domingo, 28 de junio de 2020

RUBÍ (LA SERIE)



RUBÍ El ángel malvado más admirado y querido de la televisión mexicana. © Televisa / Lemon  Studios

RUBÍ (México, 2020, Prod.  Carlos Bardasano para Televisa y Lemon  Studios, Dir. Carlos  Cock/ Pepe  Castro/ Pavel  Vázquez).

La  siguiente línea en  el  segundo  capítulo: “No me  va a tragar la  pobreza” sintetiza la ideología de  una  de  las  villanas  más admiradas en la historia  del  melodrama. No cabe duda, Camila Sodi es una actriz muy guapa-guapísima y además con una  figura espectacular que  hace  toda  una  creación de  la villana-heroína más  fantástica. La  magia  de  esta  fábula  aspiracional es  que nos  gusta  mucho y terminamos  amándola a  pesar  de todas  sus  fechorías,  porque de  antemano  sabemos que no  es una  chica sumisa ni  obediente;  que no  es  una hipócrita y  que es  sumamente  audaz. Rubí es una mujer muy  segura  de  sí  misma,  es transgresora,  sin falsos tabúes, que  logra  lo  que  quiere  a  costa  de lo  que  sea y  no  se  vuelve  a mirar  atrás. La  opinión  de los  demás  le  importa  un  reverendo  pepino. ¿Quién  no  quisiera  ser  así...? 

Desde que  vi a  la  Sodi  en  la  serie  Luis Miguel: La Serie (Netflix, 2018) me gustó mucho, aunque ya  la  había  visto  por  allí antes  sin  seguirle  realmente  los  pasos,  pues de más joven ya andaba de reina de telenovelas antes de casarse con Diego Luna, que ahora también es star de cine gringo,  pues ya hasta "chico Allen" fue en Un  día  lluvioso  en  Nueva  York (Woody Allen, 2019). 


RUBÍ El argumento original  de  Yolanda  Vargas  Dulché apareció en la popular revista semanal de historietas de  1963 "Lágrimas,  Risas y  Amor" con  30 capítulos. Todo  mundo  la  pedía  en  el  puesto como "El  Lágrimas y  Risas". Cuando  salíamos  de viaje a  los  estados  iba  un  número  adelantado. Salía  los  viernes.   © Editorial Argumentos / VID


Pero bueno, Rubí es un argumento original de Yolanda Vargas Dulché para la popular historieta “Lágrimas, Risas y Amor”, aquella revistilla semanal de dibujos de  color  sepia en  1963. Más  tarde fue estelarizado en la televisión por la inolvidable y despampanante sex-symbol Fanny Cano en 1968 bajo la dirección (y dicen  que la tortura) del temible Fernando Wagner, en  una  producción  de Valentín Pimstein para  Telesistema  Mexicano.



FANNY CANO Nunca antes se había visto a una actriz de semejante belleza en la televisión. Ella fue la Rubí perfecta, cuya belleza no podía ser otra cosa mas que diabólica. El público mexicano de aquel entonces quedó muy impactado.



La deslumbrante hermosura  de esta  actriz  de  cine,  que  ya había  aparecido  en  comedias  de  rock  juveniles, en  pequeños  papeles decorativos, la convirtió en  otro  de  nuestros mayores  símbolos  sexuales;  su  nombre  se  convirtió  entonces en  sinónimo de glamour  y  sex-appeal.

Así, la  exitosa telenovela fue llevada al  cine 2  años  después,  pero con la  hispano-persa, Irán Eory (Carlos Enrique Taboada, 1970), recién  llegada  a México, a quien tuvieron  que  doblarle  la  voz con  la  de la  súper  sexy  Norma  Lazareno, otra  bomba de  cine,  porque Eory todavía  tenía  el  acento demasiado castizo. Muchos  extrañaron  la  presencia  de  Fanny  Cano,  como  es  lógico;  pero así son  las  cosas  de  la  farándula. Aunque  se  dijo  que sus  pretensiones económicas  superaban  con  mucho  el  presupuesto de  la  película.  



RUBÍ En cine. Estrenada en 1970 todo mundo quedó decepcionado de que Fanny Cano no fuera la protagonista. 
Irán Eory lo hizo bastante bien, pero su belleza no era del tipo vamp que requería el personaje y su voz tuvo que ser doblada.
© Películas Rodríguez / Producciones Guillermo de la Parra / Cinematográfica Filmex


Mucho  más recientemente la  encarnó la  no  menos  guapa Bárbara Mori para Televisa (Jorge  Alberto Castro, 2004).  Todas ellas han hecho de la historia de Rubí, esa chica pobre y naca que, gracias a su belleza y astucia perversa, logra escalar de la pobreza hasta la opulencia más delirante―, un clásico absoluto del melodrama mexicano.


RUBÍ Seduce al rector de la universidad, pero termina embaucándolo para conseguir una beca completa. © Televisa / Lemon Studios


Como  he  visto todas las  versiones anteriores, mi expectativa esta  vez era  muy  grande. Me encontré con una versión bastante libre e  inusitada de  Leonardo  Padrón, con personajes adicionales que no estaban en el original: el  rector  de la  universidad, los  malandrines  del  barrio  que  molestan  a todas "las  Pérez" y  que  les  queman su  vivienda, la sobrina "Fernandita", que por lo menos para nada está ñoña ni sobreactuada como suelen ser los escuincles de telenovela, y la reportera "Carla" (la guapísima Ela Velden, ¡no buenooo...!) que llega 20 años después a la apartada y ridícula mansión (con rayos láser) de una sobreviviente Rubí maltrecha y "envejecida" ―que  usa una  peluca horrible, un  bastón y que se encuentra "desfigurada" con 3 chicles pegados en el cachete―, disfrazada como de una especie chafa de Maléfica a medio  camino entre Lili la  de  Herman y  de Morticia Adams, con todo y su fiel sirviente "Boris" (Henry  Zakka),  todo muy a lo castillo de Drácula o a la  mansión  de los  Monster.


RUBÍ La periodista "Carla" (Ela Velden) es en realidad "Fernandita" 2 décadas después.      © Televisa / Lemon  Studios


En el papel de "Maribel" está Kimberly Dos Ramos ―venezolana de belleza extraordinaria―, quien por la decepción del rechazo del magnate Héctor Ferrer (Rodrigo Guirao tan guapo como desangelado) que  la ha  cambiado  por  Rubí, en un arranque de rabia y frustración lanza la prótesis de su pierna por la escalera.


RUBÍ A la mítica malvada no le importa hacerle daño a su mejor amiga Maribel, que iracunda lanza la prótesis por la escalera.       © Televisa / Lemon  Studios

Esta nueva versión se ve bastante cara, con locaciones de gran lujo, inclusive hasta algunas en Madrid. Pero aunque el ritmo es vertiginoso a veces luce fallida y pretenciosa. La mayoría del reparto está miscasted, es decir equivocado, mal escogido; no dan la talla, algunos hasta se ven fingidos o les falta edad. Por ejemplo, aunque  es muy  buena  actriz,  Mayrín Villanueva de "doña Refugio", con todo y ojeras y la cabellera descuidada, se ve casi como la hermana mayor y no como la mamá de Rubí. Muchas de las situaciones se ven bastante forzadas y  demasiado  exageradas. El multimillonario, bueno los 2, porque aparte de "Héctor", el arquitecto de mucho éxito, que vivía en Dubai y que viene a México a conocer a su novia virtual Maribel, tienen a "don Arturo de la Fuente" (Lisardo) el padre de Maribel, banquero que también es inmensamente rico (que por cierto toma su güiski carísimo con "Cayetano" (Antonio  Fortier,  buen  actor), el chofer, porque no tiene con quien hablar ―y por lo visto tampoco chupar―, ¡puff, no por favor...!). 

Así "Héctor Ferrer", el súper galán, no proyecta nada; es un guapito bastante hueco y luego el acentito argentino, ¿vijte ché...?, peor. Antes a los actores extranjeros que llegaban a actuar en producciones aztecas les daban un curso de dicción para disimilar sus acentos regionales propios, sobre todo los que son tan acusados como el de los cubanos y los argentinos. 

Hay otro personaje nuevo que corteja a la tentadora Rubí, el famoso  diseñador y  couturier "Lucas Fuentes" (Marcus Ornellas), que no se sabe bien a bien de qué nacionalidad es, pero que habla con acento muy mexicano. Sin embargo, a él si le quedaría hablar con otro acento, siendo supuestamente el extranjero que es. Un acierto fue escoger al popular actor José Ron como "Alejandro" el médico traicionado, también un galán ―sin fortuna todavía―, pero eternamente enamorado de la protagonista.


JOSÉ RON Interpreta al Dr. Alejandro Cárdenas, el verdadero amor de Rubí. Él es un actor muy querido por el público; las fans lo adoran y la verdad está perfecto como el galán coprotagonista de este divertido remake.
Foto: Instagram


En  su  gran  estelar,  la señorita Sodi, absolutamente fotogénica por  donde  se  la  vea, además  de actuar extraordinariamente bien ―con  registros  muy  variados que  van  desde el de la ingenua perversa  que básicamente es,  hasta el  del cinismo,  su desmesurado  amor propio,  el  que  siente  por  Alejandro  y  por  el  dinero, como  un  plus canta el  tema de  entrada con  una  voz  verdaderamente melodiosa y agradable.  Los  arreglos musicales son  de  primera. Esta telenovela anunciada  como  "serie", marca por  fin su  consagración definitiva como una  gran  estrella.  

Mención  aparte  merece  la  gran  fotografía  aérea  de  la Ciudad  de  México,  que luce como  la  gran  metrópoli de  proyección  internacional que  es. Cómo  ha  cambiado  la  arquitectura  de esta fabulosa capital en  los  últimos  años.  

Después de ver, sin comparar por  supuesto,  otras series disponibles  en  streaming, contra este divertimento ligero, me tengo que  poner en modo "Las Estreshas", es  decir: de muy buena fé y  muy dispuesto a enojarme, pero también a llorar y  a reírme mucho, con esta producción tan cursi como entretenida. Rubí es  una deslumbrante Cenicienta postmoderna, empoderada, astuta, sin  prejuicios,  a  la que tienen totalmente   sin  cuidado  los escrúpulos y  el  complejo  de culpa,  y que,  a pesar  de  todo,  es  capaz  de querer mucho a  su  madre, a  su  sobrina y que sorpresa,  ¡se permite pedir  perdón...!  

Pero bueno, a ver, ¿quién me manda...? Mejor ya me voy, porque la de los primorosos ojos castaños, "súper Rubí”, ya está por comenzar y... <<¿A quién le importa... lo que yo hago? / ¿A quién le importa lo que yo digo? / Si soy así y nunca cambiaré...>>

¡Corte  y  queda...!

MarcH de Malcriado

lunes, 22 de junio de 2020

TOY BOY


TOY BOY Carlo Costanzia hace de su personaje Jairo, tan sexy como emotivo, uno de los grandes consentidos de esta epidérmica serie.  © Atresmedia/ Netflix


TOY BOY (Dir. Iñaki Mercero / Javier  Quintas, Prod. Atresmedia para Antena 3, España, 2019). 
Yo  la  hubiera intitulado,  después  de su  título original,  claro  está como:  QUÉ CALOR EN MARBELLA, MEJOR BAILO EN TANGA,  en  serio. 


El varón como ente erotizado y  erotizante se oferta hoy en un creciente mercado multisexual ávido de belleza, de híper masculinidad y hasta de nuevas sensaciones y emociones.  Con la apertura de la nueva mentalidad que ha  derribado los tabúes que obligaban a todos a ocultar sus gustos, por más “secretos” que estos fueran, ahora todo se vale. Ya no hay secretos. El hombre ya no es solamente el macho de  las  3  "f": feo, fuerte y formal que solía ser antes al  estilo  del inspector de  la policía, Mario  Zapata, que  hace aquí el magnífico Pedro Casablanc― o que socioculturalmente se veía obligado a ser, pues en  la actualidad el culto a la hermosura y a la juventud está en pleno auge y no excluye a nadie. 



TOY BOY Los hombres apolíneos como objetos sexuales están al alcance de la mano de quien pueda pagarlos.
© Atresmedia/ Netflix




La reciente teleserie, actualmente exhibida mundialmente en Netflix: Toy Boy, es un thriller policíaco que cuenta la historia de un estríper, en muchas ocasiones confundido o malamente denominado como “prostituto”, con la misma connotación negativa que   también conllevan  las chicas, o señoras sexoservidoras.  Cuestión  que entonces   lo  pone en  desventaja al  ser prejuzgado y juzgado  como alguien intrínsecamente malo,  proscrito. Sin  embargo, e irónicamente ya no es nada raro para nadie que alguien de cualquier sexo alquile los servicios de alguien más, también de cualquier sexo… para pasarla bien si  tiene  con  qué  pagar. 




TOY BOY La abogada Triana Marín (María Pedraza) y la cougar mega millonaria Macarena Medina (Cristina Castaño) se disputan la atención y el amor  de Hugo (Jesús Mosquera,  increíble y  novel  talento), el muñeco de estriptís más caro de la Costa del Sol.                    © Atresmedia/ Netflix

Así la Macarena (Cristina Castaño,  hermosa  donde  las haya), una empresaria archimillonaria, tiene bajo su “protección” a Hugo (Jesús Mosquera, cuya  actuación  es  espléndida  tomando en  cuenta  que  procede  del  medio  futbolístico) su macho de alquiler. El Huguín, que por las noches baila en un chóu de encueradones, y que es y está más bueno que el pan, vive como en un sueño mágico bajo los reflectores, la luna o el sol de la playa ―según la hora―, pero pronto se ve involucrado en un terrible crimen. Lo que pareciera una vulgar historieta de “putillos de la noche” es una espectacular intriga mucho más interesante de lo que pareciera ser. No hay allí desperdicio alguno, pues la opulencia de-luxe convive con la pobreza, y al mismo tiempo con abogados y la policía, todo en un mismo y  soleadísimo paraíso. Las relaciones  familiares,  la seguridad y la protección  que se  deben,  son  muy  fuertes,  pero en  algunos  casos también  son muy  laxas. La búsqueda  de presuntos culpables es exhaustiva mientras nos  deleitamos  con  magníficos números  de streaptease varonil elaboradísimos, muy  sofisticados  de  verdad, y ejecutados  por  verdaderos living  dolls  que  cobran  bastante  caro.  Lo  que  hagan ellos  después  del  espectáculo es su libre  desición,  y  vaya  que  hacen muchas  cosas... 


TOY BOY Una  ovación  de  pie para Pedro  Casablanc,  que  hace a Zapata, el  inspector de  policía  más emocionante desde Fumero, el  jefe  de la policía  de  La  sombra  del  viento  del  recientemente  fallecido Carlos  Ruíz  Zafón.
© Atresmedia/ Netflix


Mención  aparte requiere una  asombrosa coreografía vamp que por  sí  misma bien podría  valer como  un  hito,  sin  antes ni  después,  en  la televisión.  Pero  cuidado, nada es lo que parece, y al llegar al capítulo final de  esta  primera  temporada nos queda un regusto amargo, agridulce y a la vez tan salado como el mar. Pero también queda uno muy  satisfecho de haber visto una serie de  13 episodios con grandes actores y realizada con excelente calidad,  de  veras. 

¡Corte y queda…! 

MarcH de Malcriado