martes, 7 de diciembre de 2021

IN THE MOOD FOR LOVE

 

IN THE MOOD FOR LOVE La eterna historia de un amor prohibido, casi imposible, se vuelve alegoría de la explosión de Eros. Pero de una manera exquisita. © Block 2 Pictures/ Jet Tone Productions/ Paradis Films



DESEANDO AMAR/ IN THE MOOD FOR LOVE (Hong Kong, 2000. Dir. Wong Kar-wai)

El cine asiático desde sus inicios ha sido uno de los más raros y sofisticados del mundo, pues su visión no occidentalizada de la belleza resulta para nosotros algo muy atractivo, y por supuesto, muy exótico. La verdad es que no estamos muy familiarizados con él, pero ahora, gracias a la creciente “globalización”, su distribución es mucho más fácil y expedita. Su accesibilidad estaba constreñida, casi exclusivamente a los festivales internacionales, las muestras, cineclubes, tiendas de DVD o BluRay-Disc y, por supuesto, a la programación de la Cineteca Nacional de la Ciudad de México,  que siempre ha sido el escaparate perfecto para todas aquellas películas fuera del mainstream ya sea hollywodense, latinoamericano o europeo.

No obstante, los actuales cinéfilos de corazón —pero hablo de aquéllos que trascienden los éxitos de taquilla de verano estrenados en el 80% de las salas, claro—, se vuelven cada vez más expertos y exigentes, por lo que las distribuidoras ya se han ocupado de atender esa creciente demanda. Fue todo un acontecimiento de gran envergadura que la Academia de Ciencias y Artes de Hollywood le haya otorgado el Óscar a Parásitos (Bong Joon-ho, 2019) como la mejor película extranjera, pues Corea del Sur no es solamente una potencia económica sino también artística. A partir de allí el gran público comenzó a voltear hacia la cinematografía asiática y a conferirle la importancia que tiene. Fue el comienzo, a mayor escala,  de la búsqueda de  hallazgos mucho más allá de las cintas de artes marciales, de la monumental obra clásica de Akira Kurosawa, valorada, revalorada y muy apreciada; o más recientemente de Nagisa Oshima y de Ang Lee. Es una verdadera fortuna poder descubrir y ver filmes tan atractivos, interesantes y de magnífica factura técnica como los citados y bastantes más.

En esta ocasión reseño In the Mood for Love del excepcional realizador Wong Kar-wai de Hong Kong, a quien conocimos allá por 1996 a través de Happy Together, película tan extraña como perturbadora. Fue reestrenada hacia la mitad de 2021 en la Cineteca de la CDMX, pero no regresé a verla porque a pesar de ser excepcional no me gustó para nada… pero de ella tal vez hablaremos después.

Cuando vemos por primera vez In the Mood for Love, puede uno adivinar cuáles son las obsesiones, los temas y las tomas favoritas de este avasallante realizador que busca la estética a cualquier precio. El argumento es muy simple: chico conoce a chica, y el resultado es el amor. Pero la cosa no es tan sencilla. Cuando la “chica” resulta ser Maggie Cheung, una de las mujeres más hermosas y fotogénicas de la industria cinematográfica oriental—además de que siempre  va ataviada como una verdadera muñeca—, el efecto es el embeleso. Sin embargo, el asunto no es tan simple, pues cuando nos damos cuenta, el “chico”, Tony Leung Chiu Wai, también resulta ser tan interesante, tan fotogénico y casi tan bello como la protagonista; entonces surge la hipnosis.

Con una extraordinaria banda sonora como fondo, un periodista y una secretaria se encuentran en el mismo edificio de departamentos porque son vecinos, mientras sus respectivos cónyuges están de viaje. La atmósfera es sofocante, las miradas en los pasillos se repiten, la atracción y la tensión sexual van en aumento, y aunque las miradas siempre son furtivas, todo se repite. Finalmente,  deviene la aceptación de su fortísimo deseo con el predecible y esperado  beso, por demás  apasionado, pero lleno de culpa. El escenario de semejante declaración física de su amor es un callejón tenuemente iluminado por un farol, la lluvia cae suavemente y la música es absolutamente fantástica y uno se vuelve loco y se prende tanto como los amantes, ¡no bueno…!

Pero todo es un artificio, una mentira, la simulación de lo imposible, porque…

IN THE MOOD FOR LOVE Vestida con qipao Su Li-Zhen (Maggie Cheung) mantiene siempre la figura, el peinado y la pose hierática de la amante perfecta. © Block 2 Pictures/ Jet Tone Productions/ Paradis Films



CORTE A: (Interior, noche, pasillo).

La mujer recorre un lóbrego pasillo en medium shoot. La acción ha iniciado con un plano de sus zapatillas de tacón alto que se alejan mientras la cámara hace un tilt-up hacia su ondulante cadera envuelta en la seda de uno de sus múltiples vestidos clásicos —esos chinos muy elegantes y entallados llamados “qipao”— , y puede uno oler su perfume de jazmín mezclado con los vapores provenientes de la olla donde hierven los  fideos cappelli d’angelo de frijol de soya “Vermicelli” con trozos de pato que nadie se va a comer, o tal vez sí; porque las mujeres esculturales y hieráticas como Su Li-Shen, que viven en Hong Kong, no comen casi nada… pues es más importante mantener la figura, el peinado y la pose perfectos. Pero todo así natural, como no queriendo, como sin darse cuenta, porque el juego de las máscaras ha iniciado desde antes de que los créditos aparecieran, porque el trabajo de pre producción es mucho más largo que el tiempo de rodaje, por supuesto… Porque lo que se verá en pantalla no será una película sino un poema de celuloide que nos transporta al verdadero origen y vórtice de la pasión, el deseo de fundirse en el otro hasta desaparecer y estallar allí, dentro del Ser, ahora binario, en la total metempsicosis de no haberse visto ni haber  sido nunca antes,  pero 
de repente aparecer y reaparecerse materializado en el mundo, y verse reflejado en los ojos del otro, hundido e invadido, respectivamente, en esa oscura y sublime oquedad donde se abre el principio del universo que nos succiona la carne masculina hasta hacernos desaparecer otra vez en una eternidad extática de tan sólo 7 segundos… Después, deviene el caer dormidos; pero al despertar, como todos los amantes, siempre queremos más. Éso es In the Mood of Love.

El filme, ovacionado en el Festival de Venecia, está considerado por la crítica internacional como uno de los mejores de lo que va del siglo XXI. Ya la vi 2 veces y voy por más, porque ésto es arte puro, sencillamente majestuoso.

¡Corte y queda…!

MarcH de Malcriado

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