miércoles, 9 de marzo de 2022

EL CALLEJÓN DE LAS ALMAS PERDIDAS

 

El callejón de las almas perdidas es el remake de un filme del mismo nombre de 1947. Un agudo estudio de la naturaleza humana sin concesiones ni edulcoramientos. © TSG Entertainment/ Double Dare You Productions/ Searchlight Pictures



EL CALLEJÓN DE LAS ALMAS PERDIDAS / NIGHTMARE ALLEY  (EE.UU., 2021, Dir. Guillermo del Toro).

El mundo del circo siempre ha estado poblado de seres extraordinarios, tanto que el gran público paga por verlos y en muchas ocasiones del morbo y la sorpresa se pasa a la fascinación. Hay una cinta de 1932 llamada Freaks (Tod Browning), que pensamos, hasta ahora, que era la más singular y horrorosa que habíamos visto de esa temática, sobre todo, porque nos presenta la maldad y la degradación humana de la artista más bella de la pista, una rubia trapecista que se encuentra rodeada de los “fenómenos” del título ―por cierto,  las personas más nobles e inocentes del mundo―, y que irónicamente no tienen ni la más remota idea de que tan "linda chica" lleve dentro de sí semejante monstruo de perversión. No obstante, el cine realizador mexicano va todavía más allá con esta producción ya nominada a los Óscares en 4 categorías: “Mejor película”, “Mejor diseño de producción”, “Mejor fotografía” y “Mejor diseño de vestuario”.

Decía Erich Fromm que el hombre conlleva una subyugante dualidad: la de animalidad conjugada con la divinidad. ¿Qué tanto de una y otra naturaleza nos habita y nos domina?

El más reciente filme de Guillermo del Toro, creador de universos tan complejos cuanto redondos,  El callejón de las almas perdidas, es un agudo estudio de la naturaleza humana sin concesiones ni edulcoramientos.

Nosotros somos grandes admiradores del cine clásico y sus figuras.  Hollywood es la fábrica de sueños por antonomasia y para ello tiene que producir y lanzar dioses de celuloide únicos y casi siempre irrepetibles. Sin embargo, los arquetipos nunca varían: el galán tan despreocupado cuanto seductor, la linda chica de al lado y la femme fatale estarán constantemente presentes y sus caracteres serán obviamente maximizados, porque de ello dependerá el éxito de taquilla. En eso radica el star-system.


El callejón de las almas perdidas tuvo su primera versión cinematográfica en 1947, fue dirigida por Edmund Goulding. Hoy en día es un clásico. © 20th Century-Fox



Basada en la exitosa novela Nightmare Alley, escrita por William Lindsay Gresham, tuvo su primera versión cinematográfica en 1947 dirigida por Edmund Goulding. La cinta fue traducida al castellano con un nombre mucho más dramático:  El callejón de las almas perdidas, cuyo protagonista es un buen tipo que por azares del destino de repente obtiene lo que todo mundo desea: éxito, dinero, amor y fama. El galán de matiné Tyrone Power demostró sus grandes dotes histriónicas al bordar a la perfección el papel de “El Gran Stanton”, un brillante y astuto mentalista de circo. La actriz antagónica Helen Walker, como Lilith la perversa psicóloga, también está sencillamente formidable. La historia es verdaderamente estremecedora, pues versa sobre el triunfo basado en la degradación humana. Destino, suerte o premonición se funden en una pesadilla noir acerca de los tintes profundamente psicológicos que tiñen tres de las debilidades humanas: el embuste, la ambición y la culpa.


NIGHTMARE ALLEY. Bradley Cooper, en esta película bien podría ser considerado una especie de nuevo Clark Gable. © TSG Entertainment/ Double Dare You Productions/ Searchlight Pictures
 

Nunca osaríamos hacer comparaciones entre  películas o una estrella y otra, de la misma o aun de diferentes épocas, pero sí en cambio nos permitimos, y muy ampliamente, realizar contrastes. Las dos versiones de El callejón de las almas perdidas son  extraordinarias, y aunque entre ambas medien 75 años, la primera, por supuesto ya convertida en un clásico, no tiene desperdicio; por lo cual el tono y el ritmo fueron reproducidos muy fielmente, por supuesto que muy mejorados por la tecnología y un presupuesto de más de 60 millones de dólares que se notan acusadamente.  

Por el lado del talento artístico de los histriones, Cate Blanchett (como Lilith) a veces nos dio la impresión de que hacía una exquisita imitación de Lauren Bacall ―y no de Helen Walker, irónicamente―, aquella sofisticada y ruda rubia de voz profunda y gutural de imponente presencia. El protagonista, un guapazo, como lo es Bradley Cooper, bien podría ser una especie de nuevo Clark Gable ―más no de Tyrone Power―; pues tiene una figura apolínea  y casi el mismo tipo de rostro increíble y magnético del mítico “Rey de Hollywood”. La secuencia de la tina es una de las más portentosas que se hayan filmado aludiendo al sex-appeal de un magnífico "macho-man" en condiciones de total indefensión ante una decadente y peligrosa  depredadora sexual.



El callejón de las almas perdidas. En la secuencia del baño de tina de Stanton (Bradley Cooper) se aprecia una de las escenas más portentosas que se hayan filmado aludiendo al sex-appeal masculino. © TSG Entertainment/ Double Dare You Productions/ Searchlight Pictures



Este tour de force, que nos lleva del sórdido mundo de los seres trashumantes del circo al total glamour del espectáculo de cabaret de lujo para un público de élite, es una verdadera montaña rusa de emociones.

De la entrega de del Toro nos tocó ver la versión a colores. Lo que sí supimos de antemano es que duraría 150 minutos y francamente temimos que se nos harían eternos; pero no. Para variar, del Toro haciendo gala de una dirección genial, literalmente nos apantalló con la manera tan vertiginosa en que nos hizo llegar hasta la última secuencia sin sentir, que resultó ser  absolutamente inesperada, espectacular  y abismal. Es decir, nunca fuimos conscientes de la larguísima duración del filme. Eso es entretenimiento puro y además 100% arte.

El fantástico cine de del Toro suele desencadenar emociones fuertes, dándonos sorpresas y arrobadoras catarsis finales. Esta es una película verdaderamente densa y difícil, en la que lo inesperado termina dejándonos prácticamente sin aliento (a menos que ya hayamos visto previamente la versión de 1947).

Recordemos que Antonin Artaud fue el creador del teatro de la crueldad. Se podría decir entonces que Guillermo del Toro es ahora, con mucho, el artífice de cierto tipo de cine de la crueldad… en el que todo es parte del juego malvado de la naturaleza humana, tan terrible y mágicamente asombrosa.

Habré de ver otra vez este tratado sobre la infamia, pero ahora en su versión en blanco y negro…

¡Corte y queda…!

MarcH de Malcriado

domingo, 6 de febrero de 2022

2046 de WONG KAR WAI

 

2046 Es una fecha futura, una habitación, un destino en tren, un recuerdo, una catarata de lágrimas de nostalgia, toda una historia. Otra gran película, de belleza y poesía extraordinarias, del genial Wong Kar Wai. © Paradis Films/ Orly Films/ Jet Tone Films/ Shanghai Film Group/ ARTE France Cinéma



2046 (Hong Kong, 2004. Guión, producción y dirección de Wong Kar Wai).
Un secreto es musitado dentro del hueco de la corteza del árbol, después se sella para mantenerlo allí para siempre. El joven Tak (Takuya Kimura), un japonés en busca de emociones y aventuras, aborda el tren para viajar en el tiempo al 2046, de donde dicen que nadie ha podido regresar; la ironía es que unos se van fácilmente, pero otros no. Tal vez el objetivo de su viaje sea saber si ella lo amó o no: “Todos los recuerdos son huellas de lágrimas”.

Aparece un flash-back, que es realmente una inserción tomada de In the Mood for Love (Wong Kar Wai, 2000), que anteriormente ya hemos descrito aquí en su propia reseña: un beso de amor en la calle iluminada muy tenuemente por el farol bajo la llovizna…

Él es el Sr. Chow (Tony Leung), un periodista y escritor que después de una larga estancia de trabajo en Singapur regresa a Hong Kong en 1966. Son tiempos de disturbios sociales, manifestaciones y violencia (¿dónde y cuándo no?). Se hospeda en el mítico hotel Oriental y pide la habitación 2046, en la que vivió antes, pero está ocupada. Una noche se encuentra a Mimí (Carina Lau), que solía ser “Lulú” en Singapur ―casualmente ella es la huésped de la habitación 2046―, él la reconoce pero ella simula no recordarlo. Chow se conforma entonces con la habitación 2047; por supuesto él quiere recordar viejos tiempos y la invita a tomar una copa, pero de repente una noche un amante celoso la ... (bueno, mejor no les digo).

Ya instalado, el escritor crea 2046, la crónica futurista sobre un amor imposible entre Tak, el pasajero, y la azafata androide (Faye Wong), una bella criatura hightech, con altos tacones y cabellera azul platino de lánguida mirada y reacciones retardadas. En realidad ella tal vez sólo sea un sueño de opio. Mientras tanto, y de manera muy sutil escuchamos a María Callas, Connie Francis y Dean Martin, entre muchos otros, flotar a lo largo del increíble soundtrack para intensificar los anhelos y las emociones de los personajes. Como en la producción anterior del cine realizador, la fotografía de  Christopher Doyle y el trabajo de edición de William Chang son absolutamente notables, pues acentúan las obsesiones y fetiches de Kar Wai.

En otra secuencia aparece la Srita. Bai (Zhang Ziyi), ataviada con un qipao dorado, su “tarifa” son $200, pero en un juego de seducción y de poder llegan a un acuerdo: un sustancial “descuento”, siempre y cuando ella tenga deseos… Pronto Miss Bai Ling se muda y sorprendentemente comienza a salir con Dabao, un personaje muy interesante, tan raro cuanto común y corriente.

La hija del dueño del hotel, Miss Wang Jiewen (Dong Jie), regresa de Japón y se convierte en su escribana, si Chow se queda dormido o ya no puede más, ella termina sus cuentos eróticos para el periódico, que inusitadamente resultan ser tan "guarros" y excitantes como los que más.

Se inicia la escritura de 2047, una especie de continuación del romance con WJW1967, la exquisita androide etérea, que por cierto no debe enamorarse. Pero no se sabe si porque actúa en una especie de stop-motion o porque la fatiga de los viajes largos afecta su mecanismo haciéndola reaccionar tardíamente, inclusive, con un día de retraso. Se mencionan entonces los 5 deterioros del canon budista que sufren los seres celestiales. Así se medio explica que a veces éstos lloran cuando deben reír, porque sólo pueden expresar lo ya acumulado por tantas horas.

Deviene entonces una interesante disertación de tintes filosóficos sobre el momento exacto para conocer a la persona “correcta” o “incorrecta”. Finalmente, dan lo mismo una u otra, aunque el final de la historia sería diferente…

Hay otro personaje que se une a la trama: “Black Widow”, una reina de casino que jamás se quita el guante negro de la mano izquierda. Es la transfiguración de Su Lizhen (Maggie Cheung), la hermosa mujer del segundo flash-back de la escena del farol, la lluvia ligera, el beso y el amargo adiós… Recordad la precuela de In the Mood for Love. Ahora es una apostadora profesional y una misteriosa leyenda la rodea; es otra, pero la misma. Se da entre Chow y ella un juego de naipes a carta alzada: “Si ganas te contaré mi pasado”, le dice. Pero gracias al impredecible azar esta vez él vuelve a carecer de buena suerte y no hay resolución.

ELLA: 
De todos los hombres que he conocido tú eres el que mejor me ha tratado. Ven abrázame, ahora mismo ya te echo de menos; y pueden pasar años antes de que nos volvamos a ver…

CORTE A:

Un beso apasionado y larguísimo-

ÉL: ―Si logras escapar de tu pasado búscame.



Tal vez sea el haber obtenido un “no” como respuesta del destino, otra vez, lo que motiva su sonrisa fingida en el pasillo; siempre los pasillos. Los tonos rojos del club nocturno, los verdes del hotel, los del tren o los de la vida misma. Tal vez él sólo sea un cínico…

Un teléfono de disco, son los años de 1960, frente a las puertas, también verdes, del hábitat-laberinto de los actantes, que no tienen escapatoria. Una llamada sin respuesta… Todos son como bacterias en una caja de Petri, tratando de sanar sus heridas que tardan mucho en cerrar; quizás no lo logren nunca. Entre secretos sin contar, largas listas de amantes, amores sin cristalizar, el terror de la página en blanco y los vacíos existenciales, nadie puede salir de allí, hasta que aparecen las palabras THE END.

¡Corte y queda…!

MarcH de Malcriado

sábado, 8 de enero de 2022

NO MIREN ARRIBA

 

NO MIREN ARRIBA Un magnífico compendio de desastres: los exógenos que nos amenazan, y los endógenos que sufrimos como civilización actual. ¡Brutal y maravillosa...! © Hyperobject Industries/ Bluegrass Films/ Netflix



NO MIREN ARRIBA / DON’T LOOK UP (EE.UU. 2021, Dir. Adam McKay). Unos científicos descubren que pronto un gran meteoro se estrellará en la Tierra causando daños letales. El quid es cómo van a alertar a la población y si van a creerles.

Las películas de crítica social no son nada raras, pero cuando se combinan con la burla y el humor negro suelen ser muy cáusticas y divertidas, tanto que el divertimento diera la impresión de que el poderosísimo subtexto no es accesible para el espectador común. Sin embargo, éso no es cierto, el público es mucho más inteligente de lo que los productores pudieran llegar a suponer. Desde los tiempos del cine mudo, Charles Chaplin, que se las sabía de todas todas, utilizaba la sátira y la comedia física para mostrar y evidenciar las injusticias sociales, la corrupción y la maldad del mundo moderno de aquel entonces, pero siempre ridiculizando a los perversos, a los villanos y a todo lo que era contrario a la bondad y a la virtud.

A casi nadie le gusta ver sus defectos en el espejo, pero cuando éstos no sólo son defectos sino verdaderas deformidades, pues mucho menos, porque el impacto del reflejo es devastador. La sociedad actual ― cuyos valores están trastocados por un exacerbado culto a la belleza, a la juventud, a lo fútil y al chisme vulgar a través de las redes sociales― vive maniatada, atrapada en un futuro que no existe, ni en el pasado tampoco; pues no hay memoria. Lo de ayer no fue, y si fue nadie lo recuerda; vivimos a una gran velocidad, sobrexpuestos a los medios masivos de comunicación, sin esperanza de nada en un eterno presente absolutamente fantástico y a la vez frenético.

Este filme utiliza como vehículo una magnífica parábola por demás satírica: Lo que realmente destruirá al mundo no es una amenaza que provenga del exterior, del espacio sideral, sino de la bomba que significa la macrocefalia esquizofrénica de una civilización enloquecida por la sin razón, por el egoísmo, por la falta de respeto al prójimo y por vivir en la más absoluta de las simulaciones, como lo estipularía Boudrillard en sus teorías.

El respeto al individuo, a la otredad se desliza cotidianamente hacia el burdo escarnio a través de la comunicación de hoy en el tobogán del chiste y del meme cibernético. Los teléfonos inteligentes, la Internet y todo lo “on-line”, que debieran ser prótesis digitales para ayudar al hombre a vivir en un mundo mejor, se han convertido en todo lo contrario, ahora son un arma letal, muy poderosa para desdibujar personalidades divirtiéndose, para burlarse, para destruir reputaciones, campañas políticas enteras y lo que sea, a la vez que también sirven para entronizar a ridículas figuras cuya fama durará apenas 15 minutos, como diría Andy Warhol hace cuarenta años. La ironía es que lo sin importancia, lo efímero es tan realmente prescindible y efímero que dura para siempre, reciclándose y materializándose constantemente en una reproducción geométrica de sí mismo en las dimensiones inconmensurables del ciber universo.

Que uno de los mayores símbolos sexuales del cine, Leonardo DiCaprio, haya sido escogido para encabezar un reparto glorioso no es casualidad. El histrión es la mayor estrella de cine de la actualidad, y es tan grande, que pese a su imagen y prestigio no le importó dar vida a un científico nerd, fodongo, inadaptado y lleno de manías e inseguridades que la verdad nos deja de boca abierta. Su actuación es memorable, como siempre. Su contraparte, Jennifer Lawrence, también muy reconocida y oscareada está perfecta como la sensible e histérica astrónoma próxima a doctorarse. Ella es en realidad la que desde la primera secuencia se da cuenta de que la Tierra va a ser destruida. En otra papel del reparto hay que mencionar el de Cate Blanchet, que como una periodista obsesionada con el sexo está deliciosa y guapísima. Como la cereza del pastel está Meryl Streep, cuyo registro histriónico es uno de los más plásticos del cine. Multioscareada, hace lo que quiere en el rol de una cínica presidente de los Estados Unidos de Norteamérica que oscila tan graciosa cuanto patética en el péndulo de la bipolaridad más increíble que se haya visto en el Salón Oval de la Casa Blanca. Una vez más, Ms. Streep demuestra porqué es la actriz más galardonada, y la mejor de Hollywood también. La última secuencia en la que aparece es lo máximo, pues es la fábula perfecta; directa para los registros de "Ripley".

Además de semejantes actuaciones, el argumento, que no es nada nuevo en el género de las películas de desastres, la puesta en pantalla es impecable; pues no pretende ser “la película”. El genial productor, escritor y director McKay, a sabiendas de que tenía entre manos uno de los proyectos argumentales más espectaculares del momento, fue lo bastante mesurado y prudente como para no abusar de las florituras, de las estridencias y los Fx rococó que tanto abundan en las mega producciones de este género de actualidad. Cuestión que de suyo se agradece bastante. 

El mundo ha cambiado y ahora la película la tuvimos que ver en su estreno a través de la más famosa plataforma de streaming, ¿qué remedio? Seguramente proyectada en la enorme pantalla de una sala de cine ganaría el cuádruple en emoción y en espectacularidad. ¡Lástima…!

El discurso, en general y a grandes rasgos, es que el bien común, lo verdadero y la ciencia son mucho menos importantes que los mensajes  que publican una bola de tarados en Twitter o las noticias de la vida de una tonta estrella del rock juvenil.

Es considerada como una de las 10 mejores películas del 2021. Inclusive ya ha recibido premios y tal vez la veamos nominada en varias categorías de la próxima entrega de los Óscares. 

Delirante, chocante, semi Sci-Fi y apoteósica, No miren arriba, es una película que hay que ver por lo menos 2 veces. Aunque si la ven una vez no se van a arrepentir.

¡Corte y queda…!

MarcH de Malcriado

miércoles, 29 de diciembre de 2021

TITANE

 

TITANE La fragilidad y la vulnerabilidad a veces se manifiestan como todo lo contrario: como una fortaleza y poderío capaces de exterminar cualquier amenaza, real o imaginaria. © Kazak Productions/ Frakas Productions Arte/ Arte France Cinéma/ Be TV – Voo



TITANE (Francia, 2021, Dir. Julia Ducournau).
Una extensión del infierno de Dante, alegoría del interior de uno de los personajes más estremecedores y terribles ―a la vez provocador y fascinante― del cine de las últimas décadas. La sexy bailarina Alexis (Agathe Rouselle, una especie de nueva Charlotte Rampling recargada) es la combinación perfecta de la vulnerabilidad y la fragilidad que eclosionan con la fuerza letal de una hipnótica y rara belleza que va muchísimo más allá de la femme fatale noir, porque ella es una  monstruosa cazadora y consumada depredadora. 

El tema principal de la película es el miedo, todos los miedos que se puedan experimentar, pero sobre todo al de la soledad y a decir la verdad, llevado hasta sus últimas consecuencias.


TITANE Agathe Rouselle interpreta 2 de las danzas eróticas más fabulosas del cine desde aquel mítico strip-tease de Kim Basinger en Nueve semanas y media (Adrian Lyne, 1986).
 © Kazak Productions/ Frakas Productions Arte/ Arte France Cinéma/ Be TV– Voo



Desde El cisne negro (Darren Aronofsky, 2011) e Irreversible (Gaspar Noé, 2002), tan sólo por citar 2 filmes de este siglo, no se había visto en la pantalla un personaje de tan alto voltaje como el de Alexis, esa extraña criatura vamp de insondable personalidad. Sobre todo en esta época en la que el respeto a la individualidad, por más bizarra que ésta sea, a la fluidez de género y a la frialdad de una sociedad de consumo mecanizada y cibernética (increíblemente todavía llena de prejuicios tan atávicos cuanto ocultos), que se manifiestan como la más simple de las cotidianeidades en las llamadas súper civilizaciones; lo cual también es un peligro.


El segundo personaje es Vincent (el fabuloso Vincent Lindon), un atormentado padre de familia traicionado y abandonado, que después de recuperar a su hijo, se  mira desnudo en el espejo y cita una verdad absolutamente lacerante: “No estoy enfermo, sólo soy viejo”. A muchos éso nos pega totalmente, pues bien sabemos a lo que se refiere, que es un mundo en sí mismo, pero no menos fascinante.


TITANE Vincent Lindon como "Vincent" se mira desnudo en el espejo y dice: “No estoy enfermo, sólo soy viejo”. Un entrañable y fascinante personaje. © Kazak Productions/ Frakas Productions Arte/ Arte France Cinéma/ Be TV– Voo


El soundtrack oscila entre el más rítmico y estridente techno y la más celestial belleza de las sinfonías corales; pero justo en medio se puede escuchar la versión más inusitada de La Macarena. No hay suspenso en la cruda narrativa de este cuasi thriller psicológico, todo sucede de repente, sin previo aviso. Un ejemplo del absoluto “tour de force” a la francesa. La secuencia del cuerpo de bomberos bailando frenéticos en la estación que se ve interrumpida por una de las danzas más eróticas y ardientes no tiene parangón. Después de todo, se dice que lo que más se rechaza es lo que más se desea…


TITANE La fragilidad y la vulnerabilidad a veces se manifiestan como todo lo contrario: como una fortaleza y poderío capaces de exterminar cualquier amenaza, real o imaginaria.
© Kazak Productions/ Frakas Productions Arte/ Arte France Cinéma/ Be TV – Voo


Por no llevar súper stars en el reparto ―aunque Lindon es archi conocido en Europa por sus más de 50 películas, como la inolvidable Betty Blue (Jean-Jacques Beineix, 1986)―, tampoco excentricidades, con cero grandilocuencias visuales, sin grandes Fx ni las pretensiones de ser una cinta blockbuster (éxito de taquilla); y a pesar de tener el mérito inmejorable de contar con la sencilla profundidad de su maravillosa historia, filmada con apabullante y brutal belleza (nunca había visto nada de esa directora), esta película está condenada inexorablemente a ser exhibida únicamente en una sala, la única de arte que existe en la gran Ciudad de México (la que está atrás del Ángel de la Independencia), además de estar en la cartelera de la consabida Cineteca Nacional, por supuesto.

No sé qué dijeron los críticos, ni el público, pero se llevó la Palma de Oro del Festival de Cannes este año. Titane es algo fuera de serie, totalmente e-x-t-r-a-o-r-d-i-n-a-r-i-a. A nosotros nos dejó muy impactados, y francamente, de boca seca. ¡Qué privilegio haber podido ir a verla…! (Seguramente regresaremos a verla nuevamente).

¡Corte y queda…!

MarcH de Malcriado

martes, 7 de diciembre de 2021

IN THE MOOD FOR LOVE

 

IN THE MOOD FOR LOVE La eterna historia de un amor prohibido, casi imposible, se vuelve alegoría de la explosión de Eros. Pero de una manera exquisita. © Block 2 Pictures/ Jet Tone Productions/ Paradis Films



DESEANDO AMAR/ IN THE MOOD FOR LOVE (Hong Kong, 2000. Dir. Wong Kar-wai)

El cine asiático desde sus inicios ha sido uno de los más raros y sofisticados del mundo, pues su visión no occidentalizada de la belleza resulta para nosotros algo muy atractivo, y por supuesto, muy exótico. La verdad es que no estamos muy familiarizados con él, pero ahora, gracias a la creciente “globalización”, su distribución es mucho más fácil y expedita. Su accesibilidad estaba constreñida, casi exclusivamente a los festivales internacionales, las muestras, cineclubes, tiendas de DVD o BluRay-Disc y, por supuesto, a la programación de la Cineteca Nacional de la Ciudad de México,  que siempre ha sido el escaparate perfecto para todas aquellas películas fuera del mainstream ya sea hollywodense, latinoamericano o europeo.

No obstante, los actuales cinéfilos de corazón —pero hablo de aquéllos que trascienden los éxitos de taquilla de verano estrenados en el 80% de las salas, claro—, se vuelven cada vez más expertos y exigentes, por lo que las distribuidoras ya se han ocupado de atender esa creciente demanda. Fue todo un acontecimiento de gran envergadura que la Academia de Ciencias y Artes de Hollywood le haya otorgado el Óscar a Parásitos (Bong Joon-ho, 2019) como la mejor película extranjera, pues Corea del Sur no es solamente una potencia económica sino también artística. A partir de allí el gran público comenzó a voltear hacia la cinematografía asiática y a conferirle la importancia que tiene. Fue el comienzo, a mayor escala,  de la búsqueda de  hallazgos mucho más allá de las cintas de artes marciales, de la monumental obra clásica de Akira Kurosawa, valorada, revalorada y muy apreciada; o más recientemente de Nagisa Oshima y de Ang Lee. Es una verdadera fortuna poder descubrir y ver filmes tan atractivos, interesantes y de magnífica factura técnica como los citados y bastantes más.

En esta ocasión reseño In the Mood for Love del excepcional realizador Wong Kar-wai de Hong Kong, a quien conocimos allá por 1996 a través de Happy Together, película tan extraña como perturbadora. Fue reestrenada hacia la mitad de 2021 en la Cineteca de la CDMX, pero no regresé a verla porque a pesar de ser excepcional no me gustó para nada… pero de ella tal vez hablaremos después.

Cuando vemos por primera vez In the Mood for Love, puede uno adivinar cuáles son las obsesiones, los temas y las tomas favoritas de este avasallante realizador que busca la estética a cualquier precio. El argumento es muy simple: chico conoce a chica, y el resultado es el amor. Pero la cosa no es tan sencilla. Cuando la “chica” resulta ser Maggie Cheung, una de las mujeres más hermosas y fotogénicas de la industria cinematográfica oriental—además de que siempre  va ataviada como una verdadera muñeca—, el efecto es el embeleso. Sin embargo, el asunto no es tan simple, pues cuando nos damos cuenta, el “chico”, Tony Leung Chiu Wai, también resulta ser tan interesante, tan fotogénico y casi tan bello como la protagonista; entonces surge la hipnosis.

Con una extraordinaria banda sonora como fondo, un periodista y una secretaria se encuentran en el mismo edificio de departamentos porque son vecinos, mientras sus respectivos cónyuges están de viaje. La atmósfera es sofocante, las miradas en los pasillos se repiten, la atracción y la tensión sexual van en aumento, y aunque las miradas siempre son furtivas, todo se repite. Finalmente,  deviene la aceptación de su fortísimo deseo con el predecible y esperado  beso, por demás  apasionado, pero lleno de culpa. El escenario de semejante declaración física de su amor es un callejón tenuemente iluminado por un farol, la lluvia cae suavemente y la música es absolutamente fantástica y uno se vuelve loco y se prende tanto como los amantes, ¡no bueno…!

Pero todo es un artificio, una mentira, la simulación de lo imposible, porque…

IN THE MOOD FOR LOVE Vestida con qipao Su Li-Zhen (Maggie Cheung) mantiene siempre la figura, el peinado y la pose hierática de la amante perfecta. © Block 2 Pictures/ Jet Tone Productions/ Paradis Films



CORTE A: (Interior, noche, pasillo).

La mujer recorre un lóbrego pasillo en medium shoot. La acción ha iniciado con un plano de sus zapatillas de tacón alto que se alejan mientras la cámara hace un tilt-up hacia su ondulante cadera envuelta en la seda de uno de sus múltiples vestidos clásicos —esos chinos muy elegantes y entallados llamados “qipao”— , y puede uno oler su perfume de jazmín mezclado con los vapores provenientes de la olla donde hierven los  fideos cappelli d’angelo de frijol de soya “Vermicelli” con trozos de pato que nadie se va a comer, o tal vez sí; porque las mujeres esculturales y hieráticas como Su Li-Shen, que viven en Hong Kong, no comen casi nada… pues es más importante mantener la figura, el peinado y la pose perfectos. Pero todo así natural, como no queriendo, como sin darse cuenta, porque el juego de las máscaras ha iniciado desde antes de que los créditos aparecieran, porque el trabajo de pre producción es mucho más largo que el tiempo de rodaje, por supuesto… Porque lo que se verá en pantalla no será una película sino un poema de celuloide que nos transporta al verdadero origen y vórtice de la pasión, el deseo de fundirse en el otro hasta desaparecer y estallar allí, dentro del Ser, ahora binario, en la total metempsicosis de no haberse visto ni haber  sido nunca antes,  pero 
de repente aparecer y reaparecerse materializado en el mundo, y verse reflejado en los ojos del otro, hundido e invadido, respectivamente, en esa oscura y sublime oquedad donde se abre el principio del universo que nos succiona la carne masculina hasta hacernos desaparecer otra vez en una eternidad extática de tan sólo 7 segundos… Después, deviene el caer dormidos; pero al despertar, como todos los amantes, siempre queremos más. Éso es In the Mood of Love.

El filme, ovacionado en el Festival de Venecia, está considerado por la crítica internacional como uno de los mejores de lo que va del siglo XXI. Ya la vi 2 veces y voy por más, porque ésto es arte puro, sencillamente majestuoso.

¡Corte y queda…!

MarcH de Malcriado

martes, 30 de noviembre de 2021

LA CASA GUCCI / HOUSE OF GUCCI

LA CASA GUCCI Tan vistosa como genial, el reparto es de infarto. La Gaga seguramente estará nominada el año que entra al Óscar por su actuación. © Metro Goldwyn-Mayer/ Bron Creative/ Scott Free Productions


LA CASA GUCCI/ House of Gucci. (EE.UU. 2021, dir. Ridley Scott). Escribir sobre una película de Ridley Scott es como hablar de una catedral. Su filmografía está plagada de éxitos comerciales y artísticos, citarlos aquí no es la intención pero únicamente como referente hay que mencionar unos cuantos: Alien, el octavo pasajero (1979), Blade Runner (1982), Thelma y Louise (1991), Gladiador (2000), Prometheus (2012) y Misión rescate (2015).

Basada en la novela La casa Gucci: una sensacional historia de crimen, locura, glamour y avaricia de Sara Gay Forden, el filme es un portento de creación de atmósferas, como en todas las películas más famosas de Scott. Ésta es una biopic del heredero de la prestigiada y célebre marca italiana Gucci, Maurizio Gucci, interpretado por Adam Driver, un antigalán tan magnético cuanto actor de excelencia; que es toda una rara avis entre el estrellerío del momento.

La ya muy probada como actriz ―con nominaciones al Óscar por Nace una estrella (2018)―, y súper estrella de la música pop, Lady Gaga, va de coprotagonista como la loca y seductora Patrizia Reggiani. Ella, como siempre, está tan verdaderamente espectacular que se lleva todas, pero todas, las escenas en las que aparece. Seguramente en 2022 será nuevamente nominada como mejor actriz.

LA CASA GUCCI El talentoso Jared Leto hace una verdadera creación como Paolo Gucci; apuesto a que será nominado el año que entra al Óscar como mejor actor de reparto . © Metro Goldwyn-Mayer/ Bron Creative/ Scott Free Productions


El filme cuenta, además, con unos actores de soporte de fábula: Jared Leto (seguro también será nominado por su maravillosa actuación como Paolo Gucci), Al Pacino y Jeremy Irons. Todos ellos implicados en una trama llena de extremo lujo, glamour, ambición, pasión y crimen.


LA CASA GUCCI Salma Hayek es “Pina”, un papel notablemente terrible, por el que sacrifica su gran belleza para representar a la perfección a una psíquica charlatana. ¡Bien por ella…! © Metro Goldwyn-Mayer/ Bron Creative/ Scott Free Productions



También en un pequeño pero crucial papel se puede ver a doña Salma Hayek. No es posible pasar por alto a la bruja Pina (Hayek), la clarividente charlatana. Nuestra más rutilante compatriota en Hollywood, ella tan major star, tan bella y tan international jet-setter; interpreta a un horrendo personaje que sorprende mucho, porque para ello tuvo que sacrificar su belleza y sex-appeal. Tal vez el hecho de figurar en el reparto no nos sorprende gran cosa, pues como es bien sabido la señora de Pinault es la esposa del archimillonario francés François-Henri Pinault, cuyo enorme consorcio también ostenta la posesión de gran parte del Grupo Gucci. No creo que su participación en la película fuera una mera casualidad.

La dirección de Scott no tiene más que aciertos, y aunque pudiera parecer demasiado larga (157 minutos) y de un ritmo a veces lento ―si hubiera sido menos ambiciosa bien podría haber sido presentada como una serie de 3 capítulos de Netflix o de cualquiera otra plataforma―, es absolutamente gloriosa, sobre todo porque la historia está tomada de la vida real. Afortunadamente, su estreno es como debe ser, en las salas de cine a toda pantalla. Ese tono medio melodramático que va in crescendo hasta finalmente llegar al predecible, ineludible y terrible clímax, en la via Palestro de Milán, cuyo montaje es una herencia directa de Hitchcock, es como un apacible río que termina en una estruendosa catarata bellamente envuelta y suavizada por una hermosa pieza coral de música sacra. Además, la nostálgica banda sonora o soundtrack es un increíble compendio de los mejores hits de la música pop de los años de 1970 a 1995.

Una megaproducción tan vistosa como genial, muy a lo "Vanity Fair". La dirección de arte incluye residencias de ensueño, desfiles de modas, tiendas súper exclusivas, fiestas y celebridades; está fotografiada en escenarios deslumbrantes, desde Milán hasta Gressoney en los Alpes, una de las estaciones invernales  de sky  más chics de Europa, pasando por la Villa Balbiano, un impresionante palacio a orillas del lago Como. No pueden perdérsela… después de todo, es una película de Ridley Scott.

¡Corte y queda…! 
MarcH de Malcriado

viernes, 15 de octubre de 2021

SIN TIEMPO PARA MORIR

 

SIN TIEMPO PARA MORIR Por fin llegó a la pantalla grande este esperado divertimento. No sólo es emocionante, es verdaderamente electrizante y muy emotivo. © Eon Productions / Metro-Goldwyn-Mayer


SIN TIEMPO PARA MORIR / No Time to Die (EE.UU., GB, 2021, Dir. Cary Fukunaga).

Tan arrolladora, impactante y emotiva como cada una de las entregas anteriores, pero con el plus de traernos a un 007 más humano que nunca, con el toque al corazón del estallido final del inconmensurable amor que todo lo sufre y todo lo puede.

El agente 007 es un personaje entrañable que puebla los sueños de salvación a través del poderío y la astucia que emana de una de las figuras cinematográficas más impactantes de la historia del cine. 

Desde la primera secuencia no se nos da tiempo de respiro, pues en un momento, la más vulnerable de las criaturas se ve a merced de uno de los asesinos más letales de la saga. Y no es metáfora, pues la asfixia es real.

Eso es cine de verdadera acción, pues el espionaje y el contraespionaje funden sus límites hasta alcanzar el paroxismo final. Siempre me ha gustado aquella máxima que usan los más agudos críticos y que reza: 

“… y llega hasta sus últimas consecuencias”. 

En los créditos de inicio, el archi famoso tema musical clásico de John Barry, la Suite de James Bond, se mezcla maravillosamente con el tema principal, que esta vez está a cargo de la joven ―apenas cumplirá 20 años el próximo 18 de diciembre ―, y muy popular compositora y cantante Billie Eilish, cuya interpretación es en tempo lento y muy profundo, toda una elegía.

El rudo ojiazul Daniel Craigh logró, bajo las múltiples y acertadísimas direcciones de cada una de las 5 realizaciones  que protagonizó, dotar una vez más, y definitivamente, de una 
alma vibrantemente humana  al más famoso agente secreto de todos los tiempos: “¡Bond, James Bond…!”

Programada para ser estrenada en abril de 2020, su exhibición mundial se tuvo que postergar hasta las postrimerías de este año. Esta larguísima espera bien valió la pena, pues la puesta en pantalla superó todas nuestras expectativas. Ésto sí que  es cine, ésto es divertimento total de primera categoría.

Por el clásico “coche Bond”, el plateado Aston Martin, hasta el vestuario y las locaciones de las ciudades más fabulosas y fiestas de-luxe, con vertiginosas persecuciones automovilísticas, aéreas e inenarrables corretizas ―claro, algunas con grandes explosiones y alardes de arte digital―, asistir a una función del 007 es toda una experiencia.

Las preciosas actrices que interpretan a las “chicas Bond” suelen terminar, en buen número, mistificadas; tan sólo recordad a Úrsula Andress como “Honey Ryder” en Dr. No (1962), a Daniela Bianchi como “Tatiana Romanova” en From Russia With Love (1963); más recientemente a Eva Green como “Vesper Lynd” en Casino Royale (2006) y a Mónica Belucci como “Lucia Sciarra” en Spectre (2015). Como dato curioso, también una mexicana, Stephanie Sigman, ha sido parte de esa deslumbrante colección, pues ella fue “Estrella” en la ya citada Spectre, que por supuesto en su primera parte fue filmada en la Ciudad de México. Esta vez toca a la fantástica, latinísima y muy de moda, Ana de Armas interpretar a “Paloma”, una agente de la CIA que corta la respiración, por letal y por supuesto por guapísima y seductora. Ya la queremos ver de “Marilyn” en la versión cinematográfica (de Netflix) de la celebrada novela de Joyce Carol Oates: la tan llevada y traída Blonde.

La  calidad y despliegue de una gran producción utilizados en las películas protagonizadas por el agente secreto Bond están siempre garantizadas para los amantes cautivos, y para los nuevos seguidores, de este género.

No obstante, 
entre tantos aciertos hay algo que sí le resta un poco de lucimiento al filme. A veces puede haber malas elecciones en el rubro del casting, también aunado a que hasta a los actores más talentosos se pueden equivocar a la hora de elegir un papel. 

Resulta que al torvo villano "Safin" (Rami Malek, oscareado por Bohemian Rhapsody de 2018) le falta mucha  personalidad y fuerza para semejante papel, tanta, que lo compensa con una sobreactuación que raya casi en lo ridículo. En vez de infundir temor lo que provoca es un ataque de risa. Irónicamente, y por el contrario, entender y proyectar el savoir faire (saber hacer/ expertise /“bordar”) al personaje es lo que sobra al doblemente oscareado Christoph Waltz como el malvado “Ernst Stavro” en cuya única secuencia aparece casi tan impactante y siniestro como lo fue Anthony Hopkins (también oscareado) cuando hizo de “Hannibal Lecter” en El silencio de los inocentes (Jonathan Demme, 1991). Finalmente, si no se pone uno muy exigente u ortodoxo, ese detalle no es nada del otro mundo. Cosas del cine.

Mejor aprovechen esta oportunidad y asistan a un complejo cinematográfico (están súper sanitizados) a disfrutar y a pasarla sensacional durante casi 3 horas tan intensas que realmente ni se sienten.

¡Corte y queda…!

MarcH de Malcriado