JOKER 2 Gaga y Phoenix protagonizan esta historia de amor trágico. © DC Studios/ Warner Bros. Pictures |
La magnifica producción se encargó de reproducir perfectamente el sórdido ambiente de la prisión de Gotham o "Ciudad Gótica" donde Arthur Fleck (el extraordinario y oscareado Joaquin Phoenix) se encuentra más solo y vulnerable que nunca por los crímenes de su alter ego, el Joker. Tanto que los fans llegamos a desear que muy pronto pudiera escaparse, porque nos compadecemos de Fleck y admiramos al Joker. Aunque tarde, cuando tal evento sucede el público nos ponemos felices, porque suponemos que entonces ya podrá hacer de las suyas junto a la transgresora Harley Quinn (Lady Gaga) y que ese tono tan triste y lóbrego cambiará a la malsana pero fulgurante transfiguración del antihéroe cínico, rebelde y criminal acompañado en sus espectaculares maldades de una peligrosa loca igual que él. La combinación prometía ser una verdadera bomba de sangre y venganza.
Las espantosas razones de la psicopatía del Joker lo justifican ante la totalidad del fandom o "comunidad fan", luego entonces no nos importa su potencial como asesino y nos ponemos de su lado, porque hubo circunstancias terribles que desde la niñez del atormentado Arthur lo volvieron así. Fleck es tan sólo el deforme producto de una sociedad que está mucho más patológica que él. Ésa fue la fascinación de la excelente película anterior, Joker (Todd Phillips, 2019).
Los códigos de Ética y todos los sistemas axiológicos (filosofía de los valores) no tienen cabida alguna en los argumentos de las películas basadas en los cómics del Joker, porque son universos fantásticos regidos por los super poderes, la mega maldad y los delirantes deseos de imponer la supremacía del bien o del mal.
Esperábamos ver una película sobre el fabuloso personaje del Joker, pero hemos salido totalmente decepcionados. En su lugar vimos la patética historia del pobre Arthur Fleck recluido en la cárcel y víctima de todos los horrores clásicos que retratan la cotidianeidad de los convictos. Por supuesto, al personaje central, que padece un profundo daño psicológico y además, psiquiátrico, el jurado lo declara culpable en el juicio.
La inclusión de los números musicales imaginarios de Arthur Fleck sirven para darle un poco de color a esta historia gris, desoladora y deprimente. Sin embargo, ni siquiera son bonitos, ni inspiradores ni nada. Son como un pegoste desangelado y mal hecho de La La Land (Damien Chazelle, 2016) y supusimos que dadas las probadas y premiadas virtudes de Gaga como actriz y cantante su presencia iluminaría más efectivamente este bodrio esperpéntico que desperdició la oportunidad de hacer de Joker 2 algo superior a su fabulosa antecesora. Ya lo reza el dicho “Nunca segundas partes fueron buenas”, pero esta vez semejante refrán es absolutamente cierto y contundente, ¡lástima!
No me gustó sentir la terrible urgencia de ver por fin el letrero de "The End", o más bien que ya “me andaba” porque esta porquería de película se acabara. Pero para acabar con el cuadro el final me dejó horrorizado y con una sensación de vacío inenarrable.
¡Corte y quesque queda…!
MarcH de Malcriado
Las espantosas razones de la psicopatía del Joker lo justifican ante la totalidad del fandom o "comunidad fan", luego entonces no nos importa su potencial como asesino y nos ponemos de su lado, porque hubo circunstancias terribles que desde la niñez del atormentado Arthur lo volvieron así. Fleck es tan sólo el deforme producto de una sociedad que está mucho más patológica que él. Ésa fue la fascinación de la excelente película anterior, Joker (Todd Phillips, 2019).
Los códigos de Ética y todos los sistemas axiológicos (filosofía de los valores) no tienen cabida alguna en los argumentos de las películas basadas en los cómics del Joker, porque son universos fantásticos regidos por los super poderes, la mega maldad y los delirantes deseos de imponer la supremacía del bien o del mal.
Esperábamos ver una película sobre el fabuloso personaje del Joker, pero hemos salido totalmente decepcionados. En su lugar vimos la patética historia del pobre Arthur Fleck recluido en la cárcel y víctima de todos los horrores clásicos que retratan la cotidianeidad de los convictos. Por supuesto, al personaje central, que padece un profundo daño psicológico y además, psiquiátrico, el jurado lo declara culpable en el juicio.
La inclusión de los números musicales imaginarios de Arthur Fleck sirven para darle un poco de color a esta historia gris, desoladora y deprimente. Sin embargo, ni siquiera son bonitos, ni inspiradores ni nada. Son como un pegoste desangelado y mal hecho de La La Land (Damien Chazelle, 2016) y supusimos que dadas las probadas y premiadas virtudes de Gaga como actriz y cantante su presencia iluminaría más efectivamente este bodrio esperpéntico que desperdició la oportunidad de hacer de Joker 2 algo superior a su fabulosa antecesora. Ya lo reza el dicho “Nunca segundas partes fueron buenas”, pero esta vez semejante refrán es absolutamente cierto y contundente, ¡lástima!
No me gustó sentir la terrible urgencia de ver por fin el letrero de "The End", o más bien que ya “me andaba” porque esta porquería de película se acabara. Pero para acabar con el cuadro el final me dejó horrorizado y con una sensación de vacío inenarrable.
¡Corte y quesque queda…!
MarcH de Malcriado
No hay comentarios:
Publicar un comentario