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Una historia de amor muy inteligente, no tonterías... |
THE THEORY OF EVERYTHING (La teoría del todo). Reino Unido, 2014. Dir. James Marsh. La combinación de un amor que lo puede todo y las facultades mentales más extraordinarias del genio de la Astrofísica, basadas en el libro de memorias de su primera esposa, Jane, dan como resultado una “biopic” sobre Stephen Hawkin (Eddie Redmayne). La cinta es de esas muy lindas que tanto les gustan a los miembros de la Academia, así que está nominada en 5 categorías: Mejor película, mejor actor (el magnífico Redmayne) , mejor actriz (Felicity Jones), mejor guión adaptado y mejor banda sonora. En la Gran Bretaña, las nominaciones a los premios BAFTA ascienden a 10.
Es un bomboncito tierno y edulcorado, pero muy inspirador. Porque las historias que nos muestran semejantes cumbres de éxito siempre son apantallantes, y la verdad está narrada con muy buen gusto. Paradójicamente, también nos presentan las penurias de un científico que es capaz de cambiar la concepción de los orígenes del universo —y que es considerado como el sucesor de Einstein, sí, de ese tamaño—, pero que sufre de severos daños físicos y que, por si fuera poco, no tenía dinero ni para pagar una sirvienta.
De lo mejor la secuencia de la terapista Elaine (la guapérrima Maxine Peake), con un sex-appeal que se sale de la pantalla, acercándole a Stephen la revista que se encuentra entre la correspondencia. Es maravillosa y sugestiva, pues tiene la fogosa inocencia de los seres tocados por Dios.
El profesor de piano (Charly Cox), por otro lado, es también uno de los personajes más entrañables allí, porque las emociones que tiene que contener lo hacen casi un héroe.
Aquí y allá hay momentos muy dramáticos, pero también llenos de amor del bueno.
¡Horror, creo que me estoy volviendo un viejo sentimental…!
Muy buena. ***
March de Malcriado
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