viernes, 17 de mayo de 2024

LA MAMÁ Y LA PUTA

 

LA MAMÁ Y LA PUTA Un profundo estudio sobre el erotismo chic y très sophistiqué de los ángeles del sexo. © Elite Films/ Les Films du Losange/ Ciné Quanon/ Simar films/ Mirada Distribution



LA MAMÁ Y LA PUTA / LA MAMAN ET LA PUTAIN (Francia, 1973. Dir. Jean Eustache).

Los niños bonitos y mimados (y también los feos e ignorados), pueden desarrollar ya de adultos el complejo de Edipo que tanto estudió Freud, entre muchos otros bastante menos aparatosos. Cuando escriben un guión tan avasallador los cineastas pueden hacer de ello un fracaso o un éxito. Pero si el director es un artista, como lo era Eustache, y además lleva en la producción a ese monstruo sagrado llamado Jean-Pierre Léaud, que dejó al mundo boquiabierto desde su debut en Los 400 golpes (François Truffat, 1959), el asunto se pone bastante menos difícil. Sí además en el reparto lo acompañan las inenarrables Françoise Lebrun y Bernadette Lafont eso se vuelve una bomba.

La mamá y la puta 
en realidad es éso: una bomba atómica que "apantalló" a todos en Cannes y escandalizó porque diseccionó los prejuicios de la sexualidad para destruirlos después. Aun hoy día, resulta absolutamente reveladora, profunda, interesante e inusitada. En pocas palabras, esta película es escandalosamente genialLa Cineteca Nacional de Xoco (en la CdMx) la programó ya 2 veces este año, porque es una de las mejores películas, no sólo del cine francés sino mundial.

Filme de culto que retrata las puertas de la percepción a los nuevos tipos de la cosmovisión de principios de los años de 1970 en una capital europea como París, gran epicentro de la postmodernidad sofisticada, que retrata en gran medida la liberación sexual de una juventud híper liberal, irreverente, iconoclasta y a veces hasta desenfrenada.

Estamos frente a un profundo estudio sobre el nihilismo existencial en el que se rompieron las pocas barreras del statu quo, que quedaban aquí y allá, remanentes de la postguerra que había implantado un nuevo estado ꟷrepresivo, de fuertes temores y ansiedades socialesꟷ que muy pronto experimentaría el génesis de la nueva moral, de libertad sexual ꟷgracias a la píldora anticonceptivaꟷ, las drogas psicodélicas y los movimientos sociales de protesta ante el autoritarismo y la rigidez de los cánones establecidos. Todo ese crisol de búsquedas personales en conjunto lograron ir destruyendo la alienación de las juventudes para dar entrada a una nueva y desconocida era de angustia y desesperación por la recuperación del Ser, disfrazada de hedonismo, después de todo.

Envueltos en una perenne nube de humo, la bella música y el licor estimulaban los monólogos de los personajes centrales en los que se cuestionan el sentido de la vida: ¿Qué son el amor y la libertad, dónde comienzan, dónde terminan y porqué…?

El mayor problema, y el único, del bello y despreocupado Alexandre (Léaud) es seducir a las chicas en los cafés de los bulevares parisinos. Un día conoce a una joven enigmática de rara belleza que va a representar un gran reto… sobre todo porque ella es la versión femenina de él mismo. Así que se verá enfrentado a un dilema ¿dejarla y pasar a la siguiente presa o seguir cortejándola a pesar de que nada es lo que parece? Tal vez ella lo conduzca al infierno, o al cielo...

La construcción de la psicología de los personajes es verdaderamente asombrosa y los 3 protagonistas no podrán haberla representado mejor. El director, Jean Eustache, así natural y sin pretensiones, pero exageradamente riguroso en la dirección de actores, le regaló al mundo una obra maestra. Ésto señores sí es cine de arte desde donde se le vea, 
y arte con “A” mayúscula.

¡Corte y queda…!

MarcH de Malcriado

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