LAZZARO FELICE (Lázaro feliz / Happy As Lazzaro). Italia, Francia, Suiza, Alemania, 2108. Guión y dirección: Alice Rohrwacher.
Una película italiana, o cualquiera otra, con ese tipo de título, nos remite de inmediato al ámbito de lo mágico religioso, pues lo relacionamos con el “Lázaro” bíblico “resucitado” por el Cristo.
En la primera parte del filme vemos a Lázaro (Adriano Tardiolo), un adolescente tan inocente y comedido (que pareciera un débil mental superficial), que vive en una hacienda como parte de un grupo de agricultores en condiciones bastante tristes. No obstante, y absolutamente adaptado a sus circunstancias, él es la más angelical de las criaturas en un cerrado paraíso bucólico bien protegido y cercado por la maldad. Sin embargo, nadie sabe que el lugar sólo será una locación temporal, por la llegada de Tancredi, el "niño bien" heredero de las tierras, que va a alterar el curso de esta historia.
Mostrar el sacrificio de un cordero es una ceremonia muy simbólica pero a la vez es algo muy enfermizo, aunque hay quienes sí lo disfrutan, ¡y mucho!
Una película italiana, o cualquiera otra, con ese tipo de título, nos remite de inmediato al ámbito de lo mágico religioso, pues lo relacionamos con el “Lázaro” bíblico “resucitado” por el Cristo.
En la primera parte del filme vemos a Lázaro (Adriano Tardiolo), un adolescente tan inocente y comedido (que pareciera un débil mental superficial), que vive en una hacienda como parte de un grupo de agricultores en condiciones bastante tristes. No obstante, y absolutamente adaptado a sus circunstancias, él es la más angelical de las criaturas en un cerrado paraíso bucólico bien protegido y cercado por la maldad. Sin embargo, nadie sabe que el lugar sólo será una locación temporal, por la llegada de Tancredi, el "niño bien" heredero de las tierras, que va a alterar el curso de esta historia.
En la segunda parte, y de repente, sin haber cometido pecado alguno, Lázaro es arrojado de ese jardín del Edén a una jungla de asfalto, a una ciudad. No se lleva nada, porque no tiene pertenencias, además nunca ha tenido nada. Tampoco tiene recursos ni la malicia necesaria para sobrevivir en una urbe, metáfora de la gran antesala del infierno. Es como el éxodo de los migrantes…
Hasta en Bambi (David Hand, 1942) hay secuencias terribles. Pero así lo estipula el guión escrito por la propia Rohrwacher. Sí claro, es cine de autor. Sin embargo, es una de las cintas más bellas y más sádicas que pueden verse últimamente.
Hasta en Bambi (David Hand, 1942) hay secuencias terribles. Pero así lo estipula el guión escrito por la propia Rohrwacher. Sí claro, es cine de autor. Sin embargo, es una de las cintas más bellas y más sádicas que pueden verse últimamente.
Mostrar el sacrificio de un cordero es una ceremonia muy simbólica pero a la vez es algo muy enfermizo, aunque hay quienes sí lo disfrutan, ¡y mucho!
El ser humano es la única especie que mata a sus semejantes por venganza, para celebrar rituales o por puro placer. Nada justifica un crimen, excepto la defensa propia y tiene que pasar por un juicio, para hallar la verdad jurídica que lo absolviera. No obstante, la directora se regocija al presentar un linchamiento ―la turba es la misma que seguramente el domingo pasado asistió a misa―, pero lo hace cuando pensamos que sí existe la salvación de esa especie de maldición que persigue a los personajes.
La metáfora es: “El hombre es el lobo del hombre”.
Como hombres no escogemos el lugar en el que vamos a vivir. La vida misma, o el destino se encargan de ello. En el caso de Lázaro es la directora, la que hace gala de una crueldad inaudita al escogerle su lugar y convertirse en su verdugo. Es una postura bastante patológica de violencia pasiva, que va in crescendo hasta el horror final. Pero qué remedio, algunas obras de arte tienen por cometido retratar la fealdad
Hay cierto disgusto por este tipo de largometrajes. Esos en los que en un principio somos engañados porque nos muestran a los personajes en un paraíso, a sabiendas que pronto serán arrojados al abismo de la contradicción posmoderna, a enfrentar la barbarie de los que apenas son conscientes del bien y del mal, perdidos en las sociedades que habitan en las grandes ciudades de las súper economías de mercado. El hombre a veces es una bestia horrenda, mal acabada, engañada y a la vez mentirosa; bañada en la sangre de sus semejantes.
Desde la muerte de la madre de Bambi no había visto en una película algo tan estremecedor, tan absurdo y escandaloso. Es el filme más sádico que he visto últimamente.
Pero, ¿por qué…? Si bien es cierto que el género de la tragedia termina precisamente en tragedia porque el personaje principal, de inicio hizo algo muy malo, terrible; porque desafió al destino al cometer un acto prohibido, proscrito. Pero cuando el personaje a lo largo de toda la obra sólo se condujo como un santo; cuando “lo prohibido” son sus virtudes ―la bondad y la belleza―, entonces enmudecemos ante el espectáculo de ver cómo gana el mal. Es el momento en que surge una figura un tanto cuanto crística, otro cordero para el sacrificio.
Por lo tanto, esta película es un hermoso poema maldito, un verdadero suplicio. Es atroz e insoportable, y la amargura del regusto que nos deja, nos acompañará irremisiblemente mientras la evoquemos.
La metáfora es: “El hombre es el lobo del hombre”.
Como hombres no escogemos el lugar en el que vamos a vivir. La vida misma, o el destino se encargan de ello. En el caso de Lázaro es la directora, la que hace gala de una crueldad inaudita al escogerle su lugar y convertirse en su verdugo. Es una postura bastante patológica de violencia pasiva, que va in crescendo hasta el horror final. Pero qué remedio, algunas obras de arte tienen por cometido retratar la fealdad
Hay cierto disgusto por este tipo de largometrajes. Esos en los que en un principio somos engañados porque nos muestran a los personajes en un paraíso, a sabiendas que pronto serán arrojados al abismo de la contradicción posmoderna, a enfrentar la barbarie de los que apenas son conscientes del bien y del mal, perdidos en las sociedades que habitan en las grandes ciudades de las súper economías de mercado. El hombre a veces es una bestia horrenda, mal acabada, engañada y a la vez mentirosa; bañada en la sangre de sus semejantes.
Desde la muerte de la madre de Bambi no había visto en una película algo tan estremecedor, tan absurdo y escandaloso. Es el filme más sádico que he visto últimamente.
Pero, ¿por qué…? Si bien es cierto que el género de la tragedia termina precisamente en tragedia porque el personaje principal, de inicio hizo algo muy malo, terrible; porque desafió al destino al cometer un acto prohibido, proscrito. Pero cuando el personaje a lo largo de toda la obra sólo se condujo como un santo; cuando “lo prohibido” son sus virtudes ―la bondad y la belleza―, entonces enmudecemos ante el espectáculo de ver cómo gana el mal. Es el momento en que surge una figura un tanto cuanto crística, otro cordero para el sacrificio.
Por lo tanto, esta película es un hermoso poema maldito, un verdadero suplicio. Es atroz e insoportable, y la amargura del regusto que nos deja, nos acompañará irremisiblemente mientras la evoquemos.
La pueden ver en Netflix.
¡Corte y queda...!
MarcH de Malcriado
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