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PEDRO PÁRAMO De repente suelen darse estas grandes sorpresas en el mundo del cine. Nosotros no podíamos perdernos este acontecimiento… © Woo Films, Redrum, Distr. Netflix |
PEDRO PÁRAMO (México, 2024, Netflix, Dir. Rodrigo Prieto).
Una aguda metáfora sobre la tristeza que sobreviene después de la gran orgía. Irónicamente, la vida de don Pedro Páramo no fue una orgía, sino lo que le sigue. Lo tuvo todo, lo experimentó todo: desde el más absoluto de los esplendores hasta el horror de las pérdidas más devastadoras. Después de eso nadie puede sobrevivir, así que se dejó morir de tristeza y arrastró con él a todo un pueblo, a toda una región, cuyo epicentro era él y sólo él. Todo desapareció tan lentamente que quienes iban muriendo ni cuenta se daban de que ya estaban muertos.
Se dice que la vida continúa después de la muerte, así que Juan Rulfo recoge el horror y la belleza de la vida en el éter a manera de novela laberíntica, pero extremadamente filosófica, mágica y poética. Esos juegos pirotécnicos de palabras que en arreboles estallan de hermosa perfección cual aves del paraíso al amanecer, no son más que literatura de altísimos vuelos, de ésa que se consagra como universal. En tan sólo 159 páginas Rulfo nos lleva hasta los rincones más insospechados de la fantasmagórica Comala, con ciertas escalas en puntos de inflexión, reflexión, regresos en el tiempo, proyecciones al futuro y presentes eternos e inamovibles que se diluyen hacia el centro del Ser… de la confusión, al estilo de “¿pero qué pasa aquí..?”. Éso es el realismo mágico.
Es absolutamente lógico que una obra de semejante envergadura sea un discurso literario muy difícil de llevar a la pantalla en una versión cinematográfica… Sobre todo si el libro es tan único y complejo, tan representativo de la mexicanidad sagrada, de una especie bastante menos folclórica del culto a la muerte que acostumbramos a celebrar cada mes de noviembre. Sin embargo, los artistas pueden reinterpretar el arte de maneras insospechadas, inéditas. La industria cinematográfica (y ahora televisiva) lo han hecho desde siempre. Arte y mercados, la economía de mercado nos ofrece arte, necesariamente. No obstante, y por fortuna también, de vez en cuando podemos extasiarnos con el ARTE verdadero si asistimos a una sala de cine o si prendemos la tele.
DE UN CONTRASTE POP
En 1953 Frank Powolny era uno de los fotógrafos más connotados de Hollywood, los estudios de 20th Century Fox le encargaban retratar a sus luceros para fines publicitarios. En una de esas sesiones capturó el rostro de una nueva estrella, Marilyn Monroe. De ella habría miles de fotografías después, sin embargo, cuando ella murió una de esas fotos que capturaba una de sus facetas más simbólicas, fue retomada por otro artista. Él la reencuadró, la coloreó y la reprodujo en seda por docenas en forma de litografías. A pesar de semejante, y según muchos muy atrevida, “intervención” a su imagen, la “Marilyn” de Andy Warhol redimensionó su figura de icono inamovible… Así que la transmigración de un discurso artístico a otro no es nada nuevo, porque la calidad de cada uno, y sus propios valores, residen en el mismo discurso que los representa sin demérito alguno del original.
DEL DIRECTOR Y LA CRÍTICA
Cuando trabajaba con Scorsese en Los asesinos de la luna (2023), el cinefotógrafo mexicano recibió la oferta de dirigir la cuarta versión del celebérrimo libro de Rulfo, Pedro Páramo.
Acostumbrado a trabajar con el rigor de los estándares de Hollywood, y además añadirles el toque preciosista de su innegable talento, el maestro Prieto aceptó el reto. A la postre, nos ha entregado una joya cuyo fulgor deslumbró a muchos y cegó a otros, pero a otros más les resultó una completa herejía que les provocó hervores en su propio veneno, ésos que casi nunca saben controlar y mucho menos contener, ni por disimulo. Así que desde su púlpito profirieron su amarga letanía, criticando y reduciendo a blasfemia lo que no son capaces de entender. Es como tratar de descifrar los sinogramas chinos sin saber nada de chino…
El cine es todo un lenguaje, más bien es todo un idioma. Hacer un filme es como construir una catedral ꟷya lo he citado varias vecesꟷ, así que un cine realizador es como el sumo sacerdote que oficiará la misa de anunciación, pero únicamente y sólo después de haber orquestado los planos de su arquitectura y de haber construido y finalizado a su manera ese templo: la película.
Juan Rulfo escribió una catedral literaria universal, y a partir de ella Rodrigo Prieto la reinterpretó y la sintetizó para ponerla en pantalla en toda su compleja y onírica majestuosidad…
FACTURA TÉCNICA Y PRODUCCIÓN
Técnicamente todo es impoluto, desde el “scouting”, la búsqueda de las locaciones (mayormente en el estado de San Luis Potosí), el diseño de producción de Carlos Y. Jacques, el vestuario de Ana Terrazas, el maquillaje y peinados de Lucy Betancourt, la fotografía (obviamente) de Rodrigo Prieto y Nico Aguilar, hasta la notable edición a cargo de Soledad Salfate.
El reparto es de fábula. No hay un solo miembro del talento artístico, como se les llama a los actores, que no esté perfecto en su papel, por supuesto unos brillan mucho más que otros, verbigracia: Héctor Kotsifakis como “Fulgor”, Noé Hernández como el fantástico “Abundio” y Giovanna Zacarías que sacrifica totalmente su belleza en aras de su andrajoso personaje de “Dorotea”. Las superstars: Tenoch Huerta e Ilse Salas, por supuesto como “Juan Preciado” y “Susana San Juan”.
DEL NUEVO FENÓMENO
El protagonista, Manuel García-Rulfo, es un actor que representa al nuevo latino internacional. Para fortuna nuestra es totalmente mexicano, ¡es mucho macho del meritito Jalisco, sí pues…! Su serie (de Netflix para variar) El abogado del Lincoln (excelente) es todo un éxito y ya queremos ver su cuarta temporada, porque ese encajuelado que descubre el policía de tránsito en su coche al final de la 3ª nos dejó igualitos que a él: helados (y picados)… Por otro lado, ya reseñaré Fiesta en la madriguera (Manolo Caro, 2024) un delirante filme de nuestro gran enfant terrible, que también está en Netflix (y no se la pueden perder) en el que García-Rulfo lleva el estelar.
Ya no está muy de moda hacer de un actor un amante latino, Latin lover o rompecorazones, porque ahora cualquiera puede ser un sex-symbol, aunque ni las características de galán tenga o de plano esté bien feíto… La inclusión , lo políticamente correcto y demás ridiculeces postmodernas terminaron con el reinado de los guapos y los híper guapos.
Peeero, lo siento… No puedo dejar de mencionar que a pesar de sus credenciales de international star, de haber estudiado actuación en Nueva York y otras cualidades muy sui generis, después de haberlo visto “starring” en varias producciones, el señor Manuel García-Rulfo entra de manera fácil y automática en la categoría de monstruo de la pantalla, un nuevo digámosle "idolo de cine", a la manera de antes. Pues su figura, estilo, su enorme carisma y rostro espectacular lo remontan a uno a esa época en la que el “cine de rostros” fabricaba dioses de celuloide para la era dorada del cine mexicano. Hace mucho que no asistíamos al nacimiento de una presencia así, con la calidad y el calibre necesarios para hipnotizar al público.
Luego entonces, tengo que confesarlo: Lo único que tal vez podría reprocharle a Rodrigo Prieto es haber escogido a Manuel García-Rulfo como la figura central de Pedro Páramo, porque este actor es tan extraordinariamente bello y rutilante que uno fácilmente se abstrae. Se deja de ver al personaje y se puede uno perder en la total contemplación de la figura de un hombre perfecto. ¿O así mismo sería el inenarrable cacique-faraón-rey-emperador de La Media Luna alrededor de la cual giraba la vida, la muerte, el todo y la nada del desaparecido imperio cosmogónico de Comala…?
¡Corte y queda…!
MarcH de Malcriado