viernes, 30 de mayo de 2014

DE FÁBULAS Y MALDADES


Una fantástica superproducción se estrenó hoy en todo el mundo.


MALEFICE (Maléfica). EU y GB, 2014. Dir. Robert Stromberg. La más hermosa, la más estilizada y la más letal de todas las brujas; sedienta de venganza en un reino lleno de imbéciles que jamás supieron comprender su naturaleza única. ¿Que cómo pudo ser distribuida por Disney la historia de una
 "chica" digamos "usual", en su mundo, que se transfigura en la divina transvestida de hada negra, a lo drag-queen, de belleza tal que la convierte en una de las criaturas más fascinadoras de los cuentos desde el siglo XVII...? 


En ese, ni tan mítico, mundo lleno de bobalicones, comenzando por el rey Stephan (Sharlto Copley); donde las haditas oligofrénicas Flora, Fauna y Primavera son de lo más simpaticón y de alto rating pues se quieren lucir otorgando dones de los que ellas mismas carecen, allí no hay cabida para un ser como Maléfica, “La Emperatriz del Mal”. Por eso mismo no la invitaron a la fiesta en palacio a conocer a la recién nacida princesita Aurora. Pero sorpresa. Maléfica se aparece en el festejo real, avanza entre la multitud de nobles y plebeyos, que se quedan asombrados ante su insultante hermosura. Desafiante ante la realeza presente sonríe sardónica… Allí profiere su famosa maldición proyectada a futuro: “Antes de que el sol se ponga en su décimo sexto cumpleaños, al pincharse el dedo con una rueca, ella caerá en un sueño como la muerte”.


Vengativa, el hada negra maldice a la princesa Aurora.


La primera vez que ví en pantalla a Angelina Jolie fue en Gia (Michael Christopher, 1998**), la historia de la legendaria supermodelo fatídica. Me dejó anonadado. Miss Jolie tiene el físico, la personalidad y el talento como para dar vida a personajes de femme fatale. Así que no me imagino a ninguna otra actriz en el papel de la bruja más peligrosa y perniciosa, ostentosamente fatal. Tal vez, si la cinta hubiera sido dirigida por Christopher Nolan, la película hubiera sido más oscura, más densa; pero entonces no hubiera podido ostentar el sello Disney ni hubiera sido clasificada para todo público.


Maléfica siempre acechando entre las sombras.


Lástima. Porque la de Maléfica bien podría haber sido una historia para adultos, bien adultos, y además fetichistas. Tan sólo imaginémosla sola en sus aposentos tenuemente iluminados; en el aire flota su aroma de hembra con chispas de perfume y la melodía “Once Upon a Dream” cantada por Lana del Rey. Maléfica está harta después de una intensa jornada de maldad, se siente un poco cansada pero dispuesta a relajarse y ser traviesa consigo misma; tendida en su inmenso lecho se mira en el espejo del techo con el cabello suelto, envuelta en un vaporoso déshabillé en soie, después de descalzarse los stilettos, desabrocharse el liguero y quitarse las medias negras… Entre las sombras el cuervo la observa, y ella lo sabe…


Pero La bella durmiente es un cuento para niños, ¡ni modo…! Así pues, tenemos que  la linda princesita (Elle Fanning) es una güerita muy babosa, que después de "sufrir lo indecible", terminará siendo amada 
—¿y desvirgada?, eso espero, ¿ustedes no…?—, por un sempiterno príncipe de ensueño más menso que ella, ¡ah, pero eso sí, guapísimo y aburridísimo…! 


¡Qué cosas! Si de niños y jovenzuelos supiésemos que la belleza física dura tan poco y que la pasión se esfuma en un dos por tres… otra sería nuestra historia…


No cabe duda, Maléfica es el hada más interesante de aquellos países lejanos, cuya memoria no languideció del todo gracias a que érase que se era una vez allá, en la comarca prohibida, que vivía una esplendorosa elfa alada.


El argumento es una versión muy del siglo XXI, con todos los Fx que puede pagar un presupuesto de 200 millones de dólares y casi dos años de rodaje y postproducción.


Nada es lo que parece y las sorpresas surgen con cada secuencia. Todo en la película es deslumbrante y novedoso; aunque la historia sea la misma que en todas las narrativas que provienen desde el nacimiento mismo de la mitología: la eterna lucha entre el bien y el mal, la humildad y la soberbia, la belleza y la fealdad, la generosidad y la avaricia, el ansia de poder desmedido, y finalmente, el odio y el amor. ¿Cuál será más fuerte…?
Muy buena. Altamente recomendable si además quieren ver en 3D la apoteosis de una actriz en el cénit de su carrera. Pues jamás vemos a Angelina ser la Jolie. Ella es absolutamente Maléfica cumpliendo a la perfección su irreversible venganza… ¡Bravo…! ****


March de Malcriado

jueves, 22 de mayo de 2014

DE PASIONES AL PRIMER (Y AL ÚLTIMO) HERVOR

La historia de una chica tan hermosa como amoral.

LÁGRIMAS DE AMOR Méx, 1958. Dir. Alfonso Corona Blake. Una despampanante "artista" de 3ª en cabaret de 5ª mantiene a su guapo, bueno para nada y celoso cinturita (Sergio Bustamante, que hoy 22 de mayo ha partido para siempre). Ambos viven en una pocilga y hacen chanchullo y medio para evitar pagar hasta lo más básico. Como por ejemplo cuando ella le coquetea descaradamente a los taxistas para evitar que le cobren la tarifa. Entre arrumacos y carencias la pareja pasa la vida soñando con mejorar, pero su “mánager” no trabaja y no hace nada más que medio quesque cuidarla y, por supuesto, explotarla.

En el cabaretucho ella pronto conoce a un todavía lujurioso vejete (Carlos López Moctezuma) que le promete una vida mucho mejor si accede a sus devaneos. Ella se resiste, pero todo es un plan perfectamente estructurado para inflamar más de deseo al pobre viejillo, que se hace pasar por un próspero banquero, cuando en realidad sólo es un simple cajero de banco.



Con préstamos y desfalcos pronto le pone departamento a la artistilla. Ella está feliz, pues por primera vez en su vida la mujerzuela sabrá lo que es vivir en condiciones por demás decorosas; hasta tendrá un guardarropa completo, incluída una estolita de armiño.


Sergio Bustamante, que hoy se fué a los 79 años, se aferra a la única persona que lo ama en esta trama. Aquí con Ana Luisa.

Su gigoló se hará pasar por su hermano para poder visitarla sin despertar sospechas. Pasan los meses. Un día el buen señor, que ya le debe hasta el alma al diablo, llega y  descubre a los "hermanitos" en la recámara jugando a las “pipis y gañas”.

De ahí en adelante las cosas sucederán a un vertiginoso ritmo.

Por supuesto que la película tiene tintes bastante moralizadores, como lo tenía mucho del cine nacional (e internacional) de ese tipo y en esa época. El argumento se parece mucho al de El ángel azul (Josef von Sternberg, 1930***) que lanzó a la fama a Marlene Dietrich porque en las 2 historias la primorosa vedette es la causa de la degradación moral de un hombre decente y muy mayor.

Es muy interesante ver como la Peluffo fue fotografiada para lucir como todo el objeto del deseo tan consolidado que ya era. Se le montaron canciones sexy en vestidos de vampiresa con coreografías muy sencillas pero lo suficientemente candentes como para resaltar su hermosa figura y acrecentar su imagen de bomba sexual.

También a Bustamante se le dió tratamiento de galán con tomas especiales, inusitadas para ese tiempo, haciéndolo un tigre tan atractivo como peligroso… y la verdad hay que reconocerla, sí que estaba sabroso.

Por otra parte, López Moctezuma, nuestro villano por antonomasia, aparece aquí en el papel de casi casi un santo, vulnerable, ingenuo e irremediablemente enamorado como un jovenzuelo. Su registro histriónico era impresionantemente amplio, pues le creí a cada segundo que era un ser bueno.

Un buen número de películas mexicanas de la época de oro y después, casi hasta 1970, están mucho más allá del rigor, la mordacidad u objetividad (si ésto último fuera posible) de mi crítica, reseña o ensayo. Porque aunque sean más o menos ridículas, cursis, maníqueas, medio mal hechas, baratas, descaradamente copiadas de otras películas, sobre todo gringas; en fin, que eran 
—salvo honrosas y contadas excepciones— unos verdaderos “churros”.

Pero lo que las salva es que eran películas hechas por verdaderas figuras, por artistas y staff técnicos muy entregados que hacían su labor muy en serio, y, evidentemente con un inmenso amor a su oficio, ¡el arte…!
¿Cómo criticar de manera negativa a las fantásticas primerísimas figuras? En este caso Ana Luisa Peluffo, Sergio Bustamante y súper López Moctezuma, si ellos, como muchos otros, en donde quiera nos deleitaban con grandes actuaciones, y bajo la dirección de Corona Blake. Todos ellos lograron mantenerme despierto más allá de la media noche gracias a su  belleza, embrujo y talento impresionantes. Las películas, finalmente, pueden ser buenas  o malas por muchas razones, pero algo que las redime, que las apuntala, es y siempre será el talento de sus argumentistas, histriones, directores, fotógrafos y demás equipo  técnico.
¡Guauuu…! Amo el cine, y a mi cine mexicano de antes muchísimo más. Porque se hacía con mucha ilusión, aunque también con casi todo en  contra; desde el malinchismo del público, que desde siempre y por siempre ha preferido el cine joliwoodense, los bajos presupuestos y hasta las nefastas trampas de distribución de una cadena de cines bastante siniestra que únicamente buscaba el éxito comercial.

La que sí es bien honesta, verídica y representa todo mi respeto por el cine, y por quienes me leen, es mi escala de estrellas. A saber.

4 **** Para las cintas excepcionalmente buenas.

3 ***Para las muy buenas.

2 ** Estrellitas para las buenas.

1 * Estrella para las de mediana calidad.

0 ó estrella ninguna para las que a mi juicio no merecen ser vistas.

En Lágrimas de amor l
a dirección de arte, como ahora se llama a la escenografía y locaciones es correcta. La iluminación es notable. Las actuaciones de los 3 protagónicos son encantadoras. También aparecen en breves pero muy buenas escenas doña Consuelo Monteagudo y una jovencísima Yolanda Ciani. ¿Qué más se puede pedir...?
B y N. Melodrama. 105 min. ¡La volvería a ver con mucho gusto…! **

March de Malcriado

martes, 20 de mayo de 2014

¿DE VERAS LOS MEJORES AMIGOS DE LAS CHICAS SON LOS DIAMANTES...?

Cinco jóvenes haciendo realidad sus obsesiones.


THE BLING RING (Ladrones de la fama). EU, 2013. Dir. Sofia Coppola. 


O DE QUE ¿DE VERAS LOS MEJORES AMIGOS DE LAS CHICAS SON LOS DIAMANTES...? En una película de Woody Allen (Celebrity, 1998 ***) un personaje declara: “Cada país tiene las celebridades que se merece”. Podríamos reflexionar mucho al respecto. Sin embargo, las celebridades no son más que seres humanos convertidos en figuras paradigmáticas, aspiracionales; frecuentemente estereotipados y atrapados dentro de su propia fama. 

¡Ah, la fama...!, un fenómeno tan deseado por todos que irónicamente puede llegar a provocar la autodestrucción de quien la posee cuando no tiene más fundamento que lo falso y lo efímero.

Todos hemos llegado a pensar (con razón o sin ella) que los demás se divierten más, que sufren más, que padecen mayores carencias o que tienen más de lo que sea que nosotros. Que son más feos o más guapos, más pobres o más ricos, más inteligentes o más tontuelos, más corrientes e ignorantes o más distinguidos y conocedores, más sibaritas, viajados, leídos, sofisticados y así ad infinitum



Emma Watson ya es considerada como una actriz sexy.


Hay celebridades que lo son porque son figuras de gran excelsitud en el ámbito deportivo, político, periodístico, artístico; y por supuesto en el de la intelectualidad o el entretenimiento. Pero hay muchas otras figuras mediáticas de poco o nulo talento cuya fama se debe casi exclusivamente al derroche de su juventud, de su belleza y, usualmente, de la burda explotación de un atractivo sexual prefabricado. También hay figuritas que únicamente por apellidarse Hilton son world wide famous como la tal Paris, o la buena para sabe Dios qué Kim Kardashian (dicen que es actriz egresada de un reality chóu) que no sea para ponerse bien buenota, bien jamona y mostrar sus desbordantes atributos en Twitter, Instagram y revistas como la del conejito (bueno, se dice que estas señoras son grandes empresarias además de socialités, ¿será…?). Aunque estén muy chulas  estas chicas, y otras  no tan conocidas como ellas, francamente a veces hacen cosas que dan risa... y también bastante pena ajena.



Para promocionar uno de sus perfumes Paris Hilton se disfrazó del símbolo sempiterno del glamour,  la de veras célebre Marilyn Monroe. Ciertamente se ve linda, nada más que le faltó el lunar y el talento de aquélla, tan original e irrepetible.


¿Qué me dicen de la celebridad actual de tantas reinas y reyes del sex-appeal que son lo que ahora se consume frenéticamente en un mercado de carne que parece no tener fin? Un gran número de ellos son o simulan que son deportistas, bailarines, cantantes, actores, actrices, comediantes o conductores de radio y televisión (en programas de chismes). Ellos usualmente hacen gala de su reducida capacidad cognitiva porque su verdadero talento consiste en ser dóciles para dejarse operar por los cirujanos plásticos, corregir y blanquear su dentadura, moldear sus cuerpos hasta la perfección más siniestra con la ayuda de sus physical-trainers y, finalmente, abandonarse a los deseos de los productores, promotores y publicistas que los ofrecen como pseudo trozos de filete prime-rib a una masa-jauría hambrienta y muy poco selectiva que los engulle ya convertidos en tinta y papel, pixeles de telenovela en HD, imágenes para PC o pantallita de gadget
El medio para exhibirlos da lo mismo.

La industria de la fama funcionará bastante bien mientras sus subproductos estén medianamente frescos, simpaticones y bonitillos. Si pasan de moda siempre habrá reemplazos. Los nuevos modelos salen al por mayor de una línea de montaje.  El chiste es saciar el morbo que provocan  sus escándalos, 
su ridiculez, su entallada ropa; los escotes, las minifaldas o unos ojazos, bíceps y pectorales de concurso que sacien la mirada, las fantasías sexuales y la necesidad de narrativa generada en cualquier plataforma gráfica o electrónica. Con pocas variantes su historia siempre es la misma. Ya apareció, ya desapareció; ahora anda con tal, ya declaró, ya salió del clóset, o insiste en no salir de él, ya se casó, ya tuvo al hijo (o no lo tuvo); ya le pegaron, ya le devolvió el insulto a su pareja y le pegó más fuerte; se está divorciando, ya demandó, ya se consuela con “x”, ya le fue infiel (si bien que se sabía que era "tremendíviris"…); ya le cacharon, ya se descaró, ya se le vió emborrachándose, fajándose con... Ya ingresó a la clínica de desintoxicación, ya se peleó con la prensa o con los paparazzi... Ya lo (la) hallaron sin vida en su departamento de... ¿Interesantísimo, no…?


La graciosa Nicki, el personaje de Emma Watson, posando para las redes sociales.


Para sintetizar: la celebridad de Marie Curie, Wisława Szymborska, Helen Mirren, la Poniatowsaka o de Margo Glantz es muy diferente a la de Amy Winehouse, Kate Moss, mi súper Ninelona y a la de la cubana ésa... ¿cómo se llama...? El fantástico brillo de Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro y el imperecedero de Hemingway, Buñuel, Hitchcock, Diego Rivera, Dalí, Picasso, Carlos Fuentes u Octavio Paz no se puede comparar tampoco con el que emiten Beeckham, John Galliano, Cristián, William o el Potrillo. La diferencia es muy obvia, es lo abismal que existe entre la potencia lingüística del intelecto, de la capacidad de estudio e investigación, la gran creatividad en contraposición con las dotes deportivas,   y la facilidad para dar escándalos y marearse sobre un ladrillo,  o simplemente la potencia fotográfica de una carita mona, de un pecho y unos glúteos que revientan de prótesis; de estrógenos o de testosterona (en el mejor de los casos; y en el peor, de esteroides anabólicos) y todo lo que irrigan. No me digan que los figurines menores son famosos gracias a sus suculentos talentos, porque si no los rara avis: Liza Owen, Daniel Jiménez Cacho, Arturo Rivera, Pilar Boliver, Cecilia de la Cueva, Juan Navarro y Rafael Corkidi, sólo por citar a unos cuantos, no serían aclamados por una minoría de recursos culturales de élite, serían sendos y cotizadísimos figurones como aquéllos. A los artistas de verdad las masas casi ni los conocen y mucho menos los reconocen. Si no me creen escuchad "Estrella del pop" con Amandititita. ¡Aplausos pooor favooor...! 


Las traviesas Rebecca (Katie Chang) y Sam (Taissa Farmiga) imaginando en qué se gastarán el dinero.

Como ellos no son sexy, ¿a quién le importan los trajes y los zapatos que usan Juan Villoro o Carmen Aristegui, o quién querría verlos en traje de baño? Seguramente  a muy muy pocos, imagino que casi a nadie... ¿Pero qué tal el interés que despiertan las fotos de las guapísimas del momento como Eiza González, Ana de la Reguera, Ana Claudia Talancón, Martha Higareda o los Christian Castro y los Luis Migueles? Todos quieren verlos en fotos reveladoras o saber qué opinan de los demás famosos o de los modelos que usan en los eventos sociales o en las alfombras rojas (y ver con quién van). 


¿Es que nunca  veremos a Carmen Aristegui posar para Playboy  así como Kim Kardashian...? Je-je.


Bien, todo este prolegómeno lo escribí para decir que si multiplican todo lo que incluye por 10 mil, cambiarán de locación y que de la CDMX se irán directo y sin escalas a los escenarios fotografiados en long-shoot utilizados para rodar Ladrones de fama en la glamorosa y patética California. Sí sí, allá por Rodeo Drive, Bel Air y Holly-butt donde las Birkin, los Loboutin, Lamborghini y Prozacs; la cocaína, las rondas de martinis de sabores exóticos, los carrujos de mota, la talla 0, los ácidos, el Adderall —y demás esplendores que son privilegio de la clase AAA, famosa o no; ésa que tiene su vida económicamente más que bien resuelta y todavía lo presumen—, se  complementan y 
combinan perfectamente con el abandono, el vacío existencial, la repetición de mantras inútiles emanados de las religiones modernas basadas en los decretos cósmicos de carísimos gurús  de best-seller, los desayunos sin gluten y las selfies para las redes sociales…

Paris disfrazada de otra archifamosa, Miley Cyrus. Creo que ya  comienza a caerme bien por ocurrente, sí.

La tan talentosa como controvertida cineasta Sofía Coppola, quien ya nos ha sorprendido antes con Lost in Translation (Perdidos en Tokio, 2003***) y Marie Antoinette, 2006*** para variar también escribió el guión de esta película, basándose en un reportaje que apareció en nada menos que “Vanity Fair”, ¿qué chic… no?


La premisa es la  siguiente. Cuando se es muy joven por lo general,  y por razones de selección natural, lo sensorial se dirige más que nada hacia lo sensual y no sobre lo intelectual. Además, los teenagers buscan casi compulsivamente en los medios los modelos para reafirmar y fijar su incipiente identidad; cuando los "hallan", dichos personajes se vuelven objetos de deseo, admiración o veneración. Así tenemos entonces que los jóvenes son los más grandes consumidores de “famosos”.



Los jóvenes  son los más  grandes consumidores de famosos.


A pesar de lo que presupondríamos por saber de antemano el reparto, encabezado por la fabulosa  Emma Watson y toda su extraordinaria pandilla juvenil, ¡por supuesto!: Katie Chang, Israel Broussard, Taissa Farmiga y Claire Julien, lo que vemos no es una película para ese tipo especial de adolescentes bobalicones que se contentan con ver cualquier churro siempre y cuando sea muy divertido. Después de todo, ellos son los que más van al cine, compran nachos, palomitas y mega refrescos de cola apestosa con harto hielo. Que aparte medio ven las pelis, porque están hable y hable y risa y risa al mismo tiempo que atienden su iphone porque no son capaces de apagar su celular durante la proyección (igualito que muchos de sus padres). 

Ladrones de fama es una fría, inteligente y aguda mirada de alcances macro sobre el proceso de desintegración del ser en cuanto tal dentro de las fauces del monstruo despiadado  del consumo, del mundillo de las apariencias y del fenómeno de la fama. "Let's go shopping" es lo que dice la atrevida Rebecca en la primera gran secuencia que justifica y simboliza el título de la cinta.

Si además quieren saber literalmente lo que significa tener 5 Rolex o traer puestos un par de "Manolos" fucsia de París Hilton con tacones de 12 cm no se la deben perder. ¡Excelente…! ***

March de Malcriado