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La belleza y el éxito no dan la felicidad... |
SHAME (Deseos culpables). Reino Unido, 2011. Dir. Steve
McQueen. Esta película me recordó El Retrato de Dorian Gray, pero sin retrato. Porque allí hay mucha belleza, pero de ésa que tiene miedo, mucho miedo a crear lazos afectivos, a profundizar en el amor. También la culpa y las adicciones son los
ingredientes de esta película intimista, que a la vez es un gran fresco de gran parte de la sociedad urbana, postmoderna acostumbrada
a la satisfacción inmediata que les exige su vida materialista, sus necesidades sexuales, reales o ficticias, y donde todo lo que sí vale, lo importante, es lo que menos importa.
¿Qué tanto puede un ser humano ser esclavo de sí mismo, de sus
filias y parafilias…?, ¿qué tanto se puede amar a otro, más que a sí mismo…?
Bien vale la pena ver qué hace un exitoso y egocéntrico “yuppie”
(Michael Fassbender) cuando una frágil mujer (Carey Mulligan), regresa del
pasado para pedir tan sólo un poco de ternura, de comprensión, mientras
interpreta desde el fondo de su alma la versión más conmovedora de la canción New York, New York.
Terriblemente cruda, deslumbrante
y con actuaciones dignas de un premio. De hecho, Fassbender se llevó el de mejor actor en el Festival
de Venecia. ***
March de Malcriado.
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