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QUERELLE: UN PACTO CON EL DIABLO La historia de un ángel de maldad que usa su atractivo sexual para conseguir todo lo que quiere… © Planet Film (Munich)/ Gaumont Film Company |
QUERELLE (Alemania, Francia, 1982. Dir. Rainer Werner Fassbinder).
Adaptación de la novela Querelle de Brest de Jean Genet (1947), un autor provocativo y abiertamente homosexual que llevó a la literatura muchas de sus vivencias en una época en que semejante atrevimiento era por demás transgresor. Por cierto, también les recomiendo su libro Nuestra señora de las flores (1942), donde retrata el mundo proscrito e inusitadamente queer de París con varias décadas de adelanto.
SINOPSIS
El marinero Querelle (Brad Davis) es una especie de "Dorian Gray" por su belleza, astucia, apetito sexual y por su inocente maldad. Justo al desembarcar en el puerto de Brest seduce por igual a Lysiane (Jeanne Moreau), la vieja madame del burdel "Feria" donde ella canta desencantada: “Todos los hombres destruyen lo que aman”; al exótico cantinero Nono ꟷque es el marido de Lysianeꟷ, al policía y a otros más (no van a creer también a quien y que es un personaje clave de la historia) e inclusive, y desde siempre, al mismísimo teniente Seblon (Franco Nero) quien al mando de la tripulación del barco "Vengeur" no puede evitar estallar de deseo, de pasión y de poesía por el más hermoso y letal de sus marinos. ¡Qué escándalo...!
ANÁLISIS
Nosotros vimos la película allá por 1983 en Los Ángeles, en el Cineplex de Beverly Hills, y por aquello de la censura supusimos que no la estrenarían en México, pero afortunada y finalmente sí fue exhibida y la vimos de nuevo, aunque no recordamos en qué cine, tal vez fuera en la Cineteca Nacional, para variar.
El apuesto Brad Davis ya era bastante famoso por sus previos y muy exitosos filmes: Expreso de media noche (Alan Parker, 1978) y Carros de fuego (Hugh Hudson, 1981), pero Fassbinder con Querelle lo catapultó para siempre como el nuevo objeto de deseo homoerótico: la nueva bomba homosexual del "cine de culto" de los años 80 y más. El afiche publicitario o cartel no puede ser más sugestivo… y todavía a 42 años de su estreno continúa siendo uno de los mejores del cine de todos los tiempos.
Era la época de Su otro amor (Arthur Hiller, 1982) y de Víctor Victoria (Blake Edwards, 1982) que eran de lo más "atrevido" y nunca antes visto en la gran pantalla por su especial temática LGBTQ+ ꟷpor decirlo en las siglas actualesꟷ, pero lindas y suavecitas; y sí, claro que como éxitos de taquilla causaban sensación. Sin embargo, y al mismo tiempo, el genial Fassbinder, que era, y es, uno de los cineastas más talentosos y célebres del mundo, fue muchísimo más allá de lo permitido e hizo, sin proponérselo que aquellas cintas comparativamente quedaran reducidas a la categoría de lo que para él (y para nosotros los criticones, que no críticos) serían filmes de fórmula, complacientes, harto ñoños, ridículos y bastante heteronormados, pues con la superlativa Querelle, su última película ꟷque es considerada la mejor de toda su filmografía y todo un clásico del cineꟷ, se voló la barda de forma por demás innovadora y espectacular, dejando al público y a la crítica especializada de boca seca, casi en shock, si es que la pudieron "aguantar" hasta el final. Éso es el "cine de autor".
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QUERELLE Franco Nero como el teniente Seblon en la última y mejor película de Fassbinder. ©Planet Film (Munich)/ Gaumont Film Company
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La puesta en pantalla de Querelle aprovecha al máximo a su increíble reparto, el soundtrack, la estética del vestuario y la dirección de arte, todo alrededor de escenarios como de una obra de teatro de sencillos decorados pero de gran funcionalidad y belleza plástica. Luego entonces, la exquisita fotografía se encuentra en el punto medio entre el surrealismo y el impresionismo alemán del cine de Murnau, con ciertos tintes góticos, pero a colores, predominantemente en tonos ámbar; como si todos los personajes estuvieran suspendidos en su propia cápsula del tiempo y de su Ser ineludible, cristalizados en la semipreciosa piedra transparente de sus "tremendas" vivencias ¡a la vista de todos!
El tono es el de una escandalosa y fabulosa fantasía erótica que va develando poco a poco esa irrefrenable tensión sexual, más bien homosexual, que escuece la mente y las zonas genitales de todos los personajes, en ocasiones de manera bastante explícita. Por otro lado, el ritmo es suave y uniforme, como los latidos del corazón imperturbable del joven Querelle, que jamás se sale de control bajo ninguna circunstancia (por éso nos recordó tanto al protagonista de Dorian Gray de Óscar Wilde).
CONCLUSIÓN
Sorprendentemente y contra todo lo esperado, Querelle es una antitragedia sicalíptica. En realidad es la máxima elegía jamás filmada en la que lo celeste y lo infernal se funden para crear, y hacer una apología cinematográfica de la naturaleza divina y satánica de los seres que pueblan esta magna síntesis del universo de Jean Genet, de Fassbinder, de Tom of Finland y de todas esas fascinantes criaturas que se atreven a todo porque están mucho más allá del bien y del mal... ¡Amén!
¡Corte y queda…!
MarcH de Malcriado