lunes, 14 de octubre de 2013

DE LO INCREÍBLEMENTE PROHIBIDO

Estrenada en la época de la crisis del SIDA causó un gran escándalo.






































DOÑA HERLINDA Y SU HIJO. Méx. 1985. Dir. Jaime Humberto Hermosillo. La comedia que marcó una nueva era dentro del cine mexicano de temática tabú. Trata sobre el exacerbado amor de una madre por su único hijo, un exitoso médico homosexual, que la lleva hasta el paroxismo de tenderle una trampa perfecta. Tramada, calculada y efectuada con gran astucia para casarlo "como Dios manda". 

Cuatro personajes: Doña Herlinda (Guadalupe del Toro), cuyo hijo Rodolfo (Marco Antonio Treviño) tiene a su novia Olga (Leticia Lupercio), pero al que quiere más es a su novio Moncho (Arturo Meza), un joven estudiante de música. Todos ellos tienen la audacia de ser diferentes, y asumirlo, para conseguir el amor, la aceptación social y la alegría de vivir sin transgredir el statu quo de la sociedad de doble moral en la que viven.

El personaje y los diálogos de doña Herlinda son una verdadera creación. Están llenos de una chispeante agudeza, tan punzante que su supuesta ingenuidad los vuelve antológicos: “Rodolfo también tiene defectitos, es zurdo; pero desde chiquito le enseñé a usar la mano derecha y terminé haciendo de él un perfecto ambidiestro”.

El clímax de la película es la escena del palenque en el que Lucha Villa canta una de José Alfredo: “… qué bonito entregarse todito, no me digas que no sufriste (…) poco a poco la distancia se va haciendo menos”… mientras Moncho llora en silencio porque extraña a Rodolfo, pues no puede aceptar que se haya casado con Olga y que esté de luna de miel en Hawaii.

En la escuela, Moncho tiene una amiga y confidente, Billy (Guillermina Alba). Uno de los diálogos más geniales es ese en el que Moncho le cuenta sus conflictos con Rodolfo para pedirle consejo:

—Aconséjame, ¿tú qué harías?

—Ay manito, no sé qué decirte, me tienes de boca seca, eh... yo me suicido. ¡Cianuro de potasio…!

Cuando Rodolfo y Olga regresan, Moncho, siente que su amor está perdido. Pero la clave de lo que va a suceder a continuación con sus vidas está envuelto en el celofán del regalo simbólico que Rodolfo le entrega, cuando por fin se encuentran a solas.

Con un final avasallante y brutal, esta película es el paradigma de la vida de fin de milenio, llena de aciertos, errores, mentiras piadosas y grandes verdades. Con todas sus contradicciones.

El argumento, basado en un cuento de Jorge López Páez, el casting, las actuaciones con juegos de miradas perfectos, la fotografía de Miguel Erhenberg, el tono y el ritmo se vuelven deslumbrantes bajo la dirección de Hermosillo. Se encuentra entre las mejores 100 películas mexicanas, y t
enía que ser, porque es una obra maestra tan deliciosa como un bocado de cardenal. ****

March de Malcriado.

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