martes, 1 de junio de 2021

DE ETERNA FASCINACIÓN

DE QUE  HACE 95 AÑOS NACIÓ EL MITO MONROE  El 1° de  junio de  1926... 



Ser  reina de Hollywood es el sueño dorado para la  mayoría de las chicas. Norma Jean no fue la excepción.
Cuando comenzó a ser modelo, Norma Jeane supo que era mucho más  bonita de  lo  que  creía. Tenía tanto por aprender. © André de Dienes

RÉQUIEM POR  UNA  RUBIA 
En la tibia noche veraniega del sábado 4 de agosto de 1962, una linda chica de Los Ángeles fue asesinada. No era  nada  nuevo; en  todos  lados y  en  todas  las  épocas han habido homicidios... pero este, lo  que  hoy  en día se denomina como "feminicidio", fue de  verdad un  caso muy  especial. Supuestamente, ella estaba sola en su nueva hacienda de estilo mexicano al final de una privada en el área de Brentwood, así que "nadie" la pudo defender;  nadie se dio cuenta, ni  siquiera el  ama  de  llaves  que tenía una  habitación aparte. 

Ninguna persona la auxilió a pesar de sus gritos ahogados, que dicen que quedaron grabados en cintas magnetofónicas que después desaparecieron, porque las voces de los asesinos también quedaron registradas. Sus teléfonos estaban intervenidos (había  2  líneas)  y había micrófonos ocultos por  toda  la  residencia. No hubo piedad para ella. Una vez aplicado el veneno, los  perpetradores  del  crimen esperaron para buscar  el famoso "diario  rojo" de  sus  apuntes  personales lleno de  supuestos  secretos,  que  inclusive incluían algunos  de  Estado que  le  había contado  el  mismísimo presidente de  Estados Unidos. Después, en  su  mano derecha le fue colocado el auricular de su teléfono privado. ¿A quién intentaría llamar...? Muchos fueron  los que  dijeron  que  hablaron  con  ella esa  tarde  y  en  las  primeras  horas  de  la  noche... Hay  testimonios  de  que  el Fiscal General de  la  Nación, Bobby Kennedy (el  hermano  del presidente), se  encontraba  de  incógnito en la  ciudad angelina. Una  vecina  asegura  haberlo  visto bajar  de  un  coche  a  las  puertas  de  la residencia  de  Monroe ese  día...   


La policía fue notificada por  su psiquiatra, de lo que obviamente fue arreglado como "suicidio", muchas horas después. Al llegar a  la  escena el oficial en turno en  medio  de  un  semi tumulto  de  personas, notó, para comenzar, que no había vasos en la recámara donde  yacía  el  cuerpo,  que además  estaba como "colocado"  en  una  forma atípica. El  que  no hubiera vasos de agua, algo básico para ingerir pastillas, lo  hizo  sospechar; cuantimás si se toman barbitúricos por  vía  oral en cantidad masiva. Todo  mundo  sabía  que  ella  acostumbraba  tomar hipnóticos para  poder  dormir. La noticia del deceso salió en los periódicos hasta el lunes 6. Después de la autopsia, se reconfirmó la sospecha de "probable suicidio", a pesar  de  que  en  el  tracto digestivo  no  había rastros  de píldoras. 


El cuerpo de la muchacha permaneció en un refrigerador de la morgue durante 3 días sin que nadie lo reclamara. Ese hecho fue aprovechado por un furtivo fotógrafo para sobornar al guardia nocturno con el fin de tomarle fotos al cadáver, y sabrá Dios qué más... Finalmente, Joe DiMaggio, uno de sus ex esposos reclamó los restos y se encargó de los funerales. Pero el señor no permitió la entrada del público y mucho menos de la gran mayoría de sus “amigos”. Decidió no invitarlos porque los consideró falsos, hipócritas y hasta "cómplices" de su muerte,  aunque eran muy  allegados  al  clan  de los  Kennedy, en mayor o menor medida. Había muerto la estrella de cine más fabulosa de su tiempo... Marilyn Monroe.




MARILYN MONROE La única estrella que puntualizó que lo  era solamente gracias al público. Que la había pedido en más películas y cuyo éxito  en  la taquilla y en  el  correo que  recibía en el estudio le confirieron su gran popularidad,  para  asombro de  los  ejecutivos y  la  envidia  de  muchas personas. Los premios y los reconocimientos eran abundantes. Hasta llegar a la máxima consagración de la fama: plasmar sus huellas en el Teatro Chino de Hollywood. © Frank Powolny

Nunca  hubo  una investigación seria  y  a fondo del caso en  la  Corte Suprema y  nadie fue  citado a  declarar  bajo  juramento. Los  registros  de  la  compañía telefónica fueron incautados. El  ama de  llaves, Eunice  Murray pasó después del  suceso  una  larga  temporada  en  Europa. Ella  en  varias  entrevistas,  después  de muchos  años,  se  contradijo   en  varias  ocasiones (cosa  rara, ¿no...?). La secretaria  y  publicista de  Marilyn, Pat Newcomb, atendió alrededor  de 250 llamadas de la  prensa de  todo  el  mundo inquiriéndola sobre  el sonado deceso. Muy  pronto  se fue  a trabajar  a Washington, D.C., supuestamente  recomendada  por Bobby Kennedy. 

Hay  una enorme  cantidad  de  libros  que  reportan  que  el  FBI y  la  CIA vigilaban  a la  Monroe  desde  que  comenzó  a ser  una  celebridad,  sobre  todo, porque  tenía  nexos con ciertos intelectuales de  tendencias comunistas. Es  más,  muchos  de  sus maestros y  amigos eran  de  origen ruso.  Inclusive su tercer  marido,  Arthur  Miller,  era un escritor judío incluído  en  la  lista  negra  de  las personalidades  rojas que  podrían  representar una  amenaza  para el sistema capitalista. Los  escritores  casi  siempre  lo  son. Además,  desde los primeros  años de  1970 alrededor  del  10°  aniversario  de  su  muerte, curiosamente,  la imagen  de la  desaparecida  estrella retomó un ímpetu mediático bastante  considerable. Norman  Mailer escribió  un  libro muy  ilustrado con muchas  fotos a  colores y a toda  página, como  un  homenaje a la  que  llamó "El  dulce  ángel del  sexo". La Monroe volvió  a ocupar  las  portadas de  las revistas, los  periódicos  revisaron  sus  crónicas,  y  gracias a  la  nostalgia sus  discos  se  reeditaron ( Marilyn  cantaba extraordinariamente bien), al igual  que  sus  afiches;  se comenzaron a reprogramar ciclos  de  sus películas en  muchas  ciudades  del  mundo. En  la  Ciudad  de México tuvimos una que fuimos a  ver  en  julio de  1977,  en  la sala "Fernando de  Fuentes" de la  Cineteca Nacional,  donde  además  hubo una espectacular muestra fotográfica en  el enorme lobby.  Aquéllo fue un éxito  rotundo porque varias de las cintas exhibidas son excelentes, algunas llegaron  incluso a ser  consideradas  clásicas. Con  tanto  alboroto también se  comenzaron a analizar las circunstancias de su extraña muerte,  que  apuntaron directamente  hacia  una  conspiración orquestada  desde la  política, la  mafia, o  las  2, de grandes dimensiones. Fue  tanta  la  insistencia que diversas personalidades y  autoridades  intentaron que  se  reabriera  el  caso  ante  un  Gran  Jurado. Lo  que casi estuvo  a punto  de efectuarse,  pero  fue finalmente denegado.  

  
LA  ESTRELLA
A  pesar  de  la gran animadversión  que  desde  un principio sentía por  ella    Darryl F. Zanuck,  el  antipático presidente  de la  20th  Century Fox, el público es  el que manda, y no  tuvo más remedio  que  incluirla  en las  producciones de clase "B", porque finalmente los  que  pagan  el boleto son los que deciden  a quién  quieren ver en las salas de cine. 

Para 1952 la  fama y  la popularidad de  la actriz  ya era fenomenal, así  que el  estudio  que  tanto  la  repudiaba tuvo que llevarla en 3 grandes  megaproducciones del año  siguiente: En enero se  estrenó Niagara/ Torrente  pasional  (Henry Hataway, 1953) que acaparó  toda la  atención porque  en  ella personificaba a  una mujer fatal con  instintos  asesinos; en  junio fue el estreno del gran musical Los caballeros las prefieren rubias (Howard Hawks, 1953) que  la catapultó a  la  celebridad  internacional,  y en noviembre estuvo en Cómo pescar un millonario (Jean Negulesco, 1953) al  lado  de otras dos grandiosas reinas: Betty  Grable  y  Lauren  Bacall, ante  las  cuales  nunca  desmereció e inclusive hizo  gala  de un  elevadísimo  nivel profesional  e  histriónico. A  pesar  de  todo,  los intelectuales  y  los  críticos  la  seguían  viendo  como un  mero producto publicitario y decían  que era  muy  hermosa, pero que  no  actuaba para  nada,  porque  pensaban  que  ella    era  así de ingenua  y  boba en  realidad. 

Nunca  fue  su  intención  ni  la  de  nadie, pero Marilyn Monroe era el  máximo estereotipo de la rubia tonta. La  verdad es que era una  excepcional  comediante,  perfecta  para las  películas  divertimento al  estilo  de Los  caballeros las  prefieren  rubias. Pues  hacer  de  rubia lista que  se  hace  la  tonta con  semejante  soltura, gracia y  talento,  además  de cantaro  y  bailar números de  antología  de una manera tan perfecta que  hasta las mismísimas Madonna y Kylie Monigue imitándola  décadas  después no  le  llegan pero  ni  a la rodilla (siendo  ellas  del  tamaño de  entertainers que  son). Aunque había  comenzado a  filmar desde 1947 como  extra, Marilyn desde  1948 había obtenido muchos papeles  secundarios y   uno  que  otro protagónico  en buenas películas pero de  poca  resonancia. 


Marilyn como  "Nell",  una  perturbada  mental,  en Don't  Bother  to  KnockNiebla  en  el  alma ofreció  una actuación  tan  fina y  perfecta que Anne Bancroft,  apenas una debutante  en  este filme,  contaba que al  observarla en  el  set (en la secuencia  final),  se emocionó  tanto  que comenzó  a llorar.   © 20th Century Fox



Cuando  hizo  de paciente psiquiátrica esquizoide en Don't  Bother  to  Knock / Niebla  en  el  alma (Roy  Baker, 1952) desplegó  un gran talento  dramático y  una  presencia asombrosa. Pero  la  película  no  gustó  porque trataba  un  tema bastante  triste,  sumamente  patético que incluía traumas  de  guerra  e  intentos  de suicidio. La actuación  de Marilyn  fue revalorada mucho tiempo después; inclusive  se  cuenta  que  se les  proyectaba  la  película  a los  estudiantes  de  psiquiatría como  ejemplo  de un  caso  típico. Su  ascenso  fue  bien  lento,  pero  muy firme. Nada  de  fenómenos  de la  noche a  la  mañana basados  únicamente en  la  apariencia física, usualmente de  debutantes sin muchas aptitudes, y en  los  que  la  preparación  es  muy escasa  o  casi nula.


En  1950 la  "Chica Mmmh" es  fotografiada en  un  parque estudiando un guión.  © Edward Clark para  la  revista "Life" 


LA  MODELO
La pequeña Norma Jeane —como toda persona nacida después de la invención de la fotografía—, fue retratada muy  a  menudo desde que era una rubia bebé de ojos azules. Unas amigas de su madre que eran una especie de tutoras, la casan a los quince años con un vecino que ellas escogen para salvarla de regresar al orfanato y de los peligros que conlleva no tener padre ni madre (sí  tenía,  pero  estaba recluida en  un  hospital  psiquiátrico) y de tener un físico como el que ella tenía... El  marido  pronto es enviado a  servir en  la  marina  mercante y  deja a  su  joven esposa  al  cuidado  de  su madre. Norma Jeane  entra a  trabajar como obrera, para  no  ser  del todo una  carga económica extra para  su  suegra. A los diecinueve años, gracias a que la descubre en la planta industrial el entrenado ojo del fotógrafo  David Conover,  decide por  su consejo, meterse de modelo. Toma un curso en una agencia y pronto deja a todos de boca abierta porque  es  muy linda y  bastante  lista. Ya bien posicionada como  la "Next door  girl" y lo  suficientemente cotizada, las tomas se multiplicarían hasta niveles inconmensurables. Los “click” de las cámaras la acompañarían durante toda su vida, como si fueran los latidos de su propio corazón… 


Un día en el estudio de la Fox le dijo al jefe de casting ―quien la bautizó artísticamente como "Marilyn" (Monroe lo  sugirió ella porque era el apellido de su abuela y  de  su  madre)― un aforismo propio y premonitorio:

“No me importa el dinero, sólo quiero ser maravillosa”. 

Todo lo que ella anhelaba era ser completamente fantástica. No sabía que ya lo era, y por mucho... 



Norma Jeane era muy bonita, pero quizás no tanto como muchas otras. Lo que la hacía sobresalir es que había aprendido muchos trucos para lucir todavía más linda de lo que era. La chica de la izquierda también es bonita, pero sin actitud de "bella", y eso hace la gran diferencia.


ORIGEN Y ANTECEDENTES
Nacida ilegítima en el Hospital General de Los Ángeles el 1° de junio de  1926, Norma Jeane Baker (la "e" de Jeane sería después suprimida) fue hija de una vestuarista de la productora de películas RKO, y de un novio que desapareció en cuanto supo que Gladys, que tenía fama de estar medio "loca", estaba encinta. 


La madre, Gladys Pearl, una guapa  pelirroja se  apellidaba Monroe y  había  nacido  en 1902 en Piedras  Negras, Coahuila, México; cuando  su  padre trabajaba allá en la  construcción  del  ferrocarril. Gladys tuvo  por segundo  marido a Edward Mortenson, que  la abandonó  a pocos  meses  de  haberse  casado  con  ella. Norma  Jeane  por  eso llevó  por  un  tiempo  ese apellido, asentado  en su acta  de  nacimiento, aunque  él no  era  su  padre.     



Un embarazo no deseado y el abandono de su primer marido Jack Baker —que en el proceso de divorcio le había quitado a sus dos hijos previos—, también  del  segundo, Edward Mortenson, los fracasos con sus amantes subsecuentes, la precariedad económica y la predisposición genética a los desórdenes mentales, fueron los detonantes de la esquizofrenia de aquella guapa pelirroja al cabo de unos cuantos años. Delante  de la  pobre niña, Gladys,  presa  de  una fuerte crisis, fue maniatada con  una  camisa  de  fuerza  y  entre  pataleos y  alaridos  la  subieron  en  una  ambulancia para ser ingresada en el manicomio, totalmente ajena a la realidad. 


NORMA  JEANE BAKER Era una  preciosa  niña  californiana de  ojos  azules y cabello lacio y extra rubio que  casi  desde  que  nació fue puesta  en  custodia con una  familia porque  su  madre  tenía  que  trabajar  y no  podía  cuidarla. Nadie imaginaba su  destino...



Así, Norma Jeane a partir de los 6 años fue internada en un hospicio. Poco después, creció rodando de casa en casa, que no era tampoco lo mejor; sin ser realmente cuidada ni apreciada por nadie. En tales circunstancias la pequeña no obtuvo nunca el cariñoso estímulo afectivo e intelectual que se les prodiga a la mayoría de los niños cuando son deseados y queridos. No tuvo una familia permanente que la formara, la guiara y la quisiera de verdad. En casi todas esas casas de acogida siempre fue la última, la más relegada. 

"Cuando  era  niña  nunca  nadie  me  dijo  que  era  bonita; a todas  las  niñitas  deberían  decírselo,  aunque  no  sea  cierto".

Luego entonces, de todas sus carencias, la del amor materno fue la más terrible, la más dolorosa. Pues la familia Bolender, y  luego  las otras sustitutas, lo que realmente querían eran los dólares que recibían como compensación de la madre y  luego del condado por tenerla en custodia. La pobre Gladys  la  visitaba  de  vez  en  cuando,  pero se  comportaba muy  ausente y casi  no  le  hablaba,  recordemos  que era  una  mujer cuya salud mental no era normal. En algunas casas el fanatismo religioso era extremo y en otras por el contrario, la enseñaban a bailar y la ponían a jugar con las botellas de licor vacías que  quedaban de sus escandalosas fiestas. En algunas otras fue víctima de ciertos horrores y de abusos de connotación sexual. 


FIN DE LA INOCENCIA
A pesar de todas esas desventajas, increíblemente, el coeficiente intelectual de Norma Jeane ―a la que apodaban "ratón" en  la  escuela por flaca y acomplejada― llegó a ser muy superior a la media. Según estudios e investigaciones recientes, se dice que de 165 puntos. Por eso, y a pesar de no haber podido concluir la instrucción secundaria (igual que tanta gente del espectáculo de esa época) porque la casaron prematuramente para evitar que regresara al orfanato, ella en un principio se esforzaba para minimizar  su ignorancia y para poder entender libros de cierta dificultad cognitiva. Después terminó leyendo muchas obras de gran  complejidad e inclusive hasta filosóficas. Tanto le interesaba la cultura y terminar de instruirse, que no obstante de ser ya toda una starlet se inscribió en un curso universitario de literatura en  la  UCLA, donde todos sus condiscípulos la conocían y la admiraban porque decían que "salía" en las películas. Cuando una de sus profesoras se enteró del hecho dijo que jamás se lo hubiera imaginado, porque era una alumna muy adusta y muy seria, tanto  que  le  recordaba a las  monjas.


Norma  Jeane  en  una  de  sus  primeras  glamour  shots. Una figura de sirena es el vehículo idóneo para ser modelo publicitaria y  aspirante  a actriz. Si se tiene algo más, el paso al cine es lo que sigue. La firma ya era a la "MM"... ¡Guauuu...!



DEL  SUEÑO CASI  IMPOSIBLE
Todavía adolescente, pero ya consciente de que era bastante mediocre, de que estaba desorientada en la vida y de que existía todo un universo inabarcable por descubrir —más allá del orfanato, de su precoz y anodino matrimonio con un chamaco inexperto y bobalicón, y después de su rutinario trabajo de obrera en una triste fábrica—, cerró los ojos con fuerza y soñó que ella no era ella...



Marilyn como bomba sexy. La imagen idealizada de la mujer como símbolo erótico no había tenido jamás en  la  historia  del  arte (ni del cine) un referente tan poderoso. Previas a Marilyn sólo estaban las diosas mitológicas, las musas y  las criaturas imaginarias de la escultura y la pintura, y los  bombones  sexuales de  celuloide: Jean  Harlow y Rita  Hayworth. © Frank Powolny para la 20th Century Fox



La joven Norma Jeane soñó que soñaba un sueño donde ella era la chica más hermosa, la más dorada y la  más admirada. Aquel juego onírico le comenzó a gustar tanto que volvería a hacerlo todas las noches. La ilusión era tan apasionante que inclusive también la repetiría como una ensoñación diurna. Pero en las mañanas, de camino a la planta industrial le quedaba bastante claro que no  tenía  los  recursos suficientes y que  tendría que conformarse con seguir soñando. Éso era lo único que podía hacer para mitigar el  miedo, su miseria y la angustia de saberse otra vez abandonada; pues su joven esposo fue llamado a filas y enrolado en la marina  porque el país estaba en guerra... 

CORTE A:
(DÍA, INTERIOR DE FÁBRICA)
Un fotógrafo publicitario asignado  para retratar a  chicas  bonitas para una  revista que  pretende  hacer  un  artículo  sobre las muchachas trabajadoras  en  la  industria  de la guerra  "descubre" a una linda güerita,  medio  tímida pero muy chistosa y le dice que sonría para  su  cámara, que  ponga  carita feliz, que está muy guapa; pero sobre  todo, días  después  cuando las  fotos  ya  están  impresas regresa y  le  dice que  es muy fotogénica y por lo tanto ideal para ser modelo... que  quiere  tomarle  más  fotos. 



Norma Jeane era una de cientos modelos de revista, que  sabía encarnar también a la perfecta "chica de al lado",  sin  complicaciones  y  absolutamente  natural. 
  

STARLET
Poco a poco, con trabajo  constante y  mucha  disciplina logra ser ser  modelo,  una de las cientos de que había en Hollywood, la glamorosa "Capital del Cine". Viviendo aquí y allá, posando  para  infinidad  de  fotógrafos y  artistas consigue subsistir en  ese  mundo  tan competido. Comienza a conocer  sus cualidades  fotográficas,  pero también analiza sus defectos y aprende a disimularlos muy bien, pues tiene las piernas flacas y chuecas,  sus prominentes  dientes  y  su nariz es  bulbosa. Sin  embargo, con  todo  y  todo sigue  entusiasmada; se estira, sonríe, camina, gira coqueta, posa, posa y posa  otra  vez, seduce... y brilla. Brilla de verdad porque le dicen que se aclare el cabello rubio castaño, a su tono rubio original de cuando era niña. Ya se enfilaba hacia el camino correcto para “ser maravillosa”, según sus propios parámetros, que eran cada vez más precisos, más exigentes. Con el tiempo sería evidente que sus anhelos no estuvieron nunca fuera de su alcance...


Norma Jeane también posaba regularmente como pinup para  el  ilustrador Earl Moran. El artista la  contrataba desde 1946 hasta  1949  a  través  de la  agencia "Blue Book" para fotografiarla  con  vestuarios muy  variados, y  a  veces  bastante  escasos, a  fin de  hacer sus ilustraciones para  revistas y calendarios.     



Norma Jeane y sus maestros, ya en "Norma Jean" demuestra su desmesurada preocupación por la belleza, por el arreglo, el cuerpo, el ejercicio y la correcta postura. Ahora estaba obsesionada por todas las cosas; por saber los secretos del arte que muy pronto pondría en práctica: la actuación. 



Casi nunca se mencionan las horas y horas que Norma Jean se dedicaba a tomar clases de actuación, vocalización, danza y gimnasia; a la lectura de los clásicos, a los ensayos y al refinamiento personal. Aquí con su profesora rusa Natasha Lytess practicando su dicción.



¿Cómo podía atreverse esta pobre bobita pretenciosa a quererlo todo...?, se preguntaban muchos envidiosos. Si lo que único que veían era tan sólo a una vulgar bonitilla más de boca demasiado roja y exagerados contoneos. Como creían que era tonta se burlaban de ella, y tristemente el bullying siempre estará presente. Continuaría siendo humillada, subestimada y abusada. Vaya que fue abusada: por sus "novios", por  los instructores, por los agentes, por los productores y por todos los que tuvieran un poco de poder e influencia. La labor que se proponía se antojaba algo casi imposible de lograr, titánica. ¿Ser actriz para ser todavía más vampirizada?, eso era como ser una especie de sexo servidora. ¡Ay, pero pobre infeliz, con esos antecedentes y carencias! ¡Si no es fotogénica (así  la  consideraban  varios jefes  de  los  estudios,  tanto en la  Columbia  cuanto  en  la 20th Century Fox) y tampoco sabe hablar...! ¿Cómo se crea entonces a una vampiresa a partir de una "campesinita" ignorante...?



El fotógrafo húngaro, André de Dienes, intituló como "Happiness" esta foto de Norma Jeane Dougherty sin maquillaje en 1946. Estaban  en la playa de Malibú leyendo poemas y ella personificaba los diversos sentimientos del alma humana. © André de Dienes



SIRENA  ENVUELTA  EN  LAMÉ
Cuando por  fin comienza a fulgurar bajo los cegadores reflectores de la fama, jamás pierde la firme visión que tenía de la artista fabulosa que estaba diseñando y recreando poco a poco, en secreto, con la ayuda y la guía de sus profesores a los  que  era  ella  misma les  exigía  más. Mientras se mostrara "sirena" sería notada, admirada y deseada. Así, transformada, logra entrar al cine con papelitos de ornato con la ropa tan entallada que pronto la apodan la "Chica Mmmmh". Pero ella no se conforma solamente con éso. Quería mucho más. Necesitaba vehementemente convertirse y ser respetada como actriz. De  tal  manera que a  sabiendas  de  que  le  faltaba  mucha  experiencia se perfecciona en su oficio, pincelada tras pincelada, de manera acuciosa y milimétrica; hasta los niveles mismos de la locura. ¡Como los artistas verdaderos...!



MARILYN SUEÑOS DORADOS Despedida de la 20th Century Fox fue a parar a Columbia Pictures, pero después de rodar para ellos Ladies of the Chorus (Phil Karlson, 1949), un churro de 3a,  su contrato tampoco fue renovado. En ese momento crucial Tom Kelley le ofrece una sesión de fotos al desnudo. Ella acepta por cincuenta dólares; nace entonces "Golden Dreams", el mítico calendario de 1950. © Playboy



¡Ah, Norma Jean, Norma Jean…!, la pobre "putilla" desarrapada y sin apellido. La que se atrevió a hilar ella  misma el lienzo sobre el que plasmaría lo que desde siempre había soñado: La prodigiosa imagen de una diosa de nitrato de plata. ¡La  más  grande,  la  más inolvidable...! 



Nunca antes, jamás después... Marilyn Monroe. "Él me  hizo  importante",  declaró en referencia al fotógrafo  Milton Green. 
© Green State


DIOSA
Divinidad dorada de mirada profunda y celeste... de labios sonrientes e incitantes. Siempre feliz en el templo inmaculado de su imagen de obsesión: el calendario rojo, la loca de los diamantes o la de la falda al aire; la Venus que sería, final y oficialmente, glorificada por el arte pop de Andy Warhol en esa imagen que cerraría una era y abriría otra. 


NIAGARA Un raro ejemplo de cine negro pero en Technicolor, es la historia de una mujer vulgar y sin escrúpulos que engaña a su marido con un amante más  joven. La publicidad la presentaba como una mujer inusitadamente hipersexuada. En la cinta aparecía todavía más cínica y provocativa. El mundo quedó atónito con esta mujer de belleza diabóloca. La "Liga de la Decencia" pegó el grito en el cielo y Marilyn consolidó una imagen de femme-fatale más letal y  seductora que  la  de  Marlene Dietrich o Greta  Garbo. © Gene Korman para 20th Century Fox 


En 1954 Marilyn  obtiene  un  papel en  una  película  del magnífico director austriaco Billy Wilder. Su  rol ni  siquiera  tenía  nombre,  pero  la  mitad  de las  actrices de  Hollywood hubieran hecho hasta lo imposible para  obtenerlo, porque  había  sido un rotundo éxito  de  Broadway. Se  trataba  de  una sexy  comedia de  tintes  sociológicos y  psicológicos que  retrataba ácidamente  a la puritana y  reprimida sociedad norteamericana de la  posguerra  con sus pulsiones  sexuales y  sus obsesiones. Era el  vehículo perfecto  para lucirse. Por  ejemplo, Carolyn  Jones (la inolvidable "Morticia"  de  The  Addams Family o Los locos  Addams),  es  una  enfermera  que  acosa a  un  paciente de una  forma absolutamente  hilarante. El fantástico Tom  Ewell está  insuperable  como el don Juan fallido que  quiere seducir  a su  vecina (MM). La Monroe alcanza  la  consagración  definitiva  como la nueva diosa entre las  diosas cuando en éxtasis casi  infantil se  para acalorada  con  las  piernas  abiertas sobre  el  respiradero  del  metro de  Nueva York para  recibir la  brisa en  una  escena que  de inmediato pasó a  ser  parte  de  la  historia  del  cine,  aun  antes  de  su  estreno. 
   

MARILYN  MONROE ES LA MUJER BLANCA ABSOLUTA  (Que no la roja como Ava Gardner, Bardot o la Loren) Un  símbolo que  proyecta toda  su sexualidad de ingenua manera, como  siempre; tan natural que  nadie  puede  culparla  de despertar los  instintos  más  básicos del  ser  humano. Todos los hombres la  desean  y las  mujeres no se  ponen  celosas, porque se identifican y quieren  ser  como  ella. Nadie  había  llegado  hasta allí con  semejante  gracia y  talento,  como  si no pasara  nada  más  que la  intención  de  divertirse y  celebrar  la  vida... Esa  representación  del  Eros  puro  fue  el  resultado  de  casi  10  años de  preparación  histriónica.  Foto: Sam Shaw



En  el  proceso  de mistificación delirante de  su efigie no se puede pasar por alto la ópera  rock  de
Ken Russell en la increíble película Tommy (GB, 1975).  


La máxima apoteosis de la Monroe está en la "Marilyn Church",  donde  ella es diosa y sacerdotiza de una nueva religión. Es la ópera rock Tommy (GB, 1975) dirigida por Ken Russell. © Records / Columbia Pictures



Las manifestaciones  artísticas que  han  utilizado  la  figura  de  Monroe datan  desde  que  ella comenzaba  a  ser  estrella. Hay  una pintura al  estilo del  expresionismo abstracto  de  Willem  de  Kooning fechada  en  1954 que es  muy  interesante,  y bastante  fea,  por  cierto. 


WILLEM  DE  KOONING, "MARILYN MONROE", 1954. Es  un poco difícil  creer  que  en los  años  de  1950 Marilyn  fuera  representada en  una  pintura al  más estridente estilo del  expresionismo  abstracto. La iconicidad de Monroe traspasaba muy  tempranamente los  límites de lo  establecido. Figura  de  vanguardia proyectada  en  el  inconsciente colectivo desde  siempre. 

   


"Multi Marilyn" de Andy Warhol, 1967. Retomada del original de 1962. © Museo de Arte Moderno de Nueva York. 



EL MITO
Sin embargo, no debemos olvidar que el mundo está lleno de paradojas, y que Marilyn a pesar de ser, y representar a la estrella más deslumbrante de Hollywood, en realidad no dejó de ser la chiquilla triste y solitaria, la güerita abandonada en el orfanato. Nunca dejó de ser Norma Jeane, la temerosa chiquilla de vocecita balbuceante, la de los zapatos viejos y los calzones agujerados. 

Nacida bajo el signo de Géminis, invariablemente ella era dos personas a la vez, pero la misma. Esta mujer-niña —que aun en la cumbre de su fama atómica— nunca terminó de creerse del  todo lo que era,  porque siempre insegura se preguntaba si su obra maestra: "Marilyn Monroe en  la  pantalla" (y  fuera  de ella), había logrado convencer y gustarle al público por  su  trabajo. El público era  ese maravilloso y fatídico ente irreductible, que sabía que era el único monstruo al que ella quería pertenecerle por siempre jamás... y en  ello  dejó  su  alma.


La metamorfosis total, de Norma Jeane a Marilyn. La ascención de una simple mortal a  una diosa se dio en la superstar más icónica de todas. © Bert Stern, 1962



¡Corte y queda...!

MarcH de Malcriado



miércoles, 5 de mayo de 2021

BREAKING BAD

 

BREAKING BAD Es un moderno  western literalmente policiaco, muy al estilo del film noir.
© High Bridge Entertainment / Gran Via Productions / Sony Pictures Television / Netflix




BREAKING BAD (EE.UU., 2008-2013. Escrita y producida por Vince Gilligan et al.)

"Cuando se mira el trabajo de los buenos actores el mundo tiembla", este es mi nuevo aforismo inspirado por una antigua serie de t.v., que acabo de ver, bastante tardíamente lo confieso. La serie se intitula Breaking Bad, cuya 1ª temporada data de 2008.

El tema versa sobre el mundo de las drogas, asunto muy difícil y delicado, máxime si los productores, guionistas y  directores no quisieron hacer una apología del crimen pero tampoco pretendieron darle un tratamiento panfletario. Es tan sólo un fresco monumental en el que convergen todas las variables involucradas a saber: las económicas, sociales, de salud pública; además de la lucha para erradicar su producción/ importación/ exportación y tráfico; por ende, la infructuosa persecución de lo proscrito, y por último, el punto de vista de las constelaciones familiares y su repercusión axiológica.

Ésta es una verdadera tragedia contemporánea de dimensiones globales. Irónicamente, está situada en una pequeña ciudad desértica de Nuevo México, en medio de la nada, donde pareciera que en efecto no pasa "nada". Irónicamente, resulta que es allí donde se ubica el epicentro de lo que tal vez Jünger llamaría “el absoluto”.

La historia es una especie de western policiaco, de hombres para hombres, sin tono de comedia o melodrama alguno. Allí están, como si nada 6 actores extraordinarios: Bryan Cranston como “Walt”/ “Heisenberg”, Aaron Paul como “Jesse”, Dean Norris como “Hank”, Bob Odenkirk como “Saul”, Jonathan Banks como “Mike” y Giancarlo Esposito como “Gus”. Todos ellos están sublimes y nada en las 5 temporadas tiene falla. El arco dramático es perfecto.

Me pasé unas 2 semanas literalmente hipnotizado, devorando con ansia los episodios. Cada uno estaba más impregnado de locura y testosterona que el anterior; pues la tensión hitchokcockiana se mezcla con lo inaudito y el arrobamiento. Nunca supimos que  iba  a pasar, nada fue predecible jamás.

Este tipo de producciones ya no podrían llamarse “televisión”, pues ésta, en particular y en su momento, fue un verdadero fenómeno y ahora es material de culto. Una larguísima película de muy alto voltaje ―seriada para mantenernos física y mentalmente sanos (dentro  de lo  posible), pues mientras la vemos nos mantiene enteramente catatónicos, con la boca seca y pegados al sofá―, y  al  igual  que  les  pasa  a la  totalidad de los personajes, no hay escapatoria.

Entre varias decenas de  series que he visto y que son muy disfrutables, hay 3 que ya son mis mega favoritas. Ésta es la más reciente, para mi gusto personal, claro. Ya les contaré cuáles son las otras 2, que a su manera también me engancharon  desde  el primer  capítulo;  que me hicieron vibrar, emocionarme, reír, llorar, reflexionar y comprobar que el arte siempre de los siempres será “el arte” y el hecho de que éste haya invadido también el “streaming” me parece fabuloso. ¡Cosas de la postmodernidad…!

Aquí el bien y el mal no luchan, únicamente se complementan como los movimientos cíclicos de una humana sinfonía de belleza angélico-diabólica que traspasa las líneas del amor, del odio, de la moral, de la ética, del equilibrio, de la cordura, y en definitiva: de la vida y la muerte. Las fronteras del Ser y del "deber ser" se diluyen y se ponen a disposición, el gusto y el criterio de cada espectador, que es libre de llegar a un consenso con  los  actantes o discrepar, depende de su idiosincracia y según su escala de valores.

Hacer de la desesperación un estallido psíquico al estilo de una suave marea que baña las playas del infierno,  pero en  medio de fosas  y  remolinos ocultos, que de repente se convierte en un pavoroso tsunami, no es más que un retrato de la naturaleza humana al estilo de los griegos como Sófocles, Eurípides y Esquilo; o de Shakespeare, Dostoievski y Balzac.

¡Imprescindible y altamente  adictiva…!

¡Corte y queda…! (Porque fue rodada en 35 mm).

MarcH de Malcriado

domingo, 11 de abril de 2021

HIROSHIMA MON AMOUR

 

HIROSHIMA MON AMOUR Salir del clóset no es tarea fácil para nadie, pero sacar del clóset algo que afuera morirá es otra cosa. “Elle” ―Emmanuelle Riva, mítica entre las actrices francesas―, está absolutamente enamorada de 3 hombres a la vez… © Argos Films / Como Films / Dajei Studios / Pathé Entertainment



HIROSHIMA MON AMOUR (Francia/ Japón, 1959, Dir. Alain Resnais) El título nos remite (dulcemente) a la devastación de la guerra, al triunfo relativo de los ganadores y al suplicio de los perdedores. ¿Pero, en realidad quiénes son los que “ganan” una guerra…? Las bombas atómicas que devastaron Hiroshima y Nagasaki marcaron el inicio del fin de la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico. Una hecatombe de semejantes dimensiones ha sido recordada por siempre y para siempre desde ese fatídico 1945, pero nunca antes y jamás después se volvió a rememorar de manera tan cruenta y artística, a través de una narrativa visual de belleza sin igual y un genial montaje. Eso es esta película, un canto de vida y de muerte.


Una actriz, la llamaremos “Elle/ ella” porque su personaje no tiene nombre (Emmanuelle Riva) se encuentra en Hiroshima porque fue a participar en un largometraje de coproducción internacional como propuesta y apología de la paz, como una campaña mundial para evitar que las guerras se repitan. Como si el arte pudiera hacer algo al respecto. No obstante el intento, todos los intentos son cosa loable. En el penúltimo día de su estancia, “Ella” ya lo ha conocido a Él, un joven arquitecto japonés (Eiji Okada) que habla perfecto francés. Ambos se relacionan en un affair de simbólica despedida, pues la joven regresará a París en unas horas. Pero la relación irá mucho más allá de lo efímero y puramente carnal, pues por vez primera ella abrirá su corazón para dejar salir un torrente de recuerdos secretos-cascadas, un total universo de dolor que ha contenido, y que la ha consumido durante muchísimos años.

Solamente Alain Resnais, junto a Marguerite Duras, pudieron convertir el horror en poesía, a manera de una transubstanciación de la realidad en una obra cinematográfica de altos vuelos. Considerada por muchos como la obra cumbre de la Nouvelle Vague (la nueva ola) del cine francés, Hiroshima Mon Amour es hermosa, desgarradora, existencial y brutalmente verídica… Eso de mezclar una conflagración mundial con la ruptura de los paradigmas del erotismo adolescente, y del adulterio, sin complejos de culpa es un logro artístico sin precedentes, que sin embargo, en manos del director francés y de la guionista parece algo poco complicado, pues Kinsey en los primeros años de la década de 1950 puso en la palestra el comportamiento sexual humano a través de  extensas investigaciones, su  estudio y su consecuente publicación. Algo  realmente  inimaginable  para la época. No obstante, nadie lo leyó. El cine en cambio, llega a todos lados y todos, pero todos, lo ven. Luego entonces, eros y la infidelidad cobran otras dimensiones, inclusive bastante generalizadas, y hasta lindas y deseables. Elle/ Ella ama a 3 hombres al mismo tiempo… ¿y qué…? Los celos no le sirven a nadie, ¡y son tan estúpidos…!



HIROSHIMA MON  AMOUR La confrontación  psicoanalítica  de las 2 más  fuertes pulsiones del  ser  humano: Eros y Tánatos. ¡Sencillamente extraordinaria…! © Argos Films / Como Films / Dajei Studios / Pathé Entertainment /Distribución: Cocinor



La guapísima mujer pareciera frágil y desorientada, perdida en un mundo que no es el suyo, pero es todo lo contrario. Encierra todo el misterio y el embrujo de una botellita de finísimo perfume pero muy intoxicante y corrosivo. Ella representa el sueño dorado, y rojo a la vez, de la mujer hermosa que aparece perfecta, pero que en realidad está atrapada y atormentada por sus sincrónicos amores. ¿Qué hacer entonces para transitar por las vías idóneas para conseguir su completa libertad…? Ella no había sido un alma libre hasta haberlo conocido a Él, en Hiroshima, él, ese que la observa anhelante, pleno de deseo; arrobado y enamorado, igual que como alguna vez fue vista allá en Nevers, en su primera juventud, y seguramente como también la mira su esposo, el ancla disolviéndose en el ácido de la ausencia, pero que la espera en París.


Desenterrar a los muertos no es tarea fácil para nadie ―hablando figurativamente claro―. Es un acto nefando, proscrito; pero en ciertos casos es necesario hacerlo para poder encarar la realidad y curarse el “mal de espanto”. Hay que atreverse a mirar sus ojos vivos-muertos-cósmicos y eternos, para despedirse, para dejarlos marchar a donde se tengan que ir. Al mismo tiempo, así nosotros también podríamos dirigirnos hacia nuestro propio destino, sin lastres, ¡sin ellos…!


Puedo asegurar que Hiroshima Mon Amour, tan calma y tan desesperada, a pesar de ser una producción casi olvidada ―cuyo guión fue escrito por la celebérrima escritora francesa Marguerite Duras―, y filmada en blanco y negro en 1959, es una de las películas más preciosas e impresionantes que yo haya visto sobre la liberación sexual, en serio. Seguramente, pronto la volveré a ver, por tercera vez (ya sé que anda por allí en DVD en una tienda del Centro Histórico de la CDMX), porque es un absoluto deleite y a la vez una fabulosa y terrible catarsis de principio a fin.

¡Corte y queda…!

MarcH de Malcriado

martes, 6 de abril de 2021

EL PADRE

 

EL PADRE El  duelo  de  actuaciones entre Colman y Hopkins es de altísimo  voltaje, pues ambos son histriones ya  oscareados. Nada  nos  sorprendería  que alguno de  ellos, o los 2,  se llevara  otro Óscar por  estos papeles que  parecieran  hechos a la medida.         © Trademark Films/ Cine@/ Embankment Films/ F Comme Film/ Film4 / Viewfinder/ Lions Gate UK/ Sonny Pictures Classics


EL PADRE (The  Father) UK/ Francia, 2020, Dir. Florian Zeller.

A  cierta  edad el  final  es muy  evidente, aun  en  una  persona saludable, pues  físicamente  el  deterioro es notable; y  en  muchas  ocasiones  la mente va  en  sincronía. Pareciera un  cuento  de horror,  pero nos acontece que  envejecemos a diario,  lo  vemos  a nuestro  alrededor. Si  tenemos  suerte,  todos envejeceremos para  cerrar un  ciclo divino. Si  nos  asomamos  al  espejo  éste nos  lo  grita. De  repente  un  día amanecemos viejos  y  decadentes. ¡Horror…!  Ya  vimos  ese  proceso  muchas  veces también  en  el  cine. La  película  más bella que  yo  recuerdo  sobre  este  asunto  es  Amour (Michael Haneke, 2013),  donde  la  pareja de la  anciana  ve  cómo  ella  se  va  extinguiendo poco a  poco.


La  vida  es  una  maravilla natural,  la  que  sea y  como  sea. Está usualmente  llena  de  color y  de  cosas  bellas y también  terribles, de lo justo y lo injusto. Sea  como  fuere,  el  precio hay  que  pagarlo  tarde  o  temprano… todos  sabemos  cuál es y  no  hay  escapatoria.


Otra historia  de algo tan   natural como el advenimiento de  la tercera edad  llegó  a la  pantalla grande hace  unos  días ―es increíble que  todavía  podamos  asistir  a las  salas de  cine, algo  de lo  que  me congratulo ampliamente―.  La amorosa y  paciente Anne (Olivia Colman) visita y cuida a  su octagenario padre Anthony (Anthony Hopkins), pero  por  ciertas  circunstancias ella pronto ya  no  podrá  hacerlo y comienza  a buscar otra cuidadora (la última fue despedida por  el mismo anciano). Más  bien, lo que  necesitan es una  dama de  compañía que pueda cumplir  cabalmente  con su difícil  tarea.

 

La  producción  es  sobria,  elegante,  contenida, muy  lejos  del  melodrama que  pudiera explotar otro  tipo  de  cinematografía  que  no  fuera  la inglesa.  El  duelo  de  actuaciones es  impresionante: tanto Colman cuanto  Hopkins  son histriones ya  oscareados. Nada  nos  sorprendería  que alguno de  ellos  se llevara  otro por  estos papeles que  parecieran  hechos a la medida. Particularmente  me  parece  que Miss Colman está asombrosa, como  siempre, su actuación  es tan  sutil y  tan  poderosa  como  el  batir  de  las  alas  de  un  colibrí. Hopkins,  por  supuesto,  también  está  soberbio,  desde El  silencio de los  inocentes (Jonathan Demme, 1991) nos  tiene de  boca  abierta. Esta  cinta  es un compendio de amor,  de  la  disolución  de la  realidad,  que nunca  sabemos  donde  comienza  y  donde  termina. La  temática y  su  tratamiento son  dignos  de un largo tratado  ontológico, que por  supuesto  no  voy  a desarrollar  en este sencillo  blog  de  cine.


Después  de  todo, en  gustos  se rompen  géneros y mi  cometido  solamente es externar  mi opinión sobre las  películas. Esta es  en  especial  un bocadillo  de  cardenal que no será un éxito de  taquilla,  sobre  todo  porque  los que  van  al  cine  generalmente  son  los jóvenes  y ellos  no  están interesados  en ver películas  de “viejitos”,  y  todavía peor: con  tanto  salto entre personajes, y en  el  tiempo ("que no se  entiende"),   y para  acabarla de  adornar con  “música clásica aburridísma”.  Me gusta  mucho la  ironía,  pero por  supuesto jamás llegaré  a los  niveles que esta impactante y brutal producción  logra poner  en  pantalla,  como  si  fuera  lo  más  sencillo del  mundo… Todavía  sigo impactado, de  veras.


El  soundtrack cuenta  con joyas únicas, de  esas  de repertorio que  solamente están  en  la  colección  de los conocedores, de los melómanos  más cultivados y exquisitos; no  hay  nada  pop ni  mucho  menos  esos  horrores que escuchan los millennials y  los  centennials y los bueno, mejor  me abstengo de  decirlo;  tal  vez  ellos  no  tienen la  culpa  de ser  jóvenes (condición  que se  les  curará  con  el  tiempo,  si  es que  tienen suerte, claro) en  esta época tan carente de  delicadeza, de belleza,  de  arte  de  verdad, en  síntesis: de tan pocas fulguraciones intelectuales.


Para  ver esta cinta, para  entenderla y disfrutarla realmente,  hay  que  tener más  de cincuenta  años. Los  demás mejor  absténganse… ¡con  la  pena!


¡Corte  y  queda…!

MarcH de Malcriado


lunes, 29 de marzo de 2021

ARTURO DE CÓRDOVA (1907-1973)

ARTURO DE  CÓRDOVA Ícono irrepetible del cine mexicano de  la  "Época de Oro". Aquí con "La Doña" en  La  diosa arrodillada. © Panamerican Films / Televisa (actualmente) 



ARTURO DE CÓRDOVA Hay muchas  biografías del galán  de  cine más  seductor de  la  “Época de  Oro del Cine Mexicano”, en  las  que  se  pueden  consultar múltiples  datos exactos sobre  sus orígenes, su carrera  como  locutor y sus primeras  películas, en suma su  filmografía  completa; pues llegó  a  filmar  alrededor  de 100 producciones,  tanto  en México  como  en Sudamérica  y en Hollywood. También  hay mucha  información  sobre  su vida  privada, ciertos rumores  y  chismes varios que  aderezan  y  alimentan  su leyenda. 


Su  apostura,  su distinguido porte y  su  voz  de  terciopelo  pronto le  abrieron  las  puertas  del mundillo  de la  farándula y finalmente,  del estrellato. En  nuestro  país tal  vez  no sea  lo  suficientemente valorado,  porque  hoy  en  día  no  hay  mes  en  que  no  se pase  al  aire alguno  de sus filmes. El  actor nacido en  Mérida, Yucatán, en 1907 u 8, nos  parece  tan  cotidiano en la  pantalla chica,  inclusive  en  streaming,  que no provoca ningún  alboroto. Sin  embargo,  Arturo  de Córdova es un verdadero ícono, ganador  de  3  Arieles en la  década  de  1950. Fue uno  de los  más  fabulosos dioses  de  celuloide que  haya  habido  jamás. 


La ausente, una extraordinaria película cuya reseña escribí por aquí hace ya algún tiempo… Como su hija "Rosita" Angélica María
© International Films / Televisa (actualmente)



No puedo decir que el histrión haya actuado junto a grandes figuras, porque en realidad, ellos, las “figuras”, fueron quienes tuvieron el privilegio de alternar con él. Si de Córdova hubiera sido italiano o francés, estaría a la altura ―o muy por encima― de las grandes celebridades como: Mastroianni, Rossano Brazzi, Raf Vallone o Jean Marais, a quienes francamente no les pedía nada.


Pero aunque  el  cine  mexicano siempre ha  figurado  entre los  primeros del  mundo, sencillamente  no puede  competir, en popularidad y  publicidad, con las  estrellas y  el  cine europeos  o de Hollywood. No  obstante, aun  sin  el  reconocimiento  que  se  merecería, lo tenemos con  nosotros,  nos  pertenece, como  parte  de la  gran  cultura cinematográfica que  tiene nuestro país,  que  habla  castellano y  que es a la  vez tan  absolutamente  continental.


La  presencia de  Arturo de Córdova hizo  de nuestro  cine  algo  todavía  más fulgurante. Nada  más hay  que  verlo en Medianoche (Tito Davison, 1949), en La  ausente (Julio Bracho, 1951),  El  esqueleto de  la  señora  Morales (Rogelio A. González, 1959) o  en la delirante Él, de Luis  Buñuel (1953). Todavía  no  he  visto todas su  cintas, y  la  verdad tampoco lo  pretendería,  porque ver  un  centenar  de largometrajes es una  tarea  titánica,  aparte  de  que  muchas no  están a la  venta,  no  las  pasan  por  televisión o pudieran estar perdidas. Con  las que  ya mencioné en  esta entrega, además  de otras 10 que  andan  por  allí y  que  me  gustan mucho,  son  suficientes  para admirarlo. Nunca me  canso  de verlo,  de  escucharlo,  de  soñar  con  ser él,  aunque  sea imaginariamente: siempre tan bien vestido, tan sofisticado, todo un dandy, encantador y seguro  de sí  mismo; pero  al  mismo  tiempo apasionado, atormentado, vulnerable  o completamente   loco…    


Él (Luis  Buñuel, 1953). Un  verdadero tour de force,  como  dirían  los  franceses,  cuenta  la  historia  del hombre más atormentado por  los  celos  desde Otello de Shakespeare. Estuvo nominada  a la  Palma de  Oro  en  Cannes por grandiosa, obsesiva,  patológica y maravillosa. Arturo  de Córdova transfigurado en… mejor  véanla. © Ultramar Films   


Aunque, después  de todo, y  como  él  diría: “No  tiene la  menor  importancia.”

¡Corte  y  queda…!

MarcH de  Malcriado


lunes, 22 de marzo de 2021

TÍVOLI

 

TÍVOLI Nunca  antes  se  habían filmado números  de burlesque en  el  cine  nacional,  así sin tapujos. Esta cinta  marca  el  debut cinematográfico de la reina  del estriptís en México,  la  monumental Lyn May.  © Corporación Nacional Cinematográfica (CONACINE) / Dasa Films, S.A. 



TÍVOLI (México, 1975, Dir. Alberto Isaac). Mucho antes de que apareciera el cine de ficheras como tal ―que catapultó como nunca antes la taquilla del decaído cine nacional de los años de 1970―, se filmó esta subvalorada y olvidada maravilla, en  la  que  aquél  se  inspiró,  definitivamente. Sus antecedentes se remontan al clásico cine de rumberas, que encumbró a aquellas leyendas y verdaderos mitos cinematográficos: Ninón, Rosa Carmina, María Antonieta y Tongolele, por citar sólo a las más memorables.

La muy "escandalosa" Tívoli es, en efecto, extraordinariamente atrevida, para su tiempo, pues aunque describe el mundo de la farándula con toda su magia y su miseria (nada  nuevo bajo  el  sol), nunca antes se habían filmado números de burlesque reales, sin tapujos y naturales. Semejante espectáculo estaba a cargo de su máxima representante en  esa época: la monumental Lyn May, que hacía de la desnudista "Eva Candela"; ya se imaginarán. Entre sketches también hay otros sexy números de "Lilí Manila" (la bellísima Gina Morett). Si esperan ver algo como Gipsy (Mervyn LeRoy, 1962), la historia de la primera stripper, se van a decepcionar mucho, porque esto sí es arte.

El argumento era lo de menos, o  por  lo  menos así parecía, pero no. Pues era la seria denuncia de la censura,  de la caída de los teatros de revista baratos y de barrio,  estilo  carpa; de los infructuosos intentos de las autoridades mañosas y corruptas, de acabar con la burla y el escarnio a su sistema de gobierno, a los políticos de medio pelo con ínfulas de emperadores. Además  de prohibir  los  atentados al pudor en  escena. Todos en contra también de la graciosa exposición de las vedettes, pequeños símbolos sexies, de un público ávido de admirar y fantasear con sencillos y lúbricos mini chóus de tercera, pero lo suficientemente excitantes como  para inspirar los solitarios goces onanísticos postreros, a escondidas de la esposa represiva, gorda y mojigata.

En la parte cómica está Alfonso Arau como el payaso “Tiliches”. Arau ya en ese tiempo era un multifacético actor, guionista y director. 

En realidad Arau era una discreta súper estrella de muy bajo perfil, pues siempre figuraba en el reparto de los mejores cineastas o dirigía cintas fabulosas: El águila descalza (de su autoría: A. Arau, 1971), Calzonzin inspector (A. Arau, 1973) y El rincón de las vírgenes (Alberto Issac, 1972). Más  tarde él mismo dirigió una de las mejores 100 películas mexicanas (y una de las 500 mejores del mundo): Como agua para chocolate (A. Arau, 1992) que le abrió las puertas de Hollywood. 

De "chistosos" también están Carmen Salinas (con las  peladeces a  las que  después tanto recurriría  para  sus  personajes de estilo "La Corcholata"), Pancho Córdova, Mario García "Harapos" y Armando Pascual.


LYN MAY La espectacular bailarina  exótica más famosa, tan joven y fresca en  Tívoli, que  ni  cuenta  se  daba de que ella sería una  de las  más fabulosas y míticas figuras  de la  escena  nocturna de  México.  Una  de  las  pocas  sobrevivientes  de  esos tiempos, que  se  han  ido para  siempre; ella da cuenta de  ello  en el  documental Bellas de noche (María José Cuevas, 2016). 



Es delicioso ver lo ingenua, joven y dulce que resultaba ser Miss May personificando a una femme fatale,  que  masca chicle. La Morett estaba hermosísima, como recién sacada de una película de Antonioni, así  de  exquisita, la  verdad. Pérez Prado toca su emblemático Bambo No. 8 en  el "Salón  Los  Ángeles",  antes  de  que  los  medios lo pusieran de moda años después, en  una  secuencia de  baile a lo "Resortes" increíble. Como los politequetes de opereta van José Carlos Ruíz y Héctor Ortega, que también demuestran su talento. Gran reparto.

Tal vez a muchos no les guste, porque el argumento aunque divertido tiene tintes de neorrealismo italiano. Cierto,  la historia es bastante sórdida. Sin embargo, los mexicanos, y lo demuestra nuestro cine, podemos reírnos de la  pura tristeza  y como  en  la  secuencia final―, con lágrimas en los ojos ver cómo nos quitan sin miramientos lo que nos pertenece,  lo  que  nos  da  la  identidad. 

¡Corte y queda…!

MarcH de Malcriado

jueves, 11 de marzo de 2021

LEONA

 

LEONA Es una película brutal y muy transgresora. Recomendabilísima para entender muchas cosas sobre ciertas minorías religiosas, pero a través de una bellísima historia. 
©
  Fosforescente / Terminal / Benucafilms / Menemsha Films




LEONA (México, 2018. Dir. Isaac Cherem) En esta semana reabrieron algunas salas cinematográficas en la CDMX, así que acudir a una sala de cine fue realmente una experiencia largamente añorada. Además, significó iniciar el año de cine con el pie derecho, veamos por qué.

Leona cuenta la historia de una joven judía de clase alta que se dedica a pintar murales donde se lo propongan, de hecho esta actividad que ni a su familia ni a su comunidad les gusta, pero la toleran porque la  consideran como una puntada juvenil pasajera mientras le llega su inexorable destino: casarse con el novio ―que ellos le escojan como el más adecuado― para seguir reproduciendo el opresivo modelo de sociedad tradicional que impone sus propias y estrictas reglas y leyes.

La desenfadada Ariela subida en una escalera decora una pared en la vía pública cuando un joven goi (no judío) la aborda, charlan un poco y después de algunas secuencias de salidas de cortejo muy fresas, por supuesto, terminan siendo novios. La relación es clandestina, porque Ariela (Naian González Norvind) sabe perfectamente que su noviazgo con Iván (Christian Vázquez) es algo absolutamente proscrito por su condición de niña bien y vehículo para seguir dando continuidad a ese estricto e inamovible modelo patriarcal.

El conflicto no se hace esperar y la bomba estalla. Familiares (entre los cuales destaca, como siempre, la espléndida Margarita Sanz como la abuela) y el resto de la comunidad, incluyendo al rabino, pegan el grito en el cielo.

Sin embargo, en vez de asistir a un desbordado melodrama mexicano,  como  era  de esperarse, vimos una cinta maravillosa, contenida y plena, a pesar del estridente tema que seguramente incomode a muchos. La dirección es prodigiosa, la fotografía de Diana Garay es excelente. Hay una escena en especial en la que retratan a esa bellísima nueva diosa del cine nacional, Naia González Norvind, como una verdadera y angélica aparición a contraluz que es de verdad fuera de este mundo. Ya habíamos visto a la Srita. González Norvind antes a todo esplendor en la tremenda y muy polémica Nuevo orden (revisar unas reseñas más atrás), así que su capacidad histriónica no es una sorpresa. Sin embargo, su actuación no tiene nada que ver entre estos 2 filmes y eso es muy notable para ser una chica tan joven. Ella recibió el premio a la Mejor Actriz en el Festival Internacional de Cine de Morelia en 2018. Esas son las figuras que necesitamos para seguir atrayendo público a las taquillas.

La manera como Ariela termina firmando su obra pictórica y la secuencia final quitan el aliento; esta última por su belleza plástica, por su significado, por su simbolismo y porque queda perfecta dentro del marco de todo este movimiento actual que ya saben… Esta película es una obra de arte, y agárrense, ¡tan   sólo es la opera prima del director Cherem…!

¡Corte y queda…!

MarcH de Malcriado