lunes, 23 de septiembre de 2019

AMANTE FIEL

UN  HOMBRE  FIEL / AMANTE FIEL Casi siempre  se  le atribuye a  los hombres  ―mucho  más  que  a las  mujeres― el controvertido  pero  eterno  tema  de la infidelidad. Aquí  se  verá quién  es  quién…
© Why Not Productions / Canal+ / Ciné+ / Région Ile-de-France




UN HOMBRE FIEL / AMANTE FIEL / L’HOMME FIDÈLE Francia, 2018. Guión y dirección de Louis Garrel. “Mi amor, ¿tienes un minuto…? Quiero decirte algo: ¡estoy embarazada…!”. Esas son las líneas iniciales de Marianne (Laetitia Casta) en la primera secuencia de esta comedia romántica de lo más inteligente que se ha exhibido en las salas últimamente. Lo que es de llamar la atención es que el personaje central, sobre el que gira toda la trama, es Abel (Louis Garrel), un joven periodista que vive en el departamento de ella, en París. 


Casi siempre se le atribuye a los hombres ―mucho más que a las mujeres― el controvertido pero eterno tema de la infidelidad. 

El público masculino podemos identificarnos muy fácilmente con los sentimientos de ese hombre enamorado, devoto, sin el menor asomo de malicia ni deseos de venganza cuando se entera que ha dejado de ser amado,  y  todavía  peor, ¡absolutamente engañado...!  


El argumento es, en síntesis, la guía asertiva para aceptar la pérdida; hacia un nuevo modelo de masculinidad que parece estar demasiado lejos de nuestra realidad mexicana, que es de machos tan dados a tirarse a las escenas de celos, al drama, melodrama, chantaje y al estallido de ese machismo posesivo y primitivo que no conduce a nada excepto a perder mucho más rápidamente la consideración y el respeto de la pareja que ya se decidió a sacarlo de su vida. 



Hablar de frente, sin embustes ni triquiñuelas es de lo más difícil en las relaciones humanas, cuantimás si se trata de relaciones amorosas. Antes de plantearse la posibilidad de un enamoramiento con vías a establecer vínculos de pareja es raro reflexionar, preguntarse si se está listo para sobrellevar una relación con todo lo que ello implica. ¿Para qué quiero una pareja, qué tengo yo qué ofrecer, qué me ofrece a mí…? 

En una era en la que las relaciones hasta pueden escogerse entre los catálogos de aplicaciones cibernéticas “de ligue” hay esa nueva manera exprés de relacionarse a niveles muy subrepticios. Muchos se ilusionan antes de tiempo porque su soledad es muy  dolorosa,  y la necesidad  de  compañía amorosa es apremiante,  así se entregan sin pensar a la  primera  persona  que  les  guiña  el  ojo. Por el contrario, hay quienes mejor prefieren cuidar una mascota que a un ser humano porque  este requiere y demanda una serie de compromisos que les da flojera y en  definitiva optan por quedarse solos, quesque  muy contentos en una zona de confort ficticio pero bastante a la medida de sus deseos de evitar fatiga, no  tener que solucionar problemas, conflictos y adaptarse al complicadísimo otro. Si apenas pueden con ellos mismos. Porque el amor es dar y recibir concesiones, pero para dar hay que tener y a veces uno mismo, y el otro, no estamos seguros de lo que tenemos, o de que si lo que se tiene vale la pena… 



Ya me hubiera gustado ver que Karenin, el esposo abandonado de Anna Karénina de Tolstoi, hubiera aceptado como un cordero el engaño ―al estilo de Abel―, del que fue objeto en esa San Petersburgo decimonónica. Los tiempos han cambiado, ¡y de qué manera…! 

Esta es una producción francesa de una exquisitez deslumbrante. Lo tiene todo, hasta a la hija de Johnny Deep, Lily-Rose Deep que está muy prometedora y es un encanto de chouchou, y por eso ha durado tanto tiempo en la cartelera de la "Cineteca Nacional" (en CDMX), mucho más que cualquiera de las cintas que actualmente abarrotan los complejos cinematográficos que más que cines son expendios de combos de dulces, hot-dogs, palomitas y refrescos… 

¡Corte y queda…! 

MarcH de Malcriado

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