NOSFERATU (República Checa, EE.UU., 2024. Dir. Robert Eggers).
El conde Orlok es Nosferatu (Bill Skarsgard), que está obsesionado con poseer a Ellen (Lily-Rose Deep), cuyo personaje gracias al fabuloso diseño de su imagen es asombrosamente parecida a la majestuosa Olivia de Havilland en The Heiress (William Willer, 1949). ¡Qué belleza…!
Thomas Hutter (Nicholas Hoult), el esposo de Ellen, como representante de una firma inmobiliaria hace un viaje a la región de los Cárpatos en la remota Transilvania para supuestamente venderle al aristócrata un palacio abandonado y en ruinas, en Wisborg, un puerto (imaginario) de Alemania.
Después de las secuencias necesarias para el planteamiento de la trama, aparece entre sombras el personaje sobre el cual gira todo el argumento: el monstruoso Orlok, siempre camuflado por una iluminación mínima en su sombrío castillo. Él es el anfitrión y el encargado de cerrar el trato de compraventa. Pero el conde Orlok, imponente e impositivo, con obvias triquiñuelas, engaña al joven e inexperto abogado Hutter, y lo que realmente sucede es que lo hace firmar un trato para adueñarse de su esposa Ellen. Así, la suerte y la vida de la pobre Ellen Hutter queda sellada: ella ahora le pertenece al conde Orlak y su destino será morir.
ANTECEDENTES
Tanto Drácula como Nosferatu, en sus distintas versiones cinematográficas a través del tiempo, son adaptaciones de la novela Drácula, original de Bram Stoker publicada en 1897, una obra maestra del terror gótico que el mismísimo Oscar Wilde elogió profusamente. A grandes rasgos, la diferencia entre ambos personajes es que Drácula es un sofisticado vampiro con poderes sobrenaturales ansioso de prolongar su reinado vampírico a través de la seducción, y Nosferatu es un monstruo repulsivo, un íncubo infernal que sólo desea copular mientras mata a sus víctimas mientras las devora.
CONTRASTES
Es muy interesante que cuando vemos un filme sobre ciertas obras, en este caso la archiconocida Drácula de Stoker, que muchos leímos hace varias décadas, nos resurjan las ganas de volver a leerlas. También nos dan ganas de volver a ver las películas que las precedieron. Desde la clásica Nosferatu de Murnau de 1922, pasando por la que protagonizó el vampiro por excelencia Bela Lugosi en 1931 (EE.UU., Tod Browning), Drácula (John Badham, 1980) con el galanazo Frank Langella que elevó la figura del vampiro a la categoría de símbolo sexual; y por razones de espacio nos saltaremos muchas otras hasta citar la exquisita Nosferatu: Phantom der Nacht de Werner Herzog (1979) con aquella “Mina” de la inolvidable Isabelle Adjani, y el inenarrabla Klaus Kinski como el conde. El salto se va hasta la Drácula de Ford Coppola (1992) que hizo de “El amor nunca muere” un aforismo inolvidable y la puesta en pantalla más espectacular jamás antes vista; recordad a una novel y desconocida Mónica Bellucci como la vampiresa más fantástica en una secuencia tan fugaz como memorable…
Prosigamos. Hay otra versión de Nosferatu con el incomparable William Defoe en La sombra del vampiro (Elias Merhige, 2000), filme bastante peculiar.
Cabe mencionar que El vampiro (Fernando Méndez, 1957) es una película mexicana bastante bien lograda que hizo de Germán Robles el vampiro más famoso de nuestro cine.
Hay docenas de cintas sobre el tema de los vampiros que no tienen relación con la novela original. Pero unas muy notables son Los chicos perdidos (Joel Schumacher, 1987), Entrevista con el vampiro (Neil Jordan, 1994), y la simpática saga de 5 películas de Crepúsculo (2008-2012) muy popular entre los jóvenes. El tema es inagotable.
NOSFERATU O la historia del deseo llevada a su máxima expresión gótica y erótica. © Maiden Voyage Pictures / Studio 8 / Birch Hill Road Entertainment |
ANÁLISIS
Técnica y artísticamente Nosferatu no tiene fallo alguno. El casting es perfecto. El ritmo es muy suave, casi lento, tal vez a muchos acostumbrados a la acción exagerada del cine actual con ediciones muy vertiginosas les resulte algo desesperante. El tono es el del clásico suspenso del cine de autor, ya que no cuenta con el recurso propio del género de horror: no hay sustos ni sobresaltos repentinos para un público ya en tensión desde el inicio; porque aunque ya sabemos que irremediablemente algo malo va a pasar la acción no deja de ser impresionante a pesar de que las escenas no son excesivamente violentas ni sangrientas.
En declaración a la prensa Eggers dice sobre el filme: “… historia gótica de obsesión entre una joven atormentada y el aterrador vampiro enamorado…”.
Aunque él sea el realizador hay que ir a ver la película para reflexionar y definir sí ésto es cierto o no…
Nosferatu de Robert Eggers logra retomar el ambiente lúgubre y terrorífico de la mítica y espectral historia original. Se parece a todas las anteriores y a ninguna. No es un divertimento glamoroso, no tiene muchos ni grandes Fx, el diseño de producción es muy sobrio y elegante; sin embargo, y por eso mismo es absolutamente única y espectacular.
Técnica y artísticamente Nosferatu no tiene fallo alguno. El casting es perfecto. El ritmo es muy suave, casi lento, tal vez a muchos acostumbrados a la acción exagerada del cine actual con ediciones muy vertiginosas les resulte algo desesperante. El tono es el del clásico suspenso del cine de autor, ya que no cuenta con el recurso propio del género de horror: no hay sustos ni sobresaltos repentinos para un público ya en tensión desde el inicio; porque aunque ya sabemos que irremediablemente algo malo va a pasar la acción no deja de ser impresionante a pesar de que las escenas no son excesivamente violentas ni sangrientas.
En declaración a la prensa Eggers dice sobre el filme: “… historia gótica de obsesión entre una joven atormentada y el aterrador vampiro enamorado…”.
Aunque él sea el realizador hay que ir a ver la película para reflexionar y definir sí ésto es cierto o no…
Nosferatu de Robert Eggers logra retomar el ambiente lúgubre y terrorífico de la mítica y espectral historia original. Se parece a todas las anteriores y a ninguna. No es un divertimento glamoroso, no tiene muchos ni grandes Fx, el diseño de producción es muy sobrio y elegante; sin embargo, y por eso mismo es absolutamente única y espectacular.
Si tuviera que definirla: Nosferatu es una puesta en pantalla rigurosa, opresiva y sencillamente exquisita.
¡Corte y queda…!
MarcH de Malcriado
¡Corte y queda…!
MarcH de Malcriado
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