lunes, 25 de abril de 2022

LA GRAN BELLEZA

 

LA GRANDE BELLEZA Cuando el hombre cree que ya ha visto, tenido y tocado la belleza, y supone que lo ha vivido todo, de repente aparece la anagnórisis final, esa que le revela el sentido de la vida. Un poema hecho película que nadie debe perderse.
© Medusa Film/ Pathé/ Indigo Film/ France 2/ French Babe Films




LA GRANDE BELLEZZA (Italia, Francia, 2013, Dir. Paolo Sorrentino).

Todo inicia con una gran panorámica del río Tíber en Roma y la voz en off de Jep Gambardella (el prodigioso Toni Servillo), un periodista bon vivant, que narra cómo es que llegó a la “Ciudad Eterna” desde muy joven para trabajar, pero sobre todo para vivir, para aprehender a vivir. Vaya que lo logró, pero el precio fue altísimo: perder el alma. A sus 65 años lo ha experimentado todo y vive sin rumbo, perdido en la locura de los últimos años del fin de siglo y el cambio de milenio, en los que Berlusconi en Italia era el prototipo del sumo sacerdote del exceso esquizoide; la máxima ironía era que los très chic lo imitaban.

La puesta en pantalla tiene el tono épico de un héroe del glamour cuyas batallas han sido ganadas con la mano en la cintura: el esfuerzo ha sido mínimo en el mundo superficial de las élites sociales atiborrado de simulaciones y poses, de hartazgo y del aturdimiento de los sentidos a través de ese juego patético que propuso Pirandello hace cien años, en el que los actantes de la obra de teatro de la vida buscan la verdadera razón de su existir: Seis personajes en busca de autor.

Este filme sobre la perenne insatisfacción tiene la grandeza de que sin ser para nada pretencioso logra conmover y deslumbrar a los amantes del cine, con lo sencillo de un misterio eterno: ¿Cuál es el verdadero sentido de la vida…?

Una pareja de adolescentes se encuentra en un acantilado, el mar es el fondo, y el amor se le revela al hombre a través de la contemplación de la máxima belleza y juventud de una Fata Morgana que lo embelesa para siempre… pues ella sólo será mujer en tanto que el hombre la desee y le demuestre su amor. Su necesidad de ser adorada la asemeja a los dioses, ella en sí misma es una diosa, ¡pues se trata del eterno femenino…!

Pero cuidado, ya lo dijo Schopenhauer alguna vez y para siempre: el amor es un truco de la naturaleza para la conservación de la especie.

Cuando la belleza y la juventud se marchitan, ¿qué queda?

Esta obra maestra nos propone una respuesta espléndida. Solamente los muchogenarios, como el que esto escribe, tenemos la clave, tal vez… 
Porque la belleza está donde menos la imaginamos.

Está de más mencionar sobre la maravillosa dirección de Sorrentino, que también coescribió el argumento, y por supuesto el guión; la fotografía, el soundtrack, la dirección de arte, el montaje y la apoteosis histriónica de su protagonista, el m-a-e-s-t-r-o Servillo, que soporta todo el peso de una historia formidable. Recibió la Palma de Oro en Cannes por Mejor Actor. Pocas veces me pongo de pie para agradecer en adoración a quienes son capaces de llevarnos a las máximas experiencias estéticas.

En su momento la película se llevó el Óscar, el BAFTA y el Globo de Oro a la mejor película extranjera, también ganó 9 premios David de Donatello en la misma Italia.

Ya la he visto 2 veces y voy por la tercera. No podría recomendárselas más. Búsquenla en las plataformas de cine o tal vez en DVD o BluRay-Disc, no se van a arrepentir.

¡Corte y queda…!

MarcH de Malcriado

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