sucede no queremos que pare.

Aunque ya estamos a nada del año 2019, el último de una década supuestamente llena de liberación sexual, tolerancia e inclusión, por lo menos en la CDMX, y con un público que bien sabe que se trata de la biografía del vocalista de “Queen”, escuché en la sala cinematográfica interjecciones bastante evidentes al estilo “¡auch…!” en la escena en la que él se besa con… mejor véanla.

Chispazos de su vida familiar (para quienes no es Fred, sino Farrokh), sus romances juveniles, su primera tocada, la llegada de su incipiente grabación, las sesiones en el estudio, las peleas con los ejecutivos de las disqueras, las cuestiones legales, los primeros triunfos, las críticas, los desplantes, el acoso de la prensa, las hordas de fans en todo el mundo; la soledad en medio del tumulto y, finalmente, la deidificación de una de las figuras más increíbles de la música del siglo XX. 


Bohemian Rhapsody: la historia de Freddie Mercury es una película absolutamente imprescindible, aunque no les guste “Queen”… Les garantizo que aunque no sean melómanos saldrán de la sala de cine tarareando alguna melodía del magnífico soundtrack.
Es excelente. ****/****

¡Corte y queda…!

MarcH de Malcriado