viernes, 22 de noviembre de 2019

DOCTOR SUEÑO

DOCTOR SUEÑO / DOCTOR  SLEEP El  inolvidable Danny  Torrance,  ahora  Dan,  se asoma  por  la puerta  destruida  a  hachazos por  su  padre,  en  la secuela  de  aquella  obra  maestra de  Kubrick pavorosamente  fascinante de  1980,  El  resplandor…                   © Warner Bros. Pictures



DOCTOR SUEÑO (Doctor Sleep) EE.UU., 2019, Dir. Mike Flannagan. 

Cuando a nadie se le hubiera ocurrido preguntar qué le pasó después a Danny Torrance, el brillante niño atormendado de The Shining (Stanley Kubrick, 1980), de la pluma de Stephen King surge una secuela, y basada en esa novela de  2013 llega esta producción que nos presenta a Dan ya de adulto (Ewan McGregor), por supuesto en unas condiciones nada favorecedoras (¿quién con semejantes antecedentes y experiencias infantiles no quedaría medio dañado?). 



La cinta inicia con el  encuentro de una adorable niña que se  halla en  un  plácido paraje a orillas de un lago con una hermosa chica que le ofrece una flor y realiza unos entretendidos actos de magia que surgen de su sombrero mágico, ella es Rose the Hat, Rosa “la chistera” (Rebecca Ferguson), la suprema vampiresa del mal, cuyos poderes son inmensos: hipnotismo, telekinesis, telepatía, viajes astrales, omnipresencia y otras monadas que ya verán. 



Toda fuerza maligna tiene como contrapartida la del bien, por supuesto, y Dan será el vehículo, ayudado en esa lucha por Abra Stone (Kyliegh Curran) una adolescente que también tiene el mismo don,  el  del  resplandor, pero mucho más potente. La moraleja cliché del  argumento es el miedo y cómo enfrentarlo sin  morir  en  el  intento,  a veces. 



Las actuaciones principales son bastante buenas ―Mr. McGregor sobresale notablemente, por supuesto, porque es el  protagonista y  porque es una figura de talento muy apreciado y muy versátil, ha hecho casi todo tipo de personajes: románticos, escritores, drogadictos, gays y hasta míticos hombres misteriosos como aquél de Pillow Book (Peter Greenaway, 1996)―, sin nada de  exageraciones. La  trama fluye   con un tono bastante equilibrado de horror moderado y de fina tensión sin excesos. Aunque la cinta es demasiado larga, 151 minutos, pues contiene secuencias estilo road movie bastante lentas, con Fx muy básicos, sobre todo los que tienen que ver con la destrucción de los malvados, no es tan aburrida. Sin embargo, hay que verla por la presencia de McGregor y, simplemente, por ser la secuela de aquella obra maestra pavorosamente fascinante, El resplandor, cuyo símbolo escrito  en  la  pared: REDRUM es inolvidable...



¡Corte y queda…! 



MarcH de Malcriado

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