martes, 20 de mayo de 2014

¿DE VERAS LOS MEJORES AMIGOS DE LAS CHICAS SON LOS DIAMANTES...?

Cinco jóvenes haciendo realidad sus obsesiones.


THE BLING RING (Ladrones de la fama). EU, 2013. Dir. Sofia Coppola. 


O DE QUE ¿DE VERAS LOS MEJORES AMIGOS DE LAS CHICAS SON LOS DIAMANTES...? En una película de Woody Allen (Celebrity, 1998 ***) un personaje declara: “Cada país tiene las celebridades que se merece”. Podríamos reflexionar mucho al respecto. Sin embargo, las celebridades no son más que seres humanos convertidos en figuras paradigmáticas, aspiracionales; frecuentemente estereotipados y atrapados dentro de su propia fama. 

¡Ah, la fama...!, un fenómeno tan deseado por todos que irónicamente puede llegar a provocar la autodestrucción de quien la posee cuando no tiene más fundamento que lo falso y lo efímero.

Todos hemos llegado a pensar (con razón o sin ella) que los demás se divierten más, que sufren más, que padecen mayores carencias o que tienen más de lo que sea que nosotros. Que son más feos o más guapos, más pobres o más ricos, más inteligentes o más tontuelos, más corrientes e ignorantes o más distinguidos y conocedores, más sibaritas, viajados, leídos, sofisticados y así ad infinitum



Emma Watson ya es considerada como una actriz sexy.


Hay celebridades que lo son porque son figuras de gran excelsitud en el ámbito deportivo, político, periodístico, artístico; y por supuesto en el de la intelectualidad o el entretenimiento. Pero hay muchas otras figuras mediáticas de poco o nulo talento cuya fama se debe casi exclusivamente al derroche de su juventud, de su belleza y, usualmente, de la burda explotación de un atractivo sexual prefabricado. También hay figuritas que únicamente por apellidarse Hilton son world wide famous como la tal Paris, o la buena para sabe Dios qué Kim Kardashian (dicen que es actriz egresada de un reality chóu) que no sea para ponerse bien buenota, bien jamona y mostrar sus desbordantes atributos en Twitter, Instagram y revistas como la del conejito (bueno, se dice que estas señoras son grandes empresarias además de socialités, ¿será…?). Aunque estén muy chulas  estas chicas, y otras  no tan conocidas como ellas, francamente a veces hacen cosas que dan risa... y también bastante pena ajena.



Para promocionar uno de sus perfumes Paris Hilton se disfrazó del símbolo sempiterno del glamour,  la de veras célebre Marilyn Monroe. Ciertamente se ve linda, nada más que le faltó el lunar y el talento de aquélla, tan original e irrepetible.


¿Qué me dicen de la celebridad actual de tantas reinas y reyes del sex-appeal que son lo que ahora se consume frenéticamente en un mercado de carne que parece no tener fin? Un gran número de ellos son o simulan que son deportistas, bailarines, cantantes, actores, actrices, comediantes o conductores de radio y televisión (en programas de chismes). Ellos usualmente hacen gala de su reducida capacidad cognitiva porque su verdadero talento consiste en ser dóciles para dejarse operar por los cirujanos plásticos, corregir y blanquear su dentadura, moldear sus cuerpos hasta la perfección más siniestra con la ayuda de sus physical-trainers y, finalmente, abandonarse a los deseos de los productores, promotores y publicistas que los ofrecen como pseudo trozos de filete prime-rib a una masa-jauría hambrienta y muy poco selectiva que los engulle ya convertidos en tinta y papel, pixeles de telenovela en HD, imágenes para PC o pantallita de gadget
El medio para exhibirlos da lo mismo.

La industria de la fama funcionará bastante bien mientras sus subproductos estén medianamente frescos, simpaticones y bonitillos. Si pasan de moda siempre habrá reemplazos. Los nuevos modelos salen al por mayor de una línea de montaje.  El chiste es saciar el morbo que provocan  sus escándalos, 
su ridiculez, su entallada ropa; los escotes, las minifaldas o unos ojazos, bíceps y pectorales de concurso que sacien la mirada, las fantasías sexuales y la necesidad de narrativa generada en cualquier plataforma gráfica o electrónica. Con pocas variantes su historia siempre es la misma. Ya apareció, ya desapareció; ahora anda con tal, ya declaró, ya salió del clóset, o insiste en no salir de él, ya se casó, ya tuvo al hijo (o no lo tuvo); ya le pegaron, ya le devolvió el insulto a su pareja y le pegó más fuerte; se está divorciando, ya demandó, ya se consuela con “x”, ya le fue infiel (si bien que se sabía que era "tremendíviris"…); ya le cacharon, ya se descaró, ya se le vió emborrachándose, fajándose con... Ya ingresó a la clínica de desintoxicación, ya se peleó con la prensa o con los paparazzi... Ya lo (la) hallaron sin vida en su departamento de... ¿Interesantísimo, no…?


La graciosa Nicki, el personaje de Emma Watson, posando para las redes sociales.


Para sintetizar: la celebridad de Marie Curie, Wisława Szymborska, Helen Mirren, la Poniatowsaka o de Margo Glantz es muy diferente a la de Amy Winehouse, Kate Moss, mi súper Ninelona y a la de la cubana ésa... ¿cómo se llama...? El fantástico brillo de Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro y el imperecedero de Hemingway, Buñuel, Hitchcock, Diego Rivera, Dalí, Picasso, Carlos Fuentes u Octavio Paz no se puede comparar tampoco con el que emiten Beeckham, John Galliano, Cristián, William o el Potrillo. La diferencia es muy obvia, es lo abismal que existe entre la potencia lingüística del intelecto, de la capacidad de estudio e investigación, la gran creatividad en contraposición con las dotes deportivas,   y la facilidad para dar escándalos y marearse sobre un ladrillo,  o simplemente la potencia fotográfica de una carita mona, de un pecho y unos glúteos que revientan de prótesis; de estrógenos o de testosterona (en el mejor de los casos; y en el peor, de esteroides anabólicos) y todo lo que irrigan. No me digan que los figurines menores son famosos gracias a sus suculentos talentos, porque si no los rara avis: Liza Owen, Daniel Jiménez Cacho, Arturo Rivera, Pilar Boliver, Cecilia de la Cueva, Juan Navarro y Rafael Corkidi, sólo por citar a unos cuantos, no serían aclamados por una minoría de recursos culturales de élite, serían sendos y cotizadísimos figurones como aquéllos. A los artistas de verdad las masas casi ni los conocen y mucho menos los reconocen. Si no me creen escuchad "Estrella del pop" con Amandititita. ¡Aplausos pooor favooor...! 


Las traviesas Rebecca (Katie Chang) y Sam (Taissa Farmiga) imaginando en qué se gastarán el dinero.

Como ellos no son sexy, ¿a quién le importan los trajes y los zapatos que usan Juan Villoro o Carmen Aristegui, o quién querría verlos en traje de baño? Seguramente  a muy muy pocos, imagino que casi a nadie... ¿Pero qué tal el interés que despiertan las fotos de las guapísimas del momento como Eiza González, Ana de la Reguera, Ana Claudia Talancón, Martha Higareda o los Christian Castro y los Luis Migueles? Todos quieren verlos en fotos reveladoras o saber qué opinan de los demás famosos o de los modelos que usan en los eventos sociales o en las alfombras rojas (y ver con quién van). 


¿Es que nunca  veremos a Carmen Aristegui posar para Playboy  así como Kim Kardashian...? Je-je.


Bien, todo este prolegómeno lo escribí para decir que si multiplican todo lo que incluye por 10 mil, cambiarán de locación y que de la CDMX se irán directo y sin escalas a los escenarios fotografiados en long-shoot utilizados para rodar Ladrones de fama en la glamorosa y patética California. Sí sí, allá por Rodeo Drive, Bel Air y Holly-butt donde las Birkin, los Loboutin, Lamborghini y Prozacs; la cocaína, las rondas de martinis de sabores exóticos, los carrujos de mota, la talla 0, los ácidos, el Adderall —y demás esplendores que son privilegio de la clase AAA, famosa o no; ésa que tiene su vida económicamente más que bien resuelta y todavía lo presumen—, se  complementan y 
combinan perfectamente con el abandono, el vacío existencial, la repetición de mantras inútiles emanados de las religiones modernas basadas en los decretos cósmicos de carísimos gurús  de best-seller, los desayunos sin gluten y las selfies para las redes sociales…

Paris disfrazada de otra archifamosa, Miley Cyrus. Creo que ya  comienza a caerme bien por ocurrente, sí.

La tan talentosa como controvertida cineasta Sofía Coppola, quien ya nos ha sorprendido antes con Lost in Translation (Perdidos en Tokio, 2003***) y Marie Antoinette, 2006*** para variar también escribió el guión de esta película, basándose en un reportaje que apareció en nada menos que “Vanity Fair”, ¿qué chic… no?


La premisa es la  siguiente. Cuando se es muy joven por lo general,  y por razones de selección natural, lo sensorial se dirige más que nada hacia lo sensual y no sobre lo intelectual. Además, los teenagers buscan casi compulsivamente en los medios los modelos para reafirmar y fijar su incipiente identidad; cuando los "hallan", dichos personajes se vuelven objetos de deseo, admiración o veneración. Así tenemos entonces que los jóvenes son los más grandes consumidores de “famosos”.



Los jóvenes  son los más  grandes consumidores de famosos.


A pesar de lo que presupondríamos por saber de antemano el reparto, encabezado por la fabulosa  Emma Watson y toda su extraordinaria pandilla juvenil, ¡por supuesto!: Katie Chang, Israel Broussard, Taissa Farmiga y Claire Julien, lo que vemos no es una película para ese tipo especial de adolescentes bobalicones que se contentan con ver cualquier churro siempre y cuando sea muy divertido. Después de todo, ellos son los que más van al cine, compran nachos, palomitas y mega refrescos de cola apestosa con harto hielo. Que aparte medio ven las pelis, porque están hable y hable y risa y risa al mismo tiempo que atienden su iphone porque no son capaces de apagar su celular durante la proyección (igualito que muchos de sus padres). 

Ladrones de fama es una fría, inteligente y aguda mirada de alcances macro sobre el proceso de desintegración del ser en cuanto tal dentro de las fauces del monstruo despiadado  del consumo, del mundillo de las apariencias y del fenómeno de la fama. "Let's go shopping" es lo que dice la atrevida Rebecca en la primera gran secuencia que justifica y simboliza el título de la cinta.

Si además quieren saber literalmente lo que significa tener 5 Rolex o traer puestos un par de "Manolos" fucsia de París Hilton con tacones de 12 cm no se la deben perder. ¡Excelente…! ***

March de Malcriado

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