martes, 18 de diciembre de 2018

ROMA


ROMA Una  obra  maestra. Gracias  señor  director, don Alfonso  Cuarón.  
© Participant Media / Esperanto Filmoj/ Netflix




ROMA (Alfonso Cuarón, 2108) Una vez escuché decir a un actor  de cine decir que hacer una película era como "construir una catedral"... 




ROMA Una  de  esas  películas  que  son  un  hechizo total,  no  sólo  para los  mexicanos,  sino  para el  mundo  entero. Ya  lo  corroboraremos  en  la próxima  ceremonia  del  Óscar,  el  24  de  febrero  de  2019. © Participant Media / Esperanto Filmoj/ Netflix




Si antes una manera de consagrarse era actuar bajo la dirección de Joseph von Sternberg, como Marlene en El ángel azul (1930), al igual que les sucedió a James Dean y a Marlon Brando con Elia Kazan. ¡No bueno...!


Qué ensoñación ser un favorito de Visconti, si se es Helmut Berger en Los malditos; un consentido de Fellini como Mastroianni en La Dolce Vita, y también como la Monroe creada por Billy Wilder en La comezón del 7º año y en Una Eva y dos Adanes. ¿O qué opinan de algunas de las “Chicas Almodóvar” como Marisa Paredes o Carmen Maura...?



Unas de  esas raras revelaciones que  se  dan   en  el  cine. Pocas  personalidades alcanzan esas  alturas  en  su  primera  película: Dolores  del  Río, María  Félix, Garbo, Dietrich,  Montgmomery Clift, James  Dean o  Brando... Ahora, de México  para el  mundo, ¡Yalitza  Aparicio...! 
  


A muchos no les gusta el cine mexicano,  y  tantito peor, en blanco y negro; pero los directores lo utilizan porque adiciona una carga dramática impresionante, sobre todo si está combinada con una fotografía virtuosa. En Roma la magia no se hubiera dado tanto si el edificio del hospital del IMSS (Instituto  Mexicano  del Seguro Social) o el cine Las Américas, en la Avenida de los Insurgentes, con ese tranvía que se desliza hacia el horizonte, hubieran  sido fotografiados en color. Qué decir de la gran secuencia en esa playa traicionera del Océano Atlántico que entra en el Golfo de México; la tensión no hubiera sido jamás la misma. Así puedo citar todas las locaciones, en realidad. 



Yalitza Aparicio como Cleo con Marco Graf como Pepe. Este pequeño actor tiene un encanto similar al que tenía Angélica María de niña en Los gavilanes ~junto a Pedro Infante~ (Vicente Oroná, 1956). © Participant Media / Esperanto Filmoj/ Netflix
El maestro Alfonso Cuarón ha devenido en uno de los mejores directores del mundo. Aun si no hubiéremos visto nada de su filmografía anterior. Sabemos desde  hace mucho que es  en  el Olimpo artístico  donde habita. Se le nota...



El  niño  bonito  y  su  nana, ¿una  historia  muy  trillada...? ¡No,  para  nada...! Nunca  hubiera  ganado  el  León  de Oro  de  Venecia  si   se  tratara de un  asunto así  de simple... 
© Participant Media / Esperanto Filmoj/ Netflix


Algunos se han preguntado qué es lo que hace de Roma una película excepcional, si está hecha en México, es en blanco y negro y con un reparto que prácticamente nadie conocía. El argumento bien podría ser catalogado como el melodrama soft de una empleada doméstica a lo María Isabel pero postmoderna, a primera vista, claro.


Pero, ¿qué creen...? Para navegar y disfrutar de esa deliciosa travesía en mares conocidos pero a la vez ignotos, en semejante película se necesitan referentes. El neorrealismo italiano, la nueva ola francesa y otras corrientes cinematográficas más están allí, a la vista. 
El  maestro Cuarón  las  usa  y  nosotros  las  hemos  reconocido dentro  de  una  película  que  habla  del  amor universal, cuando  la  vean  sabrán a cuál me  refiero.


Roma,  su  título  por  supuesto hace  referencia  a una colonia,  como  llamamos  en  México a  nuestros  barrios, de  la  CDMX. No es una cinta complaciente, no es un divertimento. Es como dirían los franceses un "tour de force". Para el público joven por sus intrínsecas características, y para nosotros, los adultos que vivimos en aquel México de 1970-71 lo  es bastante más. Pero para  nosotros,  los  últimos, es  porque  vemos nuestro retrato, y el de esa ciudad capital que vivimos. Sin  embargo, ni nuestra ciudad , ni nosotros somos ya los mismos. La nostalgia nos invade, porque en la radio sonaban los éxitos que nos gustaban, porque teníamos los mismos muebles, nuestra familia tenía esos automóviles e igual vestíamos esa ropa... Pero lo más deslumbrante es que éramos ingenuos. 



Todos,  absolutamente  todos los  detalles están cuidados  al  máximo. Un  viaje a ese México  de  los  primeros años  de  1970,  es perfecto. © Participant Media / Esperanto Filmoj/ Netflix



Cada fotograma, en muchísimas secuencias es una obra de arte. Allí está un  guiño a Pajaritos y pajarracos (Pasolini,  1966) con los aviones en aproximación final al aeropuerto, los campos que tienen de fondo el volcán Ixtaccíhuatl, o esa toma en la carretera que parece un cielo de Gabriel Figueroa en una película de el "Indio" Fernández. 


No  puedo dejar  de  mencionar  a Marina  de  Tavira,  en  su papel  de  Sofía,  la  mamá del  clan.  También  está  sensacional en  Roma,  ya  lo  veremos  en  los  premios  Ariel  y  en las  Diosas  de Plata el  año  que  entra.  © Participant Media / Esperanto Filmoj/ Netflix


Pues bien, ahora tenemos a Cuarón como el mega mago, el que ha  llevado  al  altar, consagrándola,  y la ha  convertido en un Stradivarius cinematográfico, a una sencilla “Mexican señouritah”, doña Yalitza Aparicio, y no en una catedral sino en la cima de esa Pirámide del Sol que es ROMA.****/****

P.D. Si en Ladrón de bicicletas (Vittorio de Sica, 1948) al protagonista le roban su bicicleta, en Roma les roban a todos los  personajes algo mucho más importante, algo que no se puede recuperar jamás, ¡la inocencia...!

Ovación de pie, y  además con  unas  lágrimas,  por  qué  no.

¡Corte y queda...!

MarcH de Malcriado