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La cumbre escarlata es un delirio visual donde hasta lo feo es bello. Foto: © Legendary Pictures |
CRIMSON PEAK (La cumbre escarlata). EEUU, GB, 2015. Dir. Guillermo del Toro. Una novela gótica al más puro estilo del romanticismo —con todo lo que incluye—, y además, ¡de horror…!
Escenario: Un enorme palacio —en medio de la nada, claro—, con puertas que se abren y se cierran solas, pisos y paredes de madera que crujen, lamentos que se confunden con el ulular del viento, chimeneas que crepitan y (otras cosas que no les contaré)… y allí, en medio de todo eso, vive una misteriosa y perturbadora mujer que resguarda más secretos que el ama de llaves, Mrs. Danvers, de Rebecca (Hitchcock, 1940). ****
Todo eso a nadie importaría si no hubiera llegado a vivir allí una joven hermosa, ingenua y virginal, que se acaba de casar, en otro país, con el aristócrata dueño. Igualito que en la mencionada película clásica del “Mago del Suspenso”.
Aunque por supuesto eso tampoco nos importa, pues no hay nada nuevo bajo el sol. Lo que hace diferente a cada historia es la manera de contarla, y para ello Del Toro no tiene igual.
A veces la gran belleza de las imágenes es tan arrebatadora que se nos olvida que nos van a espantar, y para eso hemos pagado… No obstante, no hay en la película nada feo, inclusive ni lo feo. Entre tanta fastuosidad hay una escena de vals en un gran salón, que también me recordó otra joya, pero esa sí realmente “Made in London”, El príncipe y la corista (Laurence Olivier, 1957)***, cuando el Príncipe de Carpathia baila con la chica más bella que haya llegado a Inglaterra, Elsie Marina (Marilyn Monroe); muy a lo La cenicienta, con envidiosas y todo, muy Belle Epoque…
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La joven Edith (Mia Wasikowska), poco a poco descubre que en el Palacio de Crimson Peak nada es lo que parece. Foto: © Legendary Pictures |
Claro que hay truco, pues tanta ostentación visual, tanto barroco, sólo sirve de marco para esconder la espantosa morbidez del tema central. Que se nos va develando poco a poco, y a la protagonista también. Pero con lo que no se contaba es que la güerita Edith (Mia Wasikowska), la que está atrapada entre todo este espanto, de ingenua o de tonta no tiene nada. Muy por el contrario, es una mujer inteligentísima y muy cultivada, de hecho es escritora; sus únicos errores son estar profundamente enamorada de su fino, y muy atormentado marido, Thomas Sharpe (Tom Hiddleston), ser buena y tener poderes extrasensoriales.
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Preservar y cuidar un palacio con todo y sus hórridos secretos no es una tarea fácil. Vean cómo le hace Lady Lucille (Jessica Chastain siempre perfecta). Foto: © Legendary Pictures |
En cambio, el ama de llaves, Lady Lucille (Jessica Chastain g-r-a-n-d-i-o-s-a), es una especie de criatura fascinante y a la vez terrible, sin la cual el palacio de la Cumbre Escarlata, ya hubiera sucumbido hace mucho tiempo. A la llegada de la nueva señora Sharpe (ni modo), su señorío se ve amenazado (¿dónde he visto esto…?). Así que comienza a poner en práctica su “operación-deshazte-de-ella”. ¿Quién ganará…?
Aunque el final es previsible, no hay razón alguna para no disfrutar de este bárbaro banquete visual, de dirección e histriónico de primerísimo nivel. El mexicano Guillermo del Toro, creador de fantásticos mundos, se consolida cada vez más como un triunfador en Hollywood, como sus compatriotas Iñárritu y Cuarón. ¿Habrá un Óscar por allí para él el año que entra? Ya lo veremos. No se la pierdan. ¡Es excelente…!****
MarcH de Malcriado
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