sábado, 27 de febrero de 2021

POSE

 

POSE Esta  no  es  una simple pose, es todo un  estilo  de vida en  el  que  la  belleza, verdadera  o  artificial, de las  criaturas  de  la  noche se  manifiesta  en  todo su  esplendor. © FX / Netflix


POSE (Serie de TV. Estados Unidos, 2018. Producción Ryan Murphy y Janet Mock). Esta  producción va mucho más allá de una simple "pose", de la hipermasculinidad, de la jotería y de la frivolidad que suelen atribuirles a quienes hacen del sexo servicio, el modelaje y el narcotráfico su modus vivendi. Producida y creada por el ya legendario Ryan Murphy, que entre sus producciones cuenta con: Nip/ Tuck, Glee, The Politician, American Horror Story, Hollywood y Ratched, entre otras; POSE trasciende lo nimio y lo simple que pudiera parecer la vida de las minorías negras, latinas y homosexuales, y profundiza en un momento histórico, los turbulentos años de 1980 en el vórtice de la mismísima locura: Nueva York. Tiempos aquellos en los que se refrenó la revolución sexual ―iniciada en los 60― y que modelaron la nueva libertad, la paranoia ―y también la represión sexual― dentro del funesto marco de la pandemia del VIH y el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida.

Por si fuera poco, la fuerza de los personajes es asombrosa. Lo mismo se tiene a una diva espectacular de las pasarelas, a una modelo que es la nueva Afrodita, una reina disco, un millonario masoquista, un diseñador de modas o a un narco de los muelles de Brooklyn. La puesta en pantalla por momentos se asemeja a un video musical del canal de suscripción “MTV” con los éxitos de aquella época, aunque la serie no es una comedia musical sino sensual.

La miseria y el glamour, vistos a través de los ojos de un panel de jueces en los “balls”, donde todos se reúnen, que califican a los seres humanos como si fueran concursantes sin alma para el casting de la nueva versión de Barbarella; no se excluye, irónicamente, en otras secuencias, el lacónico aplauso del público del pabellón de los deshauciados…

Hay un antecedente del fenómeno del movimiento de cohesión del colectivo LGBT+ a través de sus fiestas (o balls) ya filmado antes: Paris is Burning (Jenny Livingston, 1991), un documental muy controvertido para la época. Recuerdo haberla visto en corrida comercial en una sala de cine de la CDMX, cosa rara, donde todos los asistentes quedamos boquiabiertos por lo allí develado ante nuestros ojos a manera de “voguing”. En esa producción un personaje, de la vida real por supuesto, declaró a cámara que su gran infortunio había sido haber nacido hombre, negro y homosexual y que su suerte hubiera sido otra muy diferente si hubiera sido mujer, blanca y rubia; esa línea me pareció muy fuerte y reveladora de una realidad nada halagüeña. No obstante, si ese documental se volviera a exhibir seguiría igual de controvertido, porque quizás las leyes y los derechos de las minorías sexuales hayan cambiado y avanzado mucho en treinta años, pero no así el criterio y los prejuicios de una gran parte de la sociedad que los mira con desprecio y que a muy duras penas los tolera.

PARIS IS BURNING Es el  manifiesto documental  de todo un movimiento que  entre  el  divertimento y la  profesionalización  del glamour fue  el  génesis de todo un  estilo de  ver  el mundo. Las  figuras de  la cultura Pop siempre abrevaron  de esta  fuente oculta para  inspirarse y lanzar  al  mundo sus  conceptos  artísticos.    © Miramax Films




Además de las deslumbrantes chicas protagonistas: MJ Rodriguez como “Blanca”, Dominique Jackson como “Elektra” y la guapérrima Indya Moore como “Angel”,  está un actor y  cantante multipremiado y de enorme presencia escénica, él es Billy Porter como “Pray Tell”, el Master of Ceremonies más increíble desde Joel Gray en Cabaret (Bob Fosse, 1973), que también hace una verdadera creación de su personaje.


INDYA MOORE Toda una  revelación  en  su  papel  de "Angel" para Pose. © FX / Netflix 


Esta serie de 3 temporadas (cada una mejor que la anterior) es un fresco bastante serio y analítico de la naturaleza humana frente al triunfo y la adversidad, con todos los valores, temores, miserias y contradicciones de un colectivo que subyace estoico, muy a pesar del velado intento de soslayarlos y mantenerlos ocultos. Sin embargo, el regusto que deja cada capítulo no es amargo para nada, pues retrata que el hombre lleva dentro de sí mismo la bondad y que solamente se necesita un detonante para manifestarse. Esta es una historia de amor y las historias de amor siempre son hermosas. De lo mejor que ofrece Netflix para expandir la mente y el conocimiento del pasado. No apto para timoratos… o bueno, sí, para que se sensibilicen y se les quite lo obtusos y lo homofóbicos.

¡Corre video…!
MarcH de Malcriado