domingo, 11 de abril de 2021

HIROSHIMA MON AMOUR

 

HIROSHIMA MON AMOUR Salir del clóset no es tarea fácil para nadie, pero sacar del clóset algo que afuera morirá es otra cosa. “Elle” ―Emmanuelle Riva, mítica entre las actrices francesas―, está absolutamente enamorada de 3 hombres a la vez… © Argos Films / Como Films / Dajei Studios / Pathé Entertainment



HIROSHIMA MON AMOUR (Francia/ Japón, 1959, Dir. Alain Resnais) El título nos remite (dulcemente) a la devastación de la guerra, al triunfo relativo de los ganadores y al suplicio de los perdedores. ¿Pero, en realidad quiénes son los que “ganan” una guerra…? Las bombas atómicas que devastaron Hiroshima y Nagasaki marcaron el inicio del fin de la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico. Una hecatombe de semejantes dimensiones ha sido recordada por siempre y para siempre desde ese fatídico 1945, pero nunca antes y jamás después se volvió a rememorar de manera tan cruenta y artística, a través de una narrativa visual de belleza sin igual y un genial montaje. Eso es esta película, un canto de vida y de muerte.


Una actriz, la llamaremos “Elle/ ella” porque su personaje no tiene nombre (Emmanuelle Riva) se encuentra en Hiroshima porque fue a participar en un largometraje de coproducción internacional como propuesta y apología de la paz, como una campaña mundial para evitar que las guerras se repitan. Como si el arte pudiera hacer algo al respecto. No obstante el intento, todos los intentos son cosa loable. En el penúltimo día de su estancia, “Ella” ya lo ha conocido a Él, un joven arquitecto japonés (Eiji Okada) que habla perfecto francés. Ambos se relacionan en un affair de simbólica despedida, pues la joven regresará a París en unas horas. Pero la relación irá mucho más allá de lo efímero y puramente carnal, pues por vez primera ella abrirá su corazón para dejar salir un torrente de recuerdos secretos-cascadas, un total universo de dolor que ha contenido, y que la ha consumido durante muchísimos años.

Solamente Alain Resnais, junto a Marguerite Duras, pudieron convertir el horror en poesía, a manera de una transubstanciación de la realidad en una obra cinematográfica de altos vuelos. Considerada por muchos como la obra cumbre de la Nouvelle Vague (la nueva ola) del cine francés, Hiroshima Mon Amour es hermosa, desgarradora, existencial y brutalmente verídica… Eso de mezclar una conflagración mundial con la ruptura de los paradigmas del erotismo adolescente, y del adulterio, sin complejos de culpa es un logro artístico sin precedentes, que sin embargo, en manos del director francés y de la guionista parece algo poco complicado, pues Kinsey en los primeros años de la década de 1950 puso en la palestra el comportamiento sexual humano a través de  extensas investigaciones, su  estudio y su consecuente publicación. Algo  realmente  inimaginable  para la época. No obstante, nadie lo leyó. El cine en cambio, llega a todos lados y todos, pero todos, lo ven. Luego entonces, eros y la infidelidad cobran otras dimensiones, inclusive bastante generalizadas, y hasta lindas y deseables. Elle/ Ella ama a 3 hombres al mismo tiempo… ¿y qué…? Los celos no le sirven a nadie, ¡y son tan estúpidos…!



HIROSHIMA MON  AMOUR La confrontación  psicoanalítica  de las 2 más  fuertes pulsiones del  ser  humano: Eros y Tánatos. ¡Sencillamente extraordinaria…! © Argos Films / Como Films / Dajei Studios / Pathé Entertainment /Distribución: Cocinor



La guapísima mujer pareciera frágil y desorientada, perdida en un mundo que no es el suyo, pero es todo lo contrario. Encierra todo el misterio y el embrujo de una botellita de finísimo perfume pero muy intoxicante y corrosivo. Ella representa el sueño dorado, y rojo a la vez, de la mujer hermosa que aparece perfecta, pero que en realidad está atrapada y atormentada por sus sincrónicos amores. ¿Qué hacer entonces para transitar por las vías idóneas para conseguir su completa libertad…? Ella no había sido un alma libre hasta haberlo conocido a Él, en Hiroshima, él, ese que la observa anhelante, pleno de deseo; arrobado y enamorado, igual que como alguna vez fue vista allá en Nevers, en su primera juventud, y seguramente como también la mira su esposo, el ancla disolviéndose en el ácido de la ausencia, pero que la espera en París.


Desenterrar a los muertos no es tarea fácil para nadie ―hablando figurativamente claro―. Es un acto nefando, proscrito; pero en ciertos casos es necesario hacerlo para poder encarar la realidad y curarse el “mal de espanto”. Hay que atreverse a mirar sus ojos vivos-muertos-cósmicos y eternos, para despedirse, para dejarlos marchar a donde se tengan que ir. Al mismo tiempo, así nosotros también podríamos dirigirnos hacia nuestro propio destino, sin lastres, ¡sin ellos…!


Puedo asegurar que Hiroshima Mon Amour, tan calma y tan desesperada, a pesar de ser una producción casi olvidada ―cuyo guión fue escrito por la celebérrima escritora francesa Marguerite Duras―, y filmada en blanco y negro en 1959, es una de las películas más preciosas e impresionantes que yo haya visto sobre la liberación sexual, en serio. Seguramente, pronto la volveré a ver, por tercera vez (ya sé que anda por allí en DVD en una tienda del Centro Histórico de la CDMX), porque es un absoluto deleite y a la vez una fabulosa y terrible catarsis de principio a fin.

¡Corte y queda…!

MarcH de Malcriado

No hay comentarios:

Publicar un comentario