martes, 13 de octubre de 2015

DE QUE A CABALLO DADO NO SE LE VE COLMILLO

¿Qué hacer cuando se quiere tener una de las pinturas más  famosas y caras del mundo…? 


THE WOMAN IN GOLD (La dama de oro). EUA, GB, Aus., 2015. Dir. Simon Curtis. La dulce viuda Maria Altmann (Helen Mirren), de Los Ángeles, desea comprar una nueva máquina lavaplatos, pero no tiene dinero. Bien sabe que con las ventas de su pequeña boutique no le alcanzará. Un buen día se le ocurre que se va a poner con Sansón a las patadas, pues desea que el museo del Palacio del Belvedere de Viena le regrese la pintura más fabulosa de su colección, "The Woman in Gold" de Gustav Klimt, que le perteneció a sus antepasados austríacos. De entrada, la propuesta puede considerarse descabellada, pues es como si un descendiente de Leonardo Da Vinci le reclamara al Museo del Louvre la Mona Lisa...

Todo comienza en 1908, cuando Klimt aplica hojas de oro a su cuadro más celebrado; inaugura así su resplandeciente época dorada. El retrato es de Fraülein Adele Bloch-Bauer, una dama de lánguida mirada, belleza extraordinaria y gargantilla de brillantes; que resulta ser la tía favorita de la protagonista. 

La  señora Altmann contrata los servicios del joven e incipiente abogado Randol Schoenberg (Ryan Reynolds),  quien atraviesa por grandes penurias económicas, pues su esposa espera la llegada de su segundo bebé. Él al  principio  está muy  renuente, pero cuando se entera del valor de la famosa pintura le brillan los ojos y no duda en aceptar el caso de inmediato.  Busca entonces  el apoyo económico del bufete presidido por el abogado, y viejo lobo de mar, Sherman (el glorioso Charles Dance). Pronto hacen maletas y aterrizan en la otrora capital del Imperio Austrohúngaro.




La  señora  Altmann (Mirren) y  su  abogado, Randy Schoenberg (Reynolds), con la famosa  pintura  de  Klimt exhibida  en  el  Belvedere  de  Viena. Foto: © Origin  Pictures

Una vez en la ciudad imperial, literalmente, lo más brutal son las secuencias en flash-back que rememoran fragmentariamente lo que vivió Mrs. Altmann en aquella esplendorosa Viena de su niñez, y después, ya jovencita, cuando llegaron los nazis —porque Austria fue anexada a Alemania en 1938—, vitoreados y bajo una lluvia de flores… irónicamente.

¡Qué  gran esplendor;  qué terrible tragedia...!

La Mirren, como siempre, da cátedra de actuación; tan sólo recordad The Queen (Stephen Frears, 2006)***; que le dió un merecidísimo Óscar.

Reynolds está muy bien, así como el resto del reparto. El soundtrack es muy discreto, pero elegante. La fotografía es bastante mesurada. Realmente disfrutable. **

March de Malcriado

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