miércoles, 9 de marzo de 2022

EL CALLEJÓN DE LAS ALMAS PERDIDAS

 

El callejón de las almas perdidas es el remake de un filme del mismo nombre de 1947. Un agudo estudio de la naturaleza humana sin concesiones ni edulcoramientos. © TSG Entertainment/ Double Dare You Productions/ Searchlight Pictures



EL CALLEJÓN DE LAS ALMAS PERDIDAS / NIGHTMARE ALLEY  (EE.UU., 2021, Dir. Guillermo del Toro).

El mundo del circo siempre ha estado poblado de seres extraordinarios, tanto que el gran público paga por verlos y en muchas ocasiones del morbo y la sorpresa se pasa a la fascinación. Hay una cinta de 1932 llamada Freaks (Tod Browning), que pensamos, hasta ahora, que era la más singular y horrorosa que habíamos visto de esa temática, sobre todo, porque nos presenta la maldad y la degradación humana de la artista más bella de la pista, una rubia trapecista que se encuentra rodeada de los “fenómenos” del título ―por cierto,  las personas más nobles e inocentes del mundo―, y que irónicamente no tienen ni la más remota idea de que tan "linda chica" lleve dentro de sí semejante monstruo de perversión. No obstante, el cine realizador mexicano va todavía más allá con esta producción ya nominada a los Óscares en 4 categorías: “Mejor película”, “Mejor diseño de producción”, “Mejor fotografía” y “Mejor diseño de vestuario”.

Decía Erich Fromm que el hombre conlleva una subyugante dualidad: la de animalidad conjugada con la divinidad. ¿Qué tanto de una y otra naturaleza nos habita y nos domina?

El más reciente filme de Guillermo del Toro, creador de universos tan complejos cuanto redondos,  El callejón de las almas perdidas, es un agudo estudio de la naturaleza humana sin concesiones ni edulcoramientos.

Nosotros somos grandes admiradores del cine clásico y sus figuras.  Hollywood es la fábrica de sueños por antonomasia y para ello tiene que producir y lanzar dioses de celuloide únicos y casi siempre irrepetibles. Sin embargo, los arquetipos nunca varían: el galán tan despreocupado cuanto seductor, la linda chica de al lado y la femme fatale estarán constantemente presentes y sus caracteres serán obviamente maximizados, porque de ello dependerá el éxito de taquilla. En eso radica el star-system.


El callejón de las almas perdidas tuvo su primera versión cinematográfica en 1947, fue dirigida por Edmund Goulding. Hoy en día es un clásico. © 20th Century-Fox



Basada en la exitosa novela Nightmare Alley, escrita por William Lindsay Gresham, tuvo su primera versión cinematográfica en 1947 dirigida por Edmund Goulding. La cinta fue traducida al castellano con un nombre mucho más dramático:  El callejón de las almas perdidas, cuyo protagonista es un buen tipo que por azares del destino de repente obtiene lo que todo mundo desea: éxito, dinero, amor y fama. El galán de matiné Tyrone Power demostró sus grandes dotes histriónicas al bordar a la perfección el papel de “El Gran Stanton”, un brillante y astuto mentalista de circo. La actriz antagónica Helen Walker, como Lilith la perversa psicóloga, también está sencillamente formidable. La historia es verdaderamente estremecedora, pues versa sobre el triunfo basado en la degradación humana. Destino, suerte o premonición se funden en una pesadilla noir acerca de los tintes profundamente psicológicos que tiñen tres de las debilidades humanas: el embuste, la ambición y la culpa.


NIGHTMARE ALLEY. Bradley Cooper, en esta película bien podría ser considerado una especie de nuevo Clark Gable. © TSG Entertainment/ Double Dare You Productions/ Searchlight Pictures
 

Nunca osaríamos hacer comparaciones entre  películas o una estrella y otra, de la misma o aun de diferentes épocas, pero sí en cambio nos permitimos, y muy ampliamente, realizar contrastes. Las dos versiones de El callejón de las almas perdidas son  extraordinarias, y aunque entre ambas medien 75 años, la primera, por supuesto ya convertida en un clásico, no tiene desperdicio; por lo cual el tono y el ritmo fueron reproducidos muy fielmente, por supuesto que muy mejorados por la tecnología y un presupuesto de más de 60 millones de dólares que se notan acusadamente.  

Por el lado del talento artístico de los histriones, Cate Blanchett (como Lilith) a veces nos dio la impresión de que hacía una exquisita imitación de Lauren Bacall ―y no de Helen Walker, irónicamente―, aquella sofisticada y ruda rubia de voz profunda y gutural de imponente presencia. El protagonista, un guapazo, como lo es Bradley Cooper, bien podría ser una especie de nuevo Clark Gable ―más no de Tyrone Power―; pues tiene una figura apolínea  y casi el mismo tipo de rostro increíble y magnético del mítico “Rey de Hollywood”. La secuencia de la tina es una de las más portentosas que se hayan filmado aludiendo al sex-appeal de un magnífico "macho-man" en condiciones de total indefensión ante una decadente y peligrosa  depredadora sexual.



El callejón de las almas perdidas. En la secuencia del baño de tina de Stanton (Bradley Cooper) se aprecia una de las escenas más portentosas que se hayan filmado aludiendo al sex-appeal masculino. © TSG Entertainment/ Double Dare You Productions/ Searchlight Pictures



Este tour de force, que nos lleva del sórdido mundo de los seres trashumantes del circo al total glamour del espectáculo de cabaret de lujo para un público de élite, es una verdadera montaña rusa de emociones.

De la entrega de del Toro nos tocó ver la versión a colores. Lo que sí supimos de antemano es que duraría 150 minutos y francamente temimos que se nos harían eternos; pero no. Para variar, del Toro haciendo gala de una dirección genial, literalmente nos apantalló con la manera tan vertiginosa en que nos hizo llegar hasta la última secuencia sin sentir, que resultó ser  absolutamente inesperada, espectacular  y abismal. Es decir, nunca fuimos conscientes de la larguísima duración del filme. Eso es entretenimiento puro y además 100% arte.

El fantástico cine de del Toro suele desencadenar emociones fuertes, dándonos sorpresas y arrobadoras catarsis finales. Esta es una película verdaderamente densa y difícil, en la que lo inesperado termina dejándonos prácticamente sin aliento (a menos que ya hayamos visto previamente la versión de 1947).

Recordemos que Antonin Artaud fue el creador del teatro de la crueldad. Se podría decir entonces que Guillermo del Toro es ahora, con mucho, el artífice de cierto tipo de cine de la crueldad… en el que todo es parte del juego malvado de la naturaleza humana, tan terrible y mágicamente asombrosa.

Habré de ver otra vez este tratado sobre la infamia, pero ahora en su versión en blanco y negro…

¡Corte y queda…!

MarcH de Malcriado