jueves, 29 de agosto de 2019

ROCKETMAN

ROCKETMAN Es una biopicture tan gloriosa como el personaje a quien le rinde homenaje.
© Paramount Pictures




ROCKETMAN G.B. 2019. Dir. Dexter Fletcher. Narra la biografía de un chiquillo hipertalentoso que toca el piano, pero a su familia realmente eso no le importa, y pareciera que tampoco nada que le acontezca; quizás, para deshacerse de él unas horas su madre lo lleva a  la ”Royal Academy of Music” de Londres donde  se  hace  acreedor  a  una  beca. El talento y la disciplina harán del apocado niño alguien todavía más especial, pues evidentemente está bastante acomplejado por la falta de atención de sus padres y por su peculiar manera de expresarse en un mundo donde ser común es la regla,  bajo  pena  de  "no  ser  amado  como  debe  ser". Pero él estaba destinado para ser todo menos ordinario. 



ROCKETMAN No sabemos por qué Elton John (Taron  Egerton), evidentemente enojado, recorre un larguísimo pasillo enfundado en este traje.
© Paramount Pictures



En la  primera  secuencia entra a escena caminando, en una toma de cámara subjetiva, un iracundo tipo espectacularmente disfrazado de diablo, se nota que está absolutamente lleno de rabia, pero no se trata de cualquier diablo, ¡es Elton John…!


Comienza la historia: El tímido Reginald Dwight con los años habrá de convertirse en una de las estrellas del pop-rock más fantásticas del mundo. No creo que haya nadie que no haya escuchado su exitosa música a través de tantas décadas. Pues se trata de canciones entrañables que estuvieron en las listas del hit-parade durante años, de manera intermitente. 

A pesar de no ser una película tan grandilocuente como su referente más inmediato: Bohemian Raphsody (Bryan Singer, 2018) su sencillez permite que sea un relato más íntimo, más conmovedor; mucho más cercano a la realidad, a pesar de su tratamiento como un  musical onírico con un tono a veces convenientemente fársico. 

Los personajes de semejante calibre no pueden ser, sentir ni comportarse como el  resto, como la gente común. Todo en los  artistas singulares pareciera ser exagerado; por eso su vida parece una farsa, pero no lo es. Así es su propia y única manera de estar en el mundo, no tienen escapatoria, como bien lo diría Heidegger. Es entonces que en medio de su excepcionalidad se da la poiesis, su creación,  su  arte. Los genios siempre han fascinado al mundo, recordad la figura de Mozart en Amadeus (Milos Forman, 1984). 

Así  desfila  en  pantalla toda una  colección de peculiaridades, frustraciones, alegrías, alianzas  amistosas, rupturas,  desencuentros, la  primera  audición,  el  contrato  las  giras y  todo  lo  que  es  parte  de la  vida  artística. Cuenta  con  muy buena  fotografía,  excelente guión y la soberbia  actuación de  Taron  Egerton.  Además,  tiene el plus  de un  soundtrack a prueba  de  escépticos,  increíblemente  interpretado  por el  fantástico Egerton (de  seguro lo  veremos  en  las  nominaciones  al  Óscar  de  2020). Si  no  son  fans  de Sir  Elton  John,  después  de  ver esta  cinta muy  probablemente terminarán  siéndolo.      
¡Catártica de principio a fin…! 

¡Corte y queda…! 

MarcH de Malcriado

viernes, 23 de agosto de 2019

LA COMEZÓN  DEL  SÉPTIMO  AÑO Es una  comedia que  dejó la  huella  indeleble  de una  de  las  personalidades   más icónicas  del  siglo XX. Bravo  por  Billy  Wilder.
© 20th Century  Fox




LA COMEZÓN DEL SÉPTIMO AÑO (The Seven Year Itch) EE.UU. Dir. Billy Wilder, 1955. Llega el verano con su intensa ola de calor y las consabidas vacaciones; casi todas las familias se separan del padre por algunas semanas porque los maridos tienen que quedarse en la ciudad para seguir en el trabajo. Así, el editor Richard Sherman (Tom Ewell) regresa de la estación del tren muy contento, con ganas de disfrutar de la paz de su departamento, sin la presencia del niño latoso y de la esposa controladora y mandona. Al fin, después de muchos meses, se siente libre y está dispuesto a hacer todo lo que le pegue la gana, sin las presiones domésticas del matriarcado. Pero su tranquilidad durará muy poco, porque cuando se dispone a relajarse tocan el timbre. Así conoce a “la chica” (Marilyn Monroe) que rentó el departamento de arriba y que no podía abrir.


Un incidente en la terraza le permite invitarla a tomar una copa. Se prepara para recibirla en un ambiente muy propicio para el cortejo y la seducción. Comienza a fantasear con ella. Imagina que la chica bajará transformada en una despampanante femme fatale, atravesando el umbral de su puerta como toda una vamp, envuelta en  una nube de humo y perfume, a lo Marlene Dietrich… Preludio a ser esclavo del deseo. 



Pero la joven resulta ser una ingenua provinciana bastante boba a quien lo único que le interesa es disfrutar del aire acondicionado de Sherman. 



Marilyn no tiene nombre en la película, porque ella es todas las chicas y ninguna. Le gusta la champaña, pero con papas fritas; pero sobre todo, se siente muy segura en casa de un hombre que es casado, porque así: "Ya no podrá pedirme matrimonio"...
© 20th Century Fox




Ella, a pesar de ser una rubia espectacular, da la impresión de que lo último en lo que piensa es en el sexo. Modelo publicitaria de televisión, “la chica” (no tiene nombre en la trama) es la clásica “rubia tonta” que encarna el sueño erótico del hombre promedio. Es la personificación del ideal femenino: joven, hermosa y disponible. La opulencia de su cuerpo contrasta con su mente infantiloide. Parece que hasta para un tipo sin nada especial, y por cierto bastante mediocre, como Sherman, no será una "presa" difícil. 

Sin embargo, la moral, los prejuicios y el sentimiento de culpa entrarán en juego hasta que pase lo que tiene que pasar… 

Se dice que cuando algo se desea en demasía, cuando finalmente se obtiene deja de interesar. Los años de 1950 fueron una era en la que las teorías psicoanalíticas y los estudios sobre la sexualidad humana, como el Reporte Kinsey, comenzaron a ser difundidos en las librerías y en las revistas. Así, aunadas al cine, aparecieron nuevas visiones sobre los patrones de la conducta de las mayorías. La construcción del mundo se comenzó a diseñar de manera distinta. No obstante, todo lo que estaba prohibido, mal visto o era inmoral, se seguía practicando como  siempre, pero de manera clandestina.


La secuencia en la que los protagonistas salen del cine "Trans Lux" fue rodada en la locación real, lo que atrajo a infinidad de curiosos. Nadie se imaginaba lo que verían después...


El director austrohúngaro asentado en Hollywood, Billy Wilder, bien conocido por algunas películas de contenido muy crítico y ácido (recordad Sunset Boulevard, 1950) y a veces bastante subversivas (Una Eva y dos Adanes, 1959), tenía en las manos un guión extraordinario, un actor de excepción (Ewell) y a la más grande bomba sexual del cine desde Jean Harlow (Monroe). Pero de igual manera también tenía encima a la Legión de la Decencia y las restricciones del Código Hays (1930-1967) que prohibían tratar, y mostrar, temas o situaciones que atentaran contra la sagrada institución del matrimonio, la familia, el decoro y otras “cosillas”. ¿Cómo resolver entonces el problema de un marido queriendo seducir a la mujer más sexy de EE.UU.? 


Marilyn Monroe, vestida así y con esa actitud, paradójicamente representó a la "mujer blanca"; aquella que es inocente y por lo tanto no representa ninguna amenaza, ni para los hombres ni para las mujeres. 


La ya de por  sí muy célebre Marilyn Monroe con esta producción de la 20th Century Fox pasó de ser la estrella más sensacional de  Hollywood  a ser un verdadero icono cinematográfico mundial, tan imperecedero como Chaplin, cuando tuvo que actuar parada en tacones altísimos sobre el respiradero del metro de  Nueva  York en la escena de la falda voladora. Entre tomas, los  publicistas le  pidieron a Marilyn que posara también para las cámaras fotográficas. Alrededor de la locación había un auténtico tumulto cuyos silbidos y gran alboroto llenaron de rabia al ex beisbolista Joe DiMaggio, su celoso esposo en aquel entonces, que se había aparecido por allí para ver la filmación. Antes de que ella se diera cuenta él se marchó furioso. Esa secuencia representaba una oportunidad única, otra vez sería una Venus haciendo gala de sí misma ―la primera fue cuando se desnudó sobre aquel lienzo de 8 metros de terciopelo rojo para el calendario “Golden Dreams” unos 5 años antes―.



LA TENTACIÓN VIVE ARRIBA Fue como intitularon en España esta película. Creo que bastante atinadamente. A la Monroe se le conocía como el más grande símbolo sexy, pero con estas tomas rebasó con mucho ese título y se convirtió en todo un icono. 
© Sam Shaw



Poseída por un frenesí delirante, ella y Wilder llevaron a un plano de realidad el sueño de todo mundo en "Cinemascope" y en los vibrantes colores "De Luxe". Los hombres siempre quieren ver lo que las faldas cubren: una par de lindas piernas y, si se puede, las pantaletas. Por el otro lado, las mujeres quieren verse hermosas, deseadas y admiradas, pero sin parecer lascivas. 


Las diosas de cine siempre fueron representadas como un poderoso atractivo para publicitar las películas. Pero en el caso de la Monroe el asunto tomaba dimensiones delirantes; sobre
todo, porque su personaje no aparecía en la cinta tal como lo mostraba este anuncio espectacular.

La publicidad entera se basó en esa singular secuencia. Muy a pesar de la gran decepción del público voyeur que quería verle los calzones a la actriz más  sexy del  mundo  ―porque las tomas usadas finalmente en la película no fueron las que mostraban las fotografías―, la cinta fue un éxito sin precedentes. Aunque por allí circula un metraje amateur de 8mm en blanco y negro donde sí se puede observar, pero muy de lejos, el glorioso momento: Marilyn en éxtasis con la falda levantada.



La falda de Marilyn al elevarse revelaba mucho más allá de lo que hasta entonces se había visto en el cine. En el montaje final, las tomas en full-shot no se utilizaron. Pero hay material amateur que capturó esos momentos.

Los valores de  la  cinta son,  además  de  los  evidentes,   que  pone de  manifiesto que  la  sexualidad del  macho  humano es  inamovible (desde  la primera  secuencia),  que gran  parte  del  discurso que lo  rige es ese  deseo del que Schopenhauer tanto  recelaba  pero  que  es  absolutamente inherente a  la  naturaleza misma. El  "deseo"  de la  naturaleza  es que cada  especie tiene  que perpetuarse  a sí  misma a  toda  costa. A tal  fenómeno, a  nivel  humano, poco  le importa  si  los que  se  juntan  para  la  procreación, y  su  eterna infinidad  de  ensayos,  para  lograrlo alcanzan la  felicidad o  no.  La  mayoría  de las  veces el  resultado,  como  diría  el  agudo filósofo  alemán,  es absolutamente amargo  y  frustrante. Quienes  refuten esa idea nada  más  vean  en este  filme que las  fantasías de  Sherman son  mucho  más excitantes que  su triste  realidad; y  que su  máxima ensoñación,  la  de  poder tener  a la  mujer  más fabulosa  del  mundo, se estrella  en  mil  pedazos al  darse  cuenta  de  que  esa  súper  mujer no  es  más  que una  diosa mitológica,  producto  del inconsciente,  por  cierto  bastante  insensato, de una  civilización  cuya  imaginación construye una  y  otra  vez el  paradigma  de Eros.    

Después  de todo,  me pregunto  qué  hubiera  sido de esa  película  sin  esa archiconocida secuencia. 

¡Corte  y  queda...!

MarcH de  Malcriado

lunes, 12 de agosto de 2019

EL CUENTO  DE LAS  COMADREJAS  Un  excelente  ejemplo de cine latinoamericano que  está  a  la  altura  de  las expectativas  del  cinéfilo  internacional más  exigente.  


EL CUENTO DE LAS COMADREJAS  Argentina y España, 2109. Guión y dirección de Juan José Campanella.

¿Cómo serían Dolores, María o  la Garbo si estuvieran recluidas en una mansión lejos de todo, y de todos, y de repente llegaran unos fans a perturbar su paz y sacarlas del olvido?, ¿y  sí además alguna de  esas  reinas de celuloide  estuvieran acompañadas por el director y el guionista de sus películas…?

Aquí tenemos una gran comedia de humor más negro que el negro del cine negro en blanco y negro, ¡pero en color…!

Las actuaciones son de un soberbio que enchina la piel. La encantadora Graciela Borges es la otrora estrella de cine Mara Ordaz, una diva de antaño que  vive con Pedro de Córdova, su marido (Luis Brandoni), con el director Norberto Imbert (Óscar Martínez) y, por  si  fuera poco,  con el guionista Martín Saravia (Marcos Mundstock).  El argumento es una maravilla,  pues hace flotar en  la  pantalla un suspenso muy efectivo, muy  al estilo de Alfred Hitchcock.

El fenómeno de la fama, que suele ser siempre tan efímera como efímera es la juventud, se rememora en  la  vida de  estos  personajes como una película lejana cuyos ecos se magnifican en su recuerdo mientras más envejecen...

Los jóvenes de hoy son fuertes, impetuosos, arriesgados, y tan atrevidos como su astucia se los permita; igual que éramos quienes ya lo fuimos ayer. Sin embargo, hay una máxima que dice: “La juventud es una enfermedad que se cura con los años”. Nada más cierto, pero hay que ser viejo para entenderlo plenamente.

El oficio de un director de cine es darle coherencia temporo espacial a la acción que marca todo guión; debe saber cómo mover a los personajes en el momento preciso para lograr el efecto que él desea; manejar bien  o  no las piezas en un juego de ajedrez lleva a ganar o a perder el juego. En  la  trama el experimentado Norberto Imbert está acostumbrado al “encanto” de las actrices, sobre todo a su poder de seducción. Cuando la misteriosa y bellísima Bárbara (Clara Otamendi) entra en escena se ponen en juego las acciones que provocarán la fortísima tensión de todas las secuencias que compartan. La  audacia juvenil y la sabiduría del anciano se enfrentan aquí de una manera subyugante.

En contraste total se hayan la diva Ordaz con el aprendiz de seductor, Francisco Gourmand (Nicolás Francella), cuyas situaciones y diálogos son muy chispeantes, y hasta tristemente gozosos.

Esta cinta dirigida por el oscareado Campanella es un remake de Los muchachos de antes no usaban arsénico (José Martínez Suárez, 1976).

Del único “pero” que tengo no estoy muy seguro. Es que el soundratck es de canciones increíbles y clásicas, pero todas en inglés; habiendo en castellano un mar de éxitos de todos los tiempos. Tal vez se pensó en las audiencias internacionales, que están mil veces más familiarizadas con Sinatra que con Gardel, Pedro Vargas o Guty Cárdenas… en realidad no tiene tanta importancia.

Si desean pasar 129 minutos navegando a lo largo de un plácido río de ácido ―en el que el arrojo de la juventud quiere imponerse a la sabiduría de los viejos―, no se la pierdan. Al final del recorrido, la estrepitosa caída en la catarata sólo aniquilará a los más indefensos… 


Recomendabilísima.

¡Corte y queda…!

MarcH de Malcriado

domingo, 4 de agosto de 2019

MARILYN MONROE IN MEMORIAM


NORMA JEANE Inicia su  largo,  pero a  la  vez  corto, viaje hacia  la  celebridad. © Andre de  Dienes,  1945.



PRÓLOGO

Un día como hoy, 4 de agosto, pero allá por 1962, una linda chica de Los Ángeles fue asesinada; ¿un  caso  más  para  la nota  roja...? Veamos  que tan  "roja". 


Ella estaba sola en su  residencia al  final  de  una  privada un sábado  por  la  noche. Se dice  que  "casualmente" el  hermano  del  presidente Kennedy estaba  de  incógnito  en  Los  Ángeles ese día,  precisamente. Que su  teléfono  estaba  intervenido  y  que  su  casa  estaba  llena de micrófonos. La tenían  muy  vigilada. No  únicamente  los  periodistas  se  interesaban en  ella. La  mafia y  el  gobierno querían leer su famoso "diario rojo",  donde  anotaba datos muy interesantes  sobre sus  conversaciones de  política con los  de  "muy arriba". Se  habla  también de una inyección  letal de  barbitúricos capaz de matar  a un  caballo. El  caso  es que no hubo piedad para ella, nadie la defendió de  la fatal  agresión. Ninguna persona estuvo allí  para  pedir  auxilio;  nadie a su lado para acompañarla ni tomarla de la mano dulcemente en su agonía. Aunque  otras  versiones  dicen  que  sí, pero que  murió  a  bordo de  la  ambulancia  que  la  conducía al  hospital y como  todo  era  "tan  raro" la  regresaron  a su  casa  y  que acomodaron  el  cuerpo al estilo "cine  negro". 

Después de la autopsia se declaró: "Probable suicidio con  barbitúricos". Pero  no había un vaso  ni  jarra de agua en  la recámara,  en  su  baño privado tampoco  había agua, porque la  tubería estaba  en  reparación. El  oficial  de  policía  que  atendió  el  llamado de  emergencia,  muchísimas  horas  después,  al  inspeccionar  la  escena notó  que ya  había  mucha  gente reunida allí.  Todo  mundo  había  llegado antes  que  la  policía. También observó    que  el  cuerpo  yacía  en  una  posición bastante  inusual para  el  caso, con  el  auricular  del  teléfono  en  la  mano y  que había  sábanas en  pleno proceso de lavado.  

El cuerpo permaneció desnudo en un refrigerador de la morgue durante 3 días sin que nadie lo reclamara. Dicen  que  algunos  sobornaron  al  guardia nocturno para  abrir  la gaveta y... 

Finalmente, un ex esposo se encargó de los funerales,  pero no permitió la entrada a la gran mayoría de sus “amigos”, porque  los consideró falsos y hasta cómplices del  crimen (él  lo  intuía). 

La estrella de cine más magnificente de su era,  a los  treinta  y  seis  años, había  muerto: Marilyn  Monroe.




LA  HISTORIA  DE LA  HUÉRFANA QUE  NADIE QUERÍA

La pequeña Norma Jeane niña —como toda persona nacida después de la invención de la fotografía—, fue retratada desde que era una rubia bebé de ojos azules. Diecinueve años después, en  1945, comienza su carrera de modelo. Las tomas se multiplicarían hasta niveles inconmensurables y  se vuelve  muy  cotizada. A  partir  de  entonces los “click” de las cámaras la acompañarían durante el  esto de su vida, como si fueran los latidos de su propio corazón…



Había nacido ilegítima en el Hospital General de Los Ángeles en  1926. Su madre Gladys, una vestuarista de la productora RKO, siempre fue bastante desafortunada, con un novio que desapareció en cuanto supo que la "loca" estaba encinta. El abandono de su primer  marido y el de sus subsecuentes amantes fue el detonante de la esquizofrenia de la linda pelirroja, que pronto fue ingresada al manicomio. 


Norma Jeane creció rodando de casa en casa, sin ser realmente cuidada ni apreciada por  nadie. Su inteligencia desafortunadamente no tuvo el cariñoso estímulo que se les prodiga a la mayoría de los niños cuando son queridos, porque no tuvo una familia fija que la formara, la guiara y la amara de verdad. En esas casa siempre fue la última, la más relegada. Luego entonces, de todas sus carencias, la del amor fue la más terrible, la más dolorosa. Las familias sustitutas lo que realmente querían eran los dólares que recibían del condado por tenerla en custodia. 



LA PEQUEÑA NORMA  JEANE A  los  8 años era  una  güerita muy  alta  para  su  edad; la  apodaban "Ratón" y tenía  una carencia  afectiva muy  acusada. Eso  la  marcaría  para  siempre.


A pesar de todas esas desventajas, e increíblemente, su coeficiente intelectual llegó a ser muy superior a la media, se dice que de 165 puntos. Por éso y a pesar de no haber podido terminar la secundaria, porque la casaron para evitar que regresara al orfanatorio, muy temprano ella podía leer libros de cierta dificultad cognitiva. Tanto le interesaba la cultura y  la instrucción  académica que ya siendo una starlett se inscribió en un curso universitario de literatura, donde todos la conocían  porque ya  "salía" en las películas.


Todavía adolescente, y una vez consciente de que estaba desorientada y de que existía todo un universo inabarcable por descubrir —más allá del orfanato, de su prematuro y anodino matrimonio con un chamaco bobalicón, y después de su trabajo de obrera en una fábrica deprimente—, cerró los ojos con fuerza y  soñó.

Soñó que soñaba un sueño donde  era hermosa, dorada, admirada y sobre  todo, ¡amada! Eso le gustó tanto que volvió a hacerlo todas las noches; en  su sueño todo era tan bonito que también se repetía como una ensoñación diurna; hasta que le quedó bastante claro que tendría que seguir soñando, para mitigar sus miedos, su miseria, la angustia y el insomnio...


Corte a: Un fotógrafo publicitario la "descubre" en  la  fábrica en  la  que  era  obrera y le dice que es preciosa... 




Norma Jeane Dougherty al  natural por  David  Conover, en  el  exterior de  la  fábrica,  1944. De ahí a   modelar para las revistas. Si un  fotógrafo  te  dice que  tienes  fotogenia,  ¡créele...!




LA LOQUITA QUE SE  SOBREPONE A SU  MALA SUERTE

Sabía  que  era  bonita,  pero no  sabía  que  un  profesional  de la  lente  la  pudiera considerar altamente fotogénica. Poco a poco, consigue por sus propios medios ser una de las cientos de modelos que había en Hollywood, la ciudad glamour y "Capital del Cine". Viviendo aquí y allá, logró subsistir. Así aprende, sonríe, camina, gira coqueta, posa, seduce... y brilla, brilla de verdad porque le dicen que se aclare el cabello, de rubio castaño a su tono original de bebé: rubio champán. 



"No me  importa  el  dinero,  ¡sólo  quiero  ser  maravillosa...!". 
Marilyn Monroe. 


Un día en  un  estudio le dijo al jefe de casting:


“No me importa el dinero, ¡sólo quiero ser maravillosa...!”.


Aquello  fue  una  profecía,  era todo lo que ella anhelaba. Irónicamente no sabía que ya lo era,  y por mucho... Ya estaba en el camino correcto para “ser maravillosa”, según sus propios parámetros, que eran cada vez más claros, precisos y exigentes. Después sería evidente que sus anhelos no estuvieron nunca fuera de su alcance...




Norma Jeane,  en una  de  tantas revistas.  No  todo el tiempo era sexy,  pues también tenía que alternar su  imagen para  ilustrar artículos y  anuncios como la "girl next door",  la  chica  de  al  lado.


Norma Jeane y sus maestros, Norma Jeane y su desmesurada obsesión por la belleza, por el arreglo, por el cuerpo, el ejercicio, la correcta postura. Ahora estaba obsesionada por todas esas cosas; por saber los secretos del arte que muy pronto pondría en práctica: la actuación.


¿Pero cómo podía atreverse esta pobre bobita pretenciosa a quererlo todo...?, se preguntaron muchos. Si lo que veían era tan sólo una vulgar bonitilla más, de boca demasiado roja y contoneos delirantes y  hasta  ridículos. Inclusive se burlaban de ella y  la  confundían con una joven prostituta bastante  chistosa. Continuaría siendo humillada, subestimada y abusada. Vaya que fue abusada. La labor se antojaba casi imposible, titánica. ¿Ser actriz? ¡Ay, pobre infeliz, con pues con esos antecedentes y carencias hasta  sonaba  farolona...!





El fotógrafo húngaro, André de Dienes, intituló como "Happiness" esta foto de Norma Jeane Dougherty sin maquillaje en 1946. Estaban en la playa de Malibú leyendo poemas y ella personificaba los diversos sentimientos del alma humana.




DEBAJO DE LOS  REFLECTORES


En  unos cuantos años, cuando comenzó a fulgurar bajo los cegadores reflectores de la fama, ella jamás perdió la firme visión que tenía de la artista fabulosa que estaba dispuesta a ser,  la que diseñaba y recreaba poco a poco, a  solas en el  espejo; un secreto que ni sus mismos profesores sabían. 

Mientras se mostrara "sirena" sería notada, admirada y deseada. Esa  era  su  arma. Aunque muy bien sabía que  había  de  sirenas  a sirenas... Ya quesque dentro del cine, con papelitos de ornato y ropa entallada, fue apodada "La Chica Mmmmh". No  obstante, no se conformó con éso. Quería mucho más. 



ESTUDIO, TRABAJO Y  PERFECCIONAMIENTO 

Una vez convertida  en "Marilyn", necesitaba vehementemente ser toamda  en  serio,  ser respetada como actriz; por éso se perfeccionaba en su oficio. Dejó  de  ir  a fiestas y cocteles. Prefería  quedarse  en casa  leyendo,  estudiando. Trabajaba mucho para mejorar  su  oficio: pincelada tras pincelada, de manera acuciosa y milimétrica; hasta los niveles mismos de la locura. ¡Así son los artistas verdaderos...!



En mayo de 1949, despedida de la 20th Century-Fox y  sin renovación de  contrato para la Columbia Pictures, Tom Kelley le ofreció una sesión de fotos al  desnudo. Ella aceptó porque necesitaba desesperadamente esos cincuenta dólares. Así nació el mítico calendario "Golden Dreams" de  1950.
© Playboy


¡Oh, Norma Jeane, Norma Jeane…!, la pobre "putilla" desarrapada y sin apellido. Pero con  el  demonio adentro. La que se atrevió a hilar, ella misma, el lienzo en el que plasmaría, prodigiosamente, lo que siempre había soñado: La apabullante imagen de una diosa de nitrato de plata puro, ¡Marilyn Monroe...! 





Nunca  antes, jamás  después...  Marilyn Monroe.
© Milton Green State



FILMOGRAFÍA SINTETIZADA


A  pesar  de haber  pasado ya  tanto tiempo su legado parece crecer con  cada  década, porque su hermosura y su talento fueron capturados por las cámaras cinematográficas a razón de 24 cuadros por segundo:  86,400 veces por hora… 


MARILYN MONROE EN  NIÁGARA / Torrente  pasional (Henry Hataway,  1953). Fue  publicitada  en  el  tráiler de  la  película  como una maravilla  de la  naturaleza,  la  otra  eran  las  cataratas. Nunca antes se  había  visto  una  mujer  así  en  la  pantalla;  el  mundo  quedó  atónito y "la Monroe" se  convirtió en el  símbolo  sexual más  grande  del mundo. © 20th  Century Fox



Ella actuó en 31 películas; varias de ellas consideradas como joyas clásicas. Con apariciones de extra (de unos 5 ó 10 segundos) hasta sus logrados estelares. Aunque todo fue poco a poco, ganando cada vez más tablas. Nada de lanzamientos a lo "soy la novia del productor".


DIOSA DE  LA  ERA ATÓMICA

Marilyn, la última divinidad dorada de profunda mirada celeste,  melancólica... de labios incitantes, sonrientes. A  ese estereotipo de  la "all american  girl" se  le  veía siempre feliz en el templo inmaculado de su imagen, que  rebasaba  con  mucho  las  expectativas  de los  productores,  de  los más  talentosos directores  y  del  público.



A Billy  Wilder se  le  ocurrió que en  una  secuencia a  "la chica" de  La  comezón  del  séptimo  año (1955),  tan  inocente como una  niña traviesa, se le debía levantar  la  falda  sobre  la  rejilla  del  metro  en Nueva  York. Con ese  momento Marilyn se  consagró  en  la iconicidad   universal de  una  vez  y  para  siempre. 


El  fenómeno Monroe se  salió de  la  pantalla, para aparecer  en la portada  de  las  revistas,  como  en  un  principio, y  en los  pósters, desde aquel legendario calendario rojo, sus afiches con sus "amigos los diamantes" o los  muchos con la falda al aire,  que  fueron reproducidos casi hasta el infinito. 

En  la  cumbre de  la  fama se da  cuenta  que en  Hollywood  sólo la  han  explotado  como "bomba  sexy" y  que  allí  ya  no  le  ofrecerán otra  cosa mejor,  que  actuara o  no realmente  no  les  importaba. Toma  entonces la  desición de rebelarse contra  el  estudio y  se  marcha  a Nueva  York a  estudiar actuación muy  en  serio, junto a  los  grandes, en  el  "Actor's Studio" de  Lee Strasberg.  También se  anima y funda  su  propia productora,  "para hacer mejores  películas",  como  declaró  para  la  televisión  en  cadena  nacional. El  resultado  son las magníficas Bus Stop / Nunca  fui  santa de  Joshua  Logan (1956) y El  príncipe  y  la  corista (Lawrence  Olivier, 1957). En  esta  última  "eclipsa" al propio director,  considerado como  uno  de  los  mejores actores  del  mundo.  Obtiene la  "Estrella  de  Cristal" en  Francia y el "David  de  Donatello" en  Italia, por  ser  la  mejor  actriz  extranjera. Mientras tanto, y  a pesar  de  tan  finas  interpretaciones, la Academia de  Artes  y  Ciencias Cinematográficas continúa ignorándola y peor aún,  en la  "Meca  del  Cine"  no la  perdonan y  hasta  tienen contratadas a  otras  "Monroes": Jayne  Mansfield, Sheree North,  Kim  Novak y  Cleo Moore. 

De  repente,  el mundo se  quedó  pasmado cuando pensando  que  Marilyn ya no  podía  llegar más  alto—, Billy  Wilder la convierte en  "Sugar", dirigiéndola en  una  de  las  mejores  comedias  de todos  los  tiempos,  la  sarcástica  y  transgresora: Una  Eva  y  dos  Adanes (1959).



UNA EVA  Y  DOS  ADANES Dirigida  por  Billy  Wilder en  1958, es  una  de  las  comedias  más locas, atrevidas y geniales de  la  historia  del  cine. Muy  avanzada para  su época es todo un clásico.  © United Artists



DE LA ICONICIDAD 


La nueva "Venus"  sería, final y oficialmente glorificada por el arte pop de Andy Warhol a  partir  de  1962. Esa imagen cerraba y abría 2  eras. Ni Estados  Unidos ni  el  mundo serían los  mismos. ¡Ah!, pero no se puede pasar por alto a Ken Russell con su increíble y postpsicodélica Tommy (GB, 1975),  en  la  que se  eleva  su  figura  a la  calidad  de icono de  culto.



La apoteosis de la Monroe. En la "Marilyn Church" ella es diosa y a la vez sacerdotiza de una nueva religión. La ópera rock Tommy (GB, 1975) dirigida por Ken Russell.
© RSO Records / Columbia Pictures
 





La década de 1950 llegaba a sus últimos años y todavía no existía nadie como Marilyn. Betty Grable, Dietrich y Hayworth habían dejado de ser jóvenes. La propia Grace Kelly, con todo su primor y su Óscar (bastante inmerecido, por cierto) ya se había marchado a fungir como la nueva princesa de Mónaco. Audrey Hepburn y Doris Day tenían su propio nicho de "niñas buenas". Otra actriz muy celebrada era Elizabeth Taylor, que se consideraba mucho más bella y mucho mejor actriz que la Monroe, pero estaba muy celosa porque decía que ella era una simple leyenda, y que en contraste la rubia era todo un mito.



De Andy  Warhol la  "Multi Marilyn" de 1967,  retomada del  original  de  1962. Colección del Museo  de  Arte  Moderno  de Nueva  York.  



DE LA  ETERNA  FASCINACIÓN


El mundo está lleno de paradojas, pues no debemos olvidar que con  todo y  todo, en realidad Marilyn en  el  fondo nunca dejó de ser aquella triste güerita abandonada y frágil. A pesar de ser "la Monroe", ella seguía siendo Norma Jeane, la chiquilla que  tenía  que  bañarse  al  último  en  una  tina con  el  agua usada antes  por todos   sus "hermanitos postizos";  medio  tartamuda (a  raíz  de  los  tempranos abusos  sexuales), temerosa, de vocecita balbuceante.  La de los calzones agujerados... y  el  alma  rota.



EPÍLOGO

Ella era Géminis, era como 2 personas  pero la misma; aquella mujer-niña que —a pesar de hallarse en la cumbre de su fama atómica— temía  estar  loca  como  su  madre. La superestrella incrédula e insegura, se preguntaba si con cada filme de "Miss Monroe", su obra maestra,  lograba gustarle suficientemente al público; ese ente único,  monstruo voraz e irreductible, al que sabía que era el único al que le pertenecía...

"No fue ningún  estudio ni  nadie,  si  soy  estrella fue el  público el  que me hizo estrella". Marilyn dixit.



La metamorfosis total, de Norma Jeane a Marilyn.
© Bert Stern, 1962

¡Corte y queda...!

March de Malcriado