domingo, 27 de septiembre de 2020

AMORES MODERNOS

AMORES MODERNOS Del genial director Matías Meyer. Es un íntimo portento de belleza, tan emotiva cuanto deliciosa. © BDH Films


DE AMORES MODERNOS (México, 2019, Dir. Matías Meyer). Una producción muy al estilo de Jean-Luc Godard, ¿por qué no...?; pues Meyer, además de director es guionista y productor, y se cuestiona sobre el sentido de la vida, de las relaciones, del amor. Una pequeña maravilla que por no pretender ser apantallante apantalla absolutamente. El talento del director y de los actores, en su totalidad, es íntimamente grandilocuente en este fresco costumbrista y moderno,  como  reza  parte  del  título. La primera parte resulta sofocante, inclusive claustrofóbica, en una serie de secuencias donde parece que no pasa nada, pero cuya acción interna causa vértigo por las pérdidas:  la  primera "Armida" (Concepción  Márquez,  como  siempre  estupenda),  una  mamá mucho más  mujer e  inteligente que  la  clásica  chantajista madrecita mexicana que  de  todo  se  hace  la  víctima  para  controlar. Bien  pudiera  ser  que ella fuera  la  más  "moderna"  de todos. Aunque la ausencia pareciera ser la nada, es un todo que aplasta, que no permite respirar ni  a los actantes  ni  al  público. 

No cabe duda que Ilse Salas ya se ha posicionado como una superstar del cine nacional desde Las  niñas  bien (Alejandra Márquez Abella, 2018) con  Ariel  y  todo  por  esa  cinta  en  2019.  Salas retrata de manera íntima y natural a mujeres muy  contenidas  que llevan dentro un volcán en plena erupción; aquí es "Rocío", una "outsider" con el poder de un virus. Véanla y ya entenderán el porqué. Ludwika Paleta va como "Ana", un papel extraordinario que le da la oportunidad de lucir, además de su gran talento, unas piernas tan perfectamente torneadas que la mismísima Marlene Dietrich envidiaría.

No obstante, en esta película el mayor peso histriónico lo llevan los hombres, cosa rara, pues como que desde El amor a la vuelta de la esquina (Alberto  Cortés, 1986), Lola (María  Novaro, 1989) o Ciudad de ciegos (Alberto  Cortés,  1991)  por citar  ejemplos muy  notables―, las historias de mujeres son las que han prevalecido en el cine azteca. Así, el ya arielado Leonardo Ortizgris como "Alex" va como el desenfadado y complejo "rarito" que  no  se  sabe  al  principio  como  de  qué va hasta  que  habla  por  teléfono  con  su  amor. En contraposición está el hierático, dogmático y antipático "Carlos" (Andrés Almeida, excelente actor) que cumple a las mil maravillas con su papel de antagonista,  alejado  del amor. El  galán  romántico, apasionado y  delirante está a  cargo  de  David Angulo, que  llena  la pantalla con la locura de su  personaje  "Ricardo".   

Una historia tan común,  pero bien prototípica de la familia en la sociedad latina, tan nuestra y mexicana que hasta nos da un poco de risa, ternura y con la cual nos sentimos absolutamente identificados, pues muestra todo  un  abanico de variados  amores,  tan  modernos  que  son los clásicos,  por  supuesto. La quiero volver a ver para observar más detenidamente algunas sutilezas que tal vez no  capté cabalmente porque me distraje con los grandes trazos tan envolventes y  las  hipnóticas  actuaciones de  un  reparto  excepcional.

¡Corte y queda...!

MarcH de Malcriado

       


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