martes, 12 de noviembre de 2013

DE LOS GRANDÍSIMOS BENEFICIOS DE LAS CHICHIS


MINI CRÓNICA DE UN GRAN  ESCOTE




Jayne Mansfield, la más famosa "Miss Busto" de Hollywood.


Muchas de mis amigas de todas las edades me han dicho que a veces les parece ofensivo que a la gran mayoría de los varones al estar conversando con ellas además de verlas a los ojos, nos guste verles insistentemente algo que desde la creación ha estado allí, las mamas. De acuerdo. Pues claro que hay maneras y "maneras" de mirárselas, de admirárselas o simplemente de observarlas porque a veces las traen demasiado expuestas. Pues también hay maneras y “maneras” de portarlas, de insinuarlas y, ¿por qué no?, de ofrecerlas a la vista, y a la venta.

Pero la verdad, no sé de qué se admiran o se asustan cuando nos ven gozar al mirar lo que ahora se denomina juguetonamente (no hay de otra): "Chichis pa' la banda" (Sic). 


En los años de 1950 Sophia Loren  también comenzó  mostrando, sin mucha vergüenza, sus atributos físicos.


Allí están esos suculentos, deseados, soñados, obtenidos, palpados, pintados, esculpidos, fotografiados, filmados, litografiados, perfumados, mastografiados, preocupantes e hipervalorados pares de glándulas mamarias, muy  exultantes en sus respectivas pinturas, esculturas, posts y en las cada vez menos populares “revistas para caballeros”. O, si se tiene más $uerte, entonces la cosa puede ser “en vivo”: vitrinas,
chóus, peep-shows o, finalmente, al visitar a las chicas que se dedican al oficio más antiguo del mundo. Adivinen cuál...



En la lejana Italia también había muchas  chicas guapísimas al estilo de las excitantes pin-up norteamericanas.


¿Pero por qué critican a las nudistas, a las actrices exhibicionistas o a las que parecen, o son, sexoservidoras…? Si ustedes, mis lindas damas, también siendo mamíferas, y para su propio deleite y el de los demás, debajo de la ropa traen consigo, necesariamente, un buen par de lo mismito que culpáis y gustáis, igual que ellas... ¿O qué?, no me dirán que con un buen escote no se sienten mucho más bellas, más atractivas más ¡sexy…! Aunque no estén poniendo nada a la venta… 

Desde las cavernícolas "monas" de las pinturas rupestres hasta las actuales “encueractrices” de papel couché y cantantitas que salen en calzones y sostén al escenario, se nota una natural proclividad a enseñar las chichis (y a veces mucho más, ¿verdad Madonna, Miley Cyrus y Lady Gaga…?). Y si no, por lo menos a hacerlas muy evidentes con ropa ceñida.

La reina del sex-appeal, Marilyn Monroe, siempre sonriente, les preguntaba a los soldados que por qué hacían tanto alboroto cuando veían a las chicas en suéter, a lo cual pícaramente añadía: 

Quítenles el suéter y verán qué queda”. 


Lauren Bacall y su esposo Humprey Bogart que echa un vistazo al fondo del escote de la despampanante Marilyn Monroe, en el estreno de Cómo pescar un millonario (EU, 1953) de Jean Negulesco. ***


Los dulces e inocentes “monroísmos” se han vuelto una pequeña gran filosofía:

No me importa vivir en un mundo de hombres si en él puedo ser una mujer”.

¡Vaya!, parecen aforismos muy sencillos pero encierran una gran verdad. La señorita Monroe bien sabía de lo que hablaba.


Allá por  1957 la comunidad cinematográfica de Hollywood  ofreció una cena en el restaurante "Morocco" de Los Ángeles para homenajear a la actriz italiana Sophia Loren. Esa noche también invitaron nada menos que a la bomba sexy Jayne Mansfield, muy famosa por su generoso busto. La señorita Mansfield, muy educada, pasó a saludarla y a expresarle sus respetos y admiración...



¿Se imaginan lo que pensó la Loren cuando vio llegar a esta güerota con un  escote mucho más espectacular que el de ella? 
 

Así la Mansfield, con uno de los escotes más audaces de todos los tiempos, llegó muy feliz. Graciosamente se sentó junto a la festejada cuando la periodista más chismosa del ambiente, Louella Parsons (en la foto de arriba), le cedió su lugar. De seguro la rubia pensaba: "¡Mmmh... aquí vamos a ver cuáles chicharrones son los que truenan más...!" 


¡O sea jelóuh...! Loren y Mansfield, un duelo de tetonas de celuloide.


Todos los fotógrafos estaban felices y la Loren, un tanto incómoda, tampoco fue inmune a semejante espectáculo, pues sin querer la cámara captó algunos momentos en los que la hermosa y monumental morena napolitana de ojos gatunos, de vez en cuando atisbaba curiosa (o envidiosa) en el punto focal más llamativo de la noche.


La pobre Sophia seguía sin poder creer lo que veía... tal vez pensaba que las "chiquillas" de su colega no tardarían también en asomarse  completitas para saludarla...


Por lo visto a lo largo de la velada Jayne  no se podía estar quieta. No cesaba de pararse, dar saltitos, sentarse, volverse a parar, ir a saludar a otras personalidades, de ir  al tocador a retocar sus polvos. Sonreía y por supuesto se inclinaba mucho quesque para oír mejor... 


Para Jayne Mansfield el chiste era lucir esos regalos de Dios y dejarle bien claro a todos quién era "Miss Busto".


Nótese al actor de la derecha (foto arriba) si no lo habían mirado no puedo culparlos, que ya mareado puso cara de limón agrio de tanto ver los constantes  movimientos de la hiperkinética rubia. Él es el otrora fabuloso actor Clifton Webb, que ya en aquel entonces tenía 68 años, que parece que quiere sacarse un hueso de aceituna de la boca o que por piedad alguien le tome aunque sea una fotito entre la Loren y la reina del escote. Seguramente, él, que venía de la "Era dorada" de Hollywood, ya había visto de todo, pero ¿ésto...?


El tipo de la izquierda tiene cara de censor de cine y Sophia Loren seguramente ya no sabía si reírse o llorar...



Pero olvidémonos por un momento de aquella noche hollywoodense y déjenme explicarles por qué hoy nos referimos a tan opulento tema.


DE LOS BENEFICIOS DE MIRAR BUBIS

Todo viene a cuento porque acabo de leer que recientes estudios demuestran que los varones que observan unas generosas mamas diariamente durante 10 minutos reportan mejores niveles de salud cardíaca. Porque la excitación sexual deviene en una mejor circulación sanguínea equiparable a la que se obtendría con ciertos niveles de ejercicio semanal.

Así que señoras y señores, he aquí una buena y bastante divertida manera de pasar 10 minutillos diarios… se los dejo a su entera consideración.

Chavos: Saquen sus lentes, sus revistas o vayan a sus sites y cyber-páginas favoritas. Pero mejor vayan a ver su novia...

Chicas: Inhalen, saquen el pecho (y sus brassieres, o desháganse de ellos). Pero por favor, libérense de opresiones malsanas y sean felices.

Ahora brinquen todos a gusto. Porque llegó la hora de echar fuera todo egoísmo, todos sus prejuicios, pero sobre todo,  ¡también las chichis…!!!

¡Corte y queda...!

March de Malcriado.

jueves, 7 de noviembre de 2013

DE LA ELEGANCIA HECHA ACTRIZ

La distinguida actriz Amparo Rivelles se ha ido a tres meses de cumplir 90 años.

Recuerdo una película donde un viejo cuadrado, don Federico de Alba, es muy severo, duro e injusto. Educa a sus hijos con una disciplina terrible y muy autoritaria, todos le tienen miedo. Él era don Fernando Soler en Cuando los hijos se van *** (México, 1968) dirigida por Julián Soler. 
En contraposición estaba la mamá, doña Claudia (Amparo Rivelles) mucho más joven que su esposo. Ella era toda mesura, elegancia, nobleza, capaz de sacrificarlo todo por el inmenso amor a sus hijos, como la rebelde adolescente Paty (Carmen Frida); la joven que  a pesar de la oposición del padre se mete a trabajar y se atreve a desafiarlo para realizar su amor, Amalia (Blanca Sánchez); el noble Federico, estudiante universitario que en realidad quiere ser cantante (Alberto Vázquez) y el hipócrita y ventajoso Carlos (Enrique Becker). 


Todo el melodrama inicia cuando llega de visita un vejete amigo de la familia, don Francisco (Miguel Suárez), acompañado de su joven y provocativa esposa, la bellísima Niní (Malú Reyes). Ella le coquetea a Carlos y le insinúa que lo esperará en la recámara, pues fingirá un dolor de cabeza para evitar salir con todos al paseo de bienvenida. Ya en plena acción, se escucha que inesperadamente la familia regresó a la casa; el seductor sale de la habitación a toda prisa y todos creen que era Federico, que en realidad, ajeno a todo, estaba estudiando para un examen en su recámara. El escándalo se hace mayúsculo y la trama, después de muchos acontecimientos terribles, desemboca en un crimen. 

La historia de alguien inocente, en la cumbre del éxito, pues Carlos  ya está convertido en una estrella de la canción, que paga por la culpa de otros siempre provoca en el público un fuerte desasosiego. Pero el ver a la madre destrozada, sufriendo y llorando por su hijo muerto es algo inenarrable, y sobre todo, cuando la actriz que la interpreta es alguien como Amparo Rivelles. Entonces la película toma tintes de gran tragedia. Jamás olvidé la película, pues lógicamente lloré, lloré y lloré, junto a los otros 1,200 espectadores del cine "Alameda" de la Av. Juárez del D.F. 



Una comedia muy divertida, donde nada es lo que parece.

La señora Amparo Rivelles (1925-2013), acaba de fallecer hace unas horas en España, su tierra natal. Fue una de las actrices españolas más queridas y respetadas de la escena mexicana, a la que llegó en 1959, quedándose aquí durante 20 años. 

Ella hizo de todo, teatro, cine y t.v. Desde tragedias hasta comedias de enredos, como La casa de las muchachas * (Méx. 1969) de Fernando Cortés, en la que como toda una “madame” regentea una casa de citas, pero tiene que fingir que ella es la decente mamá de las populares “muchachas” cuando llega Enrique Rambal al pueblo.


Un melodrama pasional donde la Rivelles es el objeto del deseo de un hombre 20 años menor que ella.


En otra cinta, Remolino de pasiones ** (Méx. 1970) de Alejandro Galindo, con Carlos Piñar y Susana Dosamantes es la guapérrima suegra que el yerno quiere seducir…

En telenovelas nos deleitaba y nos hacía llorar durante meses; desde La cruz de Marisa Cruces, hasta Cristina Guzmán, en la que hacía un doble papel, el de la sofisticadísima condesa de Béjar y el de una cruel mujer perdida.

Su voz escénica era incomparable, densa, grave, sensual, con una dicción perfecta. Jamás se le notó que era extranjera ni por un momento, así que cuando la vi con su caftán rosa mexicano de brilladeras, festejando el Año Nuevo en “Visitando a las Estrellas” de Paco Malgesto —en los años de 1970— y la escuché tal cual era, con su voz natural, me impactó oírla coloquial, nasal, españolada y echando un gran relajo con las otras estrellas y con la escoba para barrer la “mala suerte” en el portón de su mansión. En ese momento me quedó muy claro que los actores para nada son los mismos cuando no están en escena.

Hace dos días supimos que estaba ya muy grave y la pusimos en manos de Dios.

Gracias doña Amparo, por brindarnos tu enorme talento, por tus años de triunfo aquí, entre nosotros, en tu México tan querido y donde nació tu hija mexicana. Ahora descansa en paz, junto a ese Dios al que siempre clamabas en tus películas. ¡Bravo...! 


¡Corte y queda...!

March de Malcriado.