RETRATO DE UNA MUJER EN LLAMAS (PORTRAIT DE LA JEUNE FILLE EN FEU)
Francia, 2019, Dir. Céline Sciama. La exhibición y la promoción de la belleza femenina es una constante a lo largo de la historia, en todas sus manifestaciones. Hoy en día, la Internet con sus redes sociales: Instagram, Facebook, el Tik Tok, las aplicaciones de encuentros amorosos y lo que se acumule esta semana, hacen de esta aventura algo mucho más versátil y dinámico. Sin embargo, el misterio siempre termina con la materialización del sueño del eterno femenino para poseerlo. Las jóvenes aristócratas europeas desde siempre eran pintadas al óleo para mandar sus retratos a los hombres interesados en casarse con la más bonita, con la más prometedora. Así, Marianne (Noémie Merlant), es traída del continente para retratar a Héloïse (Adèle Haenel). Una vez terminado, la madre mandará el cuadro de su hija a un rico industrial de Milán con la esperanza de que pueda hacer un buen matrimonio digno de su estatus socioeconómico, igual que como le pasó a ella. Pero el asunto se complica mucho porque Héloïse no quiere ser retratada, ya que no se quiere casar por razones diversas. El cuadro tendrá que realizarse sin que ella se dé cuenta. La tensión va en aumento porque en varias ocasiones la creadora estará a punto de ser descubierta…
La artista no se presenta a Héloïse como tal; se tendrá que hacer pasar por una dama de compañía que a través de una acuiciosa observación podrá plasmar la belleza y la personalidad de la caprichosa rubia, pero pintándola de memoria a escondidas y en la noche.
Pronto el hielo inicial se romperá entre las 2 jóvenes y terminarán siendo amigas, las mejores. Pues Marianne es una talentosa mujer de algo de mundo que le abrirá las puertas de ciertos conocimientos, además de algunas áreas de su personalidad a la introspectiva y retraída ex novicia, cuya visión del mundo es lastimosamente confusa y limitada debido al encierro en un convento para seguir su vocación religiosa.
Casi todas las secuencias están fotografíadas por Claire Mathon como si se trataran de un cuadro interminable que muestra el virtuosismo imagológico de una directora que eleva esta producción a terrenos poco vistos antes, pero que son la alegoría perfecta de una historia de amor tan avasallante como imposible. El final es apoteósico e inolvidable.
¡Corte y queda…!
MarcH de Malcriado