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LOS COLORES DEL TIEMPO Las vivencias de una ingenua mujer que giran alrededor de la vida cultural y artística del París de la Bella Época. © StudioCanal / Cine France 2 |
Los herederos de una casa en la campiña francesa descubren que su abuela, ¿o bisabuela?, Adèle, estaba ligada a los artistas más deslumbrantes de la Belle Époque. Al ir a inspeccionar la propiedad para ponerla a la venta e inventariar todo lo que contiene van descubriendo objetos llenos de una historia y nostalgia indescriptibles, pues son las piezas del rompecabezas de un pasado extraordinario que poco a poco van armando.
Un poco en la línea de Una noche en París de Woody Allen (2011), narra eventos en 2 líneas de tiempo diferentes pero sin tintes fantásticos: El actual y el de finales del siglo XIX, cuando los impresionistas irrumpían en la escena pictórica de la “Ciudad Luz”.
Las cadenas comerciales siempre están saturadas de insulsos blockbusters: de horror, dibujos animados y filmes infantiles o demasiado juveniles, pues la avalancha de producciones gringas deja muy poco espacio para las películas de otras cinematografías muy valiosas. Pero si hurgamos bien en la cartelera usualmente podemos encontrar esta escasa oferta de excelentes películas y entonces los cinéfilos nos ponemos muy contentos.
La puesta en pantalla de Los colores del tiempo es impoluta de todo a todo: dirección, actuaciones, locaciones, dirección de arte, fotografía, etc. Fue una de las selectas presentaciones del reciente “29° Tour de Cine Francés” en la CdMx. Cuando se estrene en corrida comercial, por supuesto en salas de arte o en la Cineteca Nacional, iré a verla de nuevo, porque es una película exquisita y muy poética que lo deja a uno con esa grata sensación que tanto me gusta y con ganas de ir a una pinacoteca o de leer un libro decimonónico. ¡Ah, cosas de viejillo romántico!
De cierta manera Los colores del tiempo es un homenaje a esa pléyade de artistas que amamos y que marcaron nuevos rumbos para la expresión del arte universal.
¡Corte y queda…!
MarcH de Malcriado
Las cadenas comerciales siempre están saturadas de insulsos blockbusters: de horror, dibujos animados y filmes infantiles o demasiado juveniles, pues la avalancha de producciones gringas deja muy poco espacio para las películas de otras cinematografías muy valiosas. Pero si hurgamos bien en la cartelera usualmente podemos encontrar esta escasa oferta de excelentes películas y entonces los cinéfilos nos ponemos muy contentos.
La puesta en pantalla de Los colores del tiempo es impoluta de todo a todo: dirección, actuaciones, locaciones, dirección de arte, fotografía, etc. Fue una de las selectas presentaciones del reciente “29° Tour de Cine Francés” en la CdMx. Cuando se estrene en corrida comercial, por supuesto en salas de arte o en la Cineteca Nacional, iré a verla de nuevo, porque es una película exquisita y muy poética que lo deja a uno con esa grata sensación que tanto me gusta y con ganas de ir a una pinacoteca o de leer un libro decimonónico. ¡Ah, cosas de viejillo romántico!
De cierta manera Los colores del tiempo es un homenaje a esa pléyade de artistas que amamos y que marcaron nuevos rumbos para la expresión del arte universal.
¡Corte y queda…!
MarcH de Malcriado