martes, 10 de agosto de 2021

LA VERDAD

 

LA VERDAD A los dioses de cine todo les perdonamos, sean terribles o misericordiosos, llenos de defectos o de virtudes ―como a las mismísimas deidades mitológicas―, porque son necesarios para comprender nuestro propio Ser. © 3B Productions, Bun-Buku, MI Movies, France 3 Cinéma, Garidi Films




LA VERDAD / La Vérité (Francia, Japón, 2019. Dir. Hirokazu Koreeda).
Decía María Félix: “A una actriz no se le describe, se le inventa”. Cuantimás si se trata de una "diva". Ella tenía razón. Porque, ¿a quién le importa la verdad cuando de estos seres míticos y soñados se trata? La misma Monroe entendía y practicaba dicha mistificación desde el momento en que ya dentro de la nómina de la Fox como starlett los publicistas del estudio le decían qué “tenía que decir”: Que había sido descubierta casualmente por un productor cuando su esposa la había contratado como baby-sitter en su residencia. Hasta una serie de fotos cuidando a un par de bebés le tomaron para armar semejante cuento. Norma Jeane de niñera, ¡no bueno, falsedad de falsedades…! Después la misma Marilyn dijo la verdad, porque esa boba historieta resultaba tan inverosímil que ni a ella le gustaba.

El director Gaspar Noé dijo: “El cine es el arte de contar mentiras” cuando presentó su largometraje Irreversible (Fra. 2002) en el Festival de Cine Francés en México. Es cierto, todo en el cinematógrafo es mentira. Las historias son ficción pura, aunque estén "basadas en hechos reales", los irresistibles galanes de la pantalla resultan ser bastante tímidos e inseguros, las diosas de celuloide son unas verdaderas ególatras bastante insoportables, dentro y fuera del set. Unas y otros más o menos, pero la realidad es lo que menos importa.

En su propia autobiografía Bardot, Deneuve, Fonda: Memorias de Roger Vadim, el cineasta cuenta la historia de Brigitte, de Catherine y de  Jane. Tres actrices fabulosas que él personalmente  creó y lanzó al estrellato, y por cuya grandeza posterior apenas podían ser consideradas como “humanas” por el gran público mundial. Ellas son ejemplos de bellezas  inalcanzables; talentosas y leyendas vivas de su propio tiempo. A esas chicas  sencillas y naturales de principio, la industria del cine (al igual que a la gran mayoría de los artistas) las volvió criaturas  monstruosas, tanto que ni ellas mismas se aguantan; porque a la postre resultan ser unas señoras bastante neuróticas y dañadas, que terminan creyendo que de verdad son divinas. Por supuesto que en muy  diferentes gradaciones, claro ―por ejemplo la Bardot de joven intentó suicidarse varias veces, ya sea porque de veras estaba desquiciada o únicamente para llamar la atención, vaya uno a saber―. Sin embargo, caprichosas, de feos modos, lindas o no, todos las amamos porque no importa cuán imperfectas sean en realidad, sus personajes sean como fueren, siempre nos subyugan tan sólo por el hecho de "aparecer" en la pantalla representando personajes. Las imágenes enmarcadas o encuadradas son muy atractivas para el ojo, pero los son mucho más si éstas son de seres que "se mueven", que ríen, que sufren, gozan, lloran y, sobre todo, si se muestran preciosamente seductoras o ellos de irresistible valor y galanura. Tal es la magia del cine que reviste a las stars.


LA VERDAD Las formidables Deneuve y Binoche, dos divas  de diferentes generaciones en un magistral téte a téte en  el cual quien termina por ganar es el público. Cada una tiene su propio encanto, aunque Mle. Binoche sea bastante más antipática.  © 3B Productions, Bun-Buku, MI Movies, France 3 Cinéma, Garidi Films



Ésa precisamente es la trama de la película La verdad; la fantasía contrastada con la realidad de una sempiterna, esplendorosa y cinematográfica diva rubia. Resulta que Fabienne (una Catherine Deneuve verdadera e increiblemente deslumbrante todavía) es una famosa actriz que publica sus memorias. El detalle es que se le ocurrió incluir en el texto abundantes "mentirillas" que coadyuvaran a mantener la  ilusión y a encumbrar todavía más el hechizo de su fabricada personalidad. La siempre rebelde y discrepante Lumir (Juliette Binoche), su única hija que vive en Nueva York al  lado de Hank (Ethan Hawke), ―un actor al que por cierto también le gustan las mentirillas, ¿cosa rara no...?―, como es enemiga de las "máscaras" al leer el libro vuela de inmediato a París para enfrentarla y poner algunos puntos sobre las íes. Además de “aclarar” ciertos puntos que no han quedado del todo resueltos entre ella y su celebérrima madre desde que era niña y después  adolescente.

El reparto es de ensueño, la fotografía es sobria, la dirección es excelente y el argumento, también de Hirokazu Koreeda, al estilo del  “cine dentro del cine” es algo ya visto antes. Pero resulta novedoso y refrescante, muy contemporáneo, sobre todo debido al sutil tratamiento de los sentimientos, de los recelos y la inseguridad que provoca en la figura ya consagrada de Fabienne la joven Manon (Manon Clavel, muy bella), la prometedora actriz que debuta  a su lado en el rodaje de su más reciente película, pues  Manon es y está magnífica.

Ese final de travelling inverso y en contrapicada de la actriz en su jardín nos devuelve la seguridad y el gozo de saber que la vida toda es un sueño, y que más vale disfrutarla a cada momento. Esta cinta es un verdadero homenaje del director japonés a la Deneuve. Es más, me da la impresión de que el cineasta tal vez, al igual que todos nosotros, también esté enamorado de la hermosa e irrepetible actriz símbolo de Francia. Tal fenómeno no es nada raro por supuesto, pero a algunos directores se les nota mucho más que a otros...

Después de todo, bien que queremos a las diosas y a los dioses de nitrato de plata, y está bien claro que  todo les perdonamos, porque buenos o malos, terribles o misericordiosos, llenos de defectos o de virtudes, perfectos o no, ellos como los mismísimos dioses de la mitología griega, son totalmente necesarios para poder comprender a través de ellos la realidad y la irrealidad de la vida, lo cual nos permite tratar de explicarnos nuestra propia ontología. 

¡Corte y queda…!

MarcH de Malcriado

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