lunes, 23 de septiembre de 2019

AMANTE FIEL

UN  HOMBRE  FIEL / AMANTE FIEL Casi siempre  se  le atribuye a  los hombres  ―mucho  más  que  a las  mujeres― el controvertido  pero  eterno  tema  de la infidelidad. Aquí  se  verá quién  es  quién…
© Why Not Productions / Canal+ / Ciné+ / Région Ile-de-France




UN HOMBRE FIEL / AMANTE FIEL / L’HOMME FIDÈLE Francia, 2018. Guión y dirección de Louis Garrel. “Mi amor, ¿tienes un minuto…? Quiero decirte algo: ¡estoy embarazada…!”. Esas son las líneas iniciales de Marianne (Laetitia Casta) en la primera secuencia de esta comedia romántica de lo más inteligente que se ha exhibido en las salas últimamente. Lo que es de llamar la atención es que el personaje central, sobre el que gira toda la trama, es Abel (Louis Garrel), un joven periodista que vive en el departamento de ella, en París. 


Casi siempre se le atribuye a los hombres ―mucho más que a las mujeres― el controvertido pero eterno tema de la infidelidad. 

El público masculino podemos identificarnos muy fácilmente con los sentimientos de ese hombre enamorado, devoto, sin el menor asomo de malicia ni deseos de venganza cuando se entera que ha dejado de ser amado,  y  todavía  peor, ¡absolutamente engañado...!  


El argumento es, en síntesis, la guía asertiva para aceptar la pérdida; hacia un nuevo modelo de masculinidad que parece estar demasiado lejos de nuestra realidad mexicana, que es de machos tan dados a tirarse a las escenas de celos, al drama, melodrama, chantaje y al estallido de ese machismo posesivo y primitivo que no conduce a nada excepto a perder mucho más rápidamente la consideración y el respeto de la pareja que ya se decidió a sacarlo de su vida. 



Hablar de frente, sin embustes ni triquiñuelas es de lo más difícil en las relaciones humanas, cuantimás si se trata de relaciones amorosas. Antes de plantearse la posibilidad de un enamoramiento con vías a establecer vínculos de pareja es raro reflexionar, preguntarse si se está listo para sobrellevar una relación con todo lo que ello implica. ¿Para qué quiero una pareja, qué tengo yo qué ofrecer, qué me ofrece a mí…? 

En una era en la que las relaciones hasta pueden escogerse entre los catálogos de aplicaciones cibernéticas “de ligue” hay esa nueva manera exprés de relacionarse a niveles muy subrepticios. Muchos se ilusionan antes de tiempo porque su soledad es muy  dolorosa,  y la necesidad  de  compañía amorosa es apremiante,  así se entregan sin pensar a la  primera  persona  que  les  guiña  el  ojo. Por el contrario, hay quienes mejor prefieren cuidar una mascota que a un ser humano porque  este requiere y demanda una serie de compromisos que les da flojera y en  definitiva optan por quedarse solos, quesque  muy contentos en una zona de confort ficticio pero bastante a la medida de sus deseos de evitar fatiga, no  tener que solucionar problemas, conflictos y adaptarse al complicadísimo otro. Si apenas pueden con ellos mismos. Porque el amor es dar y recibir concesiones, pero para dar hay que tener y a veces uno mismo, y el otro, no estamos seguros de lo que tenemos, o de que si lo que se tiene vale la pena… 



Ya me hubiera gustado ver que Karenin, el esposo abandonado de Anna Karénina de Tolstoi, hubiera aceptado como un cordero el engaño ―al estilo de Abel―, del que fue objeto en esa San Petersburgo decimonónica. Los tiempos han cambiado, ¡y de qué manera…! 

Esta es una producción francesa de una exquisitez deslumbrante. Lo tiene todo, hasta a la hija de Johnny Deep, Lily-Rose Deep que está muy prometedora y es un encanto de chouchou, y por eso ha durado tanto tiempo en la cartelera de la "Cineteca Nacional" (en CDMX), mucho más que cualquiera de las cintas que actualmente abarrotan los complejos cinematográficos que más que cines son expendios de combos de dulces, hot-dogs, palomitas y refrescos… 

¡Corte y queda…! 

MarcH de Malcriado

sábado, 14 de septiembre de 2019


HABÍA UNA VEZ EN HOLLYWOOD Es un cuento, es un gran homenaje mágico a toda una época, con toda su significación, su esplendor y su horror...
© Columbia Pictures / Sony Pictures Releasing




HABÍA UNA VEZ EN HOLLYWOOD (ONCE UPON A TIME IN HOLLYWOOD) EE.UU., 2109. Guión, producción  y dirección: Quentin Tarantino.


Regresar cinematográficamente a una gran metrópoli de 1969 se dice muy fácilmente, pero recrear la ciudad entera, con el tránsito de esa época, los automóviles, la música, el vestuario y todo eso de lo que se encargan los directores de arte es una maravilla. Ya lo hizo Alfonso Cuarón con la Ciudad de México, antes llamado el D.F., en Roma (México, 2108); ahora le tocó a Tarantino hacerlo con   Los Ángeles,  donde  creció, y declaró que  esta  había  sido  su  propia  "Roma". Ambos directores lo hicieron magistralmente para enmarcar sus historias llenas de amor y nostalgia. 



La era hippie de la flor, el a go-gó, la psicodelia, la experimentación con nuevas drogas y la cosmogonía del desencanto explotan en un filme íntimo, pero a la vez espectacular. La arrolladora industria del entretenimiento televisivo ya se había extendido hasta los estudios de cine de Hollywood, que tendían a desaparecer, así como ya se había ido aquel star-system que había encumbrado ídolos inconmensurables. 


Esta es la historia de Rick Dalton (Leonardo DiCaprio) un actor de televisión que inicia lentamente su decadencia acompañado del stuntman o doble Cliff Booth (Brad Pitt) que también es su protegido, chofer, asistente y su íntimo amigo. 

Entre  rodaje y  rodaje un día Dalton se da cuenta de que los vecinos que llegaron a la casa de junto,  al  final de la  privada Cielo  Drive, son nada menos que el exitoso director polaco Roman Polansky y su bella esposa, la estrella en ascenso Sharon Tate (Margot Robbie). Si él llegara a relacionarse con la famosa pareja tal vez su destino podría cambiar… 

Hace cincuenta años, precisamente en agosto de 1969, hubo un crimen en California que sacudió al mundo entero, tanto por lo inesperado cuanto por lo gratuito. Integrantes de la llamada “Familia Manson” irrumpieron en una mansión de Bel Air y asesinaron salvajemente a 4 personas, de hecho a 5, si se toma en cuenta que una de las 2 mujeres (de tan sólo 26 años) contaba con un embarazo de 8 meses y medio. El niño se llamaría Paul Richard y estaba programado para nacer en unas dos semanas más… 

Tarantino, en el fondo, arma una película alrededor de tan trágico evento, imbricando en el guión sus recuerdos, los antecedentes de personajes reales con los ficticios. El retrato del fin de una década, de una época en la que lo dorado se comenzó a deslavar, es asombroso, pues vemos Los Ángeles tal cual era, enorme, impersonal, llena de contrastes, con sus freeways de 12 carriles casi vacíos (algo ahora impensable), sus colinas y esas zonas suburbanas donde hay unas máquinas que extraen petróleo. Paradójicamente, esa ciudad que es la “Meca del Cine”, la que alberga las “fábricas de sueños”, es bastante fea en general, inclusive “desangelada”. Sin embargo, es una ciudad símbolo que aglutina, pese a sus grandes distancias ―o su cercanía―, lo más sórdido con el glamour más absoluto. 

DiCaprio,  Pitt y Robbie son la  más  reciente  trinidad  del paraíso  Tarantino, ellos  3 desde  hace  mucho ya eran monstruos  de  celuloide y ahora Tarantino  los  magnifica todavía  más para  que electrifiquen con  su deslumbrante  presencia  un argumento  extraordinario. Un  cuento mágico que  va  más  allá del  cine,  pero  dentro  del  cine,  o  como  dirían  los  expertos: el  cine  visto por  el  cine. Un  sueño dentro  de  otro  sueño,  que  al  despertar  se   atomiza como  la  nube  de veneno que  tenemos  que  respirar,  ¡la  realidad,  la terrible y  devastadora  realidad...!

La texana Sharon Tate había sido modelo y actriz de televisión en los primeros años de 1960. Poco a poco había ido construyendo una carrera en el cine. Todavía no era una estrella de primera magnitud, pero era una de las más bellas,  fotogénicas  y prometedoras de  Hollywood. La  secuencia  en  la  que  se  mete  a verse en  un  cine  de  Brentwood es sencillamente genial; la desmitifica y  la  hace  real,  cercana, pero  al  mismo  tiempo la deidifica. Una  extraña  criatura de la  que  todos  decían  que  era un  ser  encantador,  dentro  y  fuera  del  set. Roman Polansky la había dirigido previamente en Europa,  en aquella exitosa cinta The Fearless Vampire Killers/ La danza de los vampiros (EE.UU.-G.B., 1967). Entre  otras  cintas  de menor  importancia, también había obtenido ya un papel en la mítica Valley of the Dolls/ El valle de las muñecas (Mark Robson, 1967), basada en el famosísimo libro de Jacqueline Susan.   Si  pueden, por  favor vean las  dos,  porque la  primera  es singular (yo  la  ví  cuando  era  niño y la  belleza  de  Tate ―como  una  núbil pelirroja― me  impactó  mucho  más  que  la  del  símbolo sexy del  momento,     Raquel  Welch), y  la  segunda  es  una  película  de  culto. 


MARGOT ROBBIE COMO SHARON TATE Uno de los papeles más fascinantes que una actriz haya interpretado de otra actriz. El parecido es asombroso y su actuación es perfecta y deliciosa. © Columbia Pictures / Sony Pictures Releasing


En enero de 1968 el director polaco se casó con ella. Polansky hubiera querido a Sharon como la protagonista de El bebé de Rosemary (EE.UU., 1968), su primera producción en Estados Unidos, pero por ética profesional no la pidió y Mia Farrow se quedó con el papel. Quien sabe qué hubiera sucedido si Tate hubiera actuado en ese papel… 

Quien sabe si en aquella noche del 9 de agosto de 1969 Bruce Lee hubiera asistido a la reunión de Sharon Tate en Bel Air con sus amigos, pues él la había entrenado con clases de defensa personal para su papel en Las demoledoras/ The Wrecking Crew (Phil Karlson, 1968), y también había sido invitado, ¡pero no pudo ir…! 

¡Corte y queda…! 

MarcH de Malcriado

martes, 10 de septiembre de 2019

IT 2


IT 2 Esta es la  secuela de  una  película  de horror realmente  inolvidable.  A ustedes les tocará  decidir  cuál  de las  dos  es la  mejor…  
© New Line Cinema / Warner Bros. Pictures



IT CHAPTER TWO (It: Capítulo 2) Dir. Andrés Muschietti, EE.UU., 2019.

La segunda parte de esta espeluznante novela de Stephen King en  manos  del  guionista Gary Dauberman y  Jeffrey Jurgensen, y  dirigida  otra  vez  por Muschietti,  es un divertimento total, pues de  sobra sabemos a lo que vamos,  aunque  la  magia  del  espanto  de la  primera vez se  diluye un  poco,  o bastante  porque ya vimos quien  es y  cuál es el modus operandi de “Eso”―.  Sin  embargo, el payasito bailarín Pennywise, con su mirada y su sonrisita seductoramente diabólica, todavía nos sigue dando harto  miedo. Igualmente ya nos habíamos identificado, de una u otra manera, con alguno de los 7 integrantes del “Club de los Perdedores”, tan inocentemente naturales y entrañables;  tan  parecidos  a cualquiera  de nosotros. 


Ya han pasado veintisiete años y todos ellos ahora son adultos en los albores de la madurez, si bien su personalidad sigue incólume; los abundantes flashbacks hacen mucho más comprensible la trama si es que no se ha visto la primera parte ―lo cual dudo muchísimo―, pero hay que  aclararlo. 



En el pueblo de Derry,  en  el  alejado estado  de  Maine,  comienzan  a suceder aquellas extrañas desapariciones otra vez, y Mike Hanlon (Isaiah Mustafa), que es el único que se quedó a vivir allí, tiene que llamar a sus compañeros de infancia para que  regresen a cumplir con aquel pacto que  hicieron para tratar de destruir al monstruo cuando  estuviera  de vuelta. Pennywise ha regresado todavía más terrible, con mucho más odio,  más fuerzas, ¡y hambre…! 



Se dice que esta es la película en la que más litros de sangre se han utilizado, y de repente están  allí frente  a  nosotros, en una secuencia literalmente la  mar de escabrosa. Pero en contraste, también hay otras  secuencias menos  escalofriantes. Inclusive, dentro  de  lo  posible, hay una muy dulce en la que Pennywise atrae a una víctima inesperada que persigue a una luciérnaga en la oscuridad. Todos sabemos que una vez que el payaso embauca a alguien nada ni nadie lo va a detener para cometer su hórrido crimen. La tensión lograda por el director es inenarrable. 



Tampoco pueden faltar muchos de los elementos del género, como los sustos inesperados y las manidas secuencias de eterna búsqueda, de  no  se  sabe  qué, en la oscuridad de los pasillos con lámpara en mano, cuando el peligro es inminente… 




Jessica Chastain como  Beverly. Ella ofrece  en  esta entrega una  actuación  verdaderamente soberbia,  otra  más  de las  muchas  a  las  que  nos  tiene  acostumbrados. © New Line Cinema / Warner Bros. Pictures





La actuación de Jessica Chastain como Beverly Marsh es de lo mejor de la película, pues como la excelente actriz que  es, lo mismo hace a una rubia marilynesca como la  de The Help/ Vidas  cruzadas (2011), que a una malvada y misteriosa bruja, como en La cumbre escarlata de Guillermo del Toro (2016);  además de ser  uno de los rostros más hermosos de Hollywood. El finísimo personaje de “Bev”, de  niña  y  ya de  adulta, le da una profundidad insospechada  a toda la  pavorosa situación,  tanto a  la de su vida  real (que  es  verdaderamente  dramática)  cuanto a la  sobrenatural,  que  comparada con  su  realidad en  casa paradójicamente bien  pudiera  ser  mucho  menos  amenazante  ―desde  la  primera parte―.  Por  supuesto es en  esta  segunda donde su fortaleza le otorgará  la necesaria cohesión y  empuje a su dubitativo grupo de  amigos, pues se  van a tener que  enfrentar al ente más poderoso y terrorífico de esta etapa, y probablemente de varias décadas por venir,  nunca  se  sabe... 



En una época de superhéroes invencibles envueltos en trajes espectaculares, con gran  alarde de  superpoderes y, por si fuera poco, más guapos que los ángeles, se agradece ver a un grupo de hombres comunes y  corrientes, llenos de debilidades y temores, que pese a todo se unen para intentar destruir a la fuerza del mal; que paradójicamente en parte proviene de ellos mismos. Porque el bien y el mal proceden de la misma naturaleza humana, sólo el libre albedrío de cada quien le indicará el camino a seguir, si el correcto o el incorrecto. Así, la base de todas las historias del mundo son los valores de cada uno, su propia ética; y aquí cada personaje la manejará de forma diferente. Por eso It llega a extremos insospechados, rebasando la línea de las simples películas de horror, porque entre muchas otras sorpresas incluye ciertos momentos que resultan inusitadamente tristes y que  ponen  de  manifiesto algunas  injusticias y  otras  miserias      humanas.  No  obstante, e  increiblemente,  también hay situaciones bastante hilarantes, tanto que logran desconcertar al público lo suficiente como  para que  también se ría de vez en cuando y pueda descansar un poco de la gran tensión nerviosa que le provocan las montruosidades de Pennywise (otra  vez el excelente actor sueco Bill Skarsgard) en  persona o a través de sus múltiples tranfiguraciones. 



It, tanto la primera de 2017, como la 2, ya forman parte de la iconografía del cine, inclusive desde antes, con la primera versión filmada para la televisión (It, Tommy Lee Wallace, 1990) con el genial Tim Curry como protagonista, que asimismo fue terrorífica y muy famosa en su momento. Si pueden igualmente véanla, no se arrepentirán. Aunque si ven un globo rojo flotando cerca de ustedes mejor no lo sigan… 

¡Corte y queda…!

MarcH de Malcriado

sábado, 7 de septiembre de 2019

COMO SI  FUERA  LA  PRIMERA  VEZ  Simpática propuesta para pasar  el  rato,  es  buena  si  lo  que  deseamos  es refrescarnos y  sacudirnos  de  tantas películas de problemática sin  fin,  violencia  y  vulgaridad. Claro  que tiene errores,  como  todas  las  producciones,  pero muchos  más  aciertos.
© Videocine  




COMO SI FUERA LA PRIMERA VEZ Dirección de Mauricio T. Valle, México-Rep. Dominicana, 2019. Esto es un remake nacional de los mismos productores de la primera versión estadounidense, 50 First Dates (Peter Segal, 2004) con Adam Sandler y Drew Barrymore, que yo no he visto todavía. Así que para mí esta es la primera vez que veo esta historia en cine.


Luci (Ximena Romo) desayuna en la cafetería de un resort de playa cuando llega Diego (Vadhir Derbez) y queda prendado de ella. Él se le acerca e inicia una cinta al estilo boy meets girl. Al día siguiente el biólogo marino, que siempre huele a pescado, se acerca de nuevo a la linda chica, pero ella lo manda a freír espárragos; a pesar de sentirse un poco decepcionado ella  le  interesa  tanto no se dará por vencido. 

El asunto, bastante lento al principio, parece bobalicón, pero cuando nos enteramos que Luci es una personalidad “de excepción”, como le llaman los psiquiatras y los psicólogos a cierto tipo de pacientes, la cosa empieza a ponerse menos tediosa. Pese a que Vadhir Derbez es una joven promesa del cine mexicano su trayectoria ya llevaba un buen tiempo en series de televisión, unas 4 obras de teatro y varias cintas muy divertidas, de las cuales ya reseñé antes en este blog Dulce familia (2019) y El tamaño sí importa (2016); también lo vimos en Cómo ser un latin lover (2017) al lado de su padre Eugenio Derbez. 

En otra película mexicana (ya les diré cuál) y que reseñaré en estos días, vimos un día previo a Ximena Romo, una talentosa actriz que me parece muy bonita y con gran carisma; ella tampoco es una debutante, pues lleva en su haber 12 películas, de las cuales hemos visto 2: Todos quieren a alguien (2017) y La vida inmoral de la pareja ideal (2016). 

De Mauricio T. Valle, el director, es la 3ª cinta que vemos, también les debo la reseña de las otras 2… En esta, aunque no desmerece, se encargó de una puesta en pantalla totalmente diferente a ese su estilo intimista y hasta maravillosamente claustrofóbico que es a lo que nos acostumbró; pues se aleja totalmente del género de cine de autor, que es lo suyo. Sin embargo, hay un buen manejo de varias cosas: el atinado soundtrack, bastante dosificado por cierto, las actuaciones secundarias, excepto la de Alejandro Camacho sorpresivamente regular ―cosa rara porque él suele ser excelso en su oficio―, y me consta su trabajo en teatro porque lo ví hace como 30 años en Hay una luz sobre la cama de Torcuato Luca de Tena en el dificilísimo escenario del Polyforum y recientemente (este año, 2019) en Los mosqueteros del rey de Manuel González Gil. Pero en fin, prosigo, la fotografía es muy lucidora por esas inmaculadas tomas panorámicas, esos cielos abiertos de belleza tropical que enmarcan un idilio que en la tercera y última parte (la resolución) increíblemente nos lleva a ese suspiro de emoción al estilo de “¡Ay, qué bonito…!”, finalidad de este tipo de cine sin complicaciones y dominguero tan disfrutable; y más con un jumbo-refresco, palomitas y “agarrada de mano” con tu amor… 

¡Corte y queda…! 

MarcH de Malcriado

jueves, 29 de agosto de 2019

ROCKETMAN

ROCKETMAN Es una biopicture tan gloriosa como el personaje a quien le rinde homenaje.
© Paramount Pictures




ROCKETMAN G.B. 2019. Dir. Dexter Fletcher. Narra la biografía de un chiquillo hipertalentoso que toca el piano, pero a su familia realmente eso no le importa, y pareciera que tampoco nada que le acontezca; quizás, para deshacerse de él unas horas su madre lo lleva a  la ”Royal Academy of Music” de Londres donde  se  hace  acreedor  a  una  beca. El talento y la disciplina harán del apocado niño alguien todavía más especial, pues evidentemente está bastante acomplejado por la falta de atención de sus padres y por su peculiar manera de expresarse en un mundo donde ser común es la regla,  bajo  pena  de  "no  ser  amado  como  debe  ser". Pero él estaba destinado para ser todo menos ordinario. 



ROCKETMAN No sabemos por qué Elton John (Taron  Egerton), evidentemente enojado, recorre un larguísimo pasillo enfundado en este traje.
© Paramount Pictures



En la  primera  secuencia entra a escena caminando, en una toma de cámara subjetiva, un iracundo tipo espectacularmente disfrazado de diablo, se nota que está absolutamente lleno de rabia, pero no se trata de cualquier diablo, ¡es Elton John…!


Comienza la historia: El tímido Reginald Dwight con los años habrá de convertirse en una de las estrellas del pop-rock más fantásticas del mundo. No creo que haya nadie que no haya escuchado su exitosa música a través de tantas décadas. Pues se trata de canciones entrañables que estuvieron en las listas del hit-parade durante años, de manera intermitente. 

A pesar de no ser una película tan grandilocuente como su referente más inmediato: Bohemian Raphsody (Bryan Singer, 2018) su sencillez permite que sea un relato más íntimo, más conmovedor; mucho más cercano a la realidad, a pesar de su tratamiento como un  musical onírico con un tono a veces convenientemente fársico. 

Los personajes de semejante calibre no pueden ser, sentir ni comportarse como el  resto, como la gente común. Todo en los  artistas singulares pareciera ser exagerado; por eso su vida parece una farsa, pero no lo es. Así es su propia y única manera de estar en el mundo, no tienen escapatoria, como bien lo diría Heidegger. Es entonces que en medio de su excepcionalidad se da la poiesis, su creación,  su  arte. Los genios siempre han fascinado al mundo, recordad la figura de Mozart en Amadeus (Milos Forman, 1984). 

Así  desfila  en  pantalla toda una  colección de peculiaridades, frustraciones, alegrías, alianzas  amistosas, rupturas,  desencuentros, la  primera  audición,  el  contrato  las  giras y  todo  lo  que  es  parte  de la  vida  artística. Cuenta  con  muy buena  fotografía,  excelente guión y la soberbia  actuación de  Taron  Egerton.  Además,  tiene el plus  de un  soundtrack a prueba  de  escépticos,  increíblemente  interpretado  por el  fantástico Egerton (de  seguro lo  veremos  en  las  nominaciones  al  Óscar  de  2020). Si  no  son  fans  de Sir  Elton  John,  después  de  ver esta  cinta muy  probablemente terminarán  siéndolo.      
¡Catártica de principio a fin…! 

¡Corte y queda…! 

MarcH de Malcriado

viernes, 23 de agosto de 2019

LA COMEZÓN  DEL  SÉPTIMO  AÑO Es una  comedia que  dejó la  huella  indeleble  de una  de  las  personalidades   más icónicas  del  siglo XX. Bravo  por  Billy  Wilder.
© 20th Century  Fox




LA COMEZÓN DEL SÉPTIMO AÑO (The Seven Year Itch) EE.UU. Dir. Billy Wilder, 1955. Llega el verano con su intensa ola de calor y las consabidas vacaciones; casi todas las familias se separan del padre por algunas semanas porque los maridos tienen que quedarse en la ciudad para seguir en el trabajo. Así, el editor Richard Sherman (Tom Ewell) regresa de la estación del tren muy contento, con ganas de disfrutar de la paz de su departamento, sin la presencia del niño latoso y de la esposa controladora y mandona. Al fin, después de muchos meses, se siente libre y está dispuesto a hacer todo lo que le pegue la gana, sin las presiones domésticas del matriarcado. Pero su tranquilidad durará muy poco, porque cuando se dispone a relajarse tocan el timbre. Así conoce a “la chica” (Marilyn Monroe) que rentó el departamento de arriba y que no podía abrir.


Un incidente en la terraza le permite invitarla a tomar una copa. Se prepara para recibirla en un ambiente muy propicio para el cortejo y la seducción. Comienza a fantasear con ella. Imagina que la chica bajará transformada en una despampanante femme fatale, atravesando el umbral de su puerta como toda una vamp, envuelta en  una nube de humo y perfume, a lo Marlene Dietrich… Preludio a ser esclavo del deseo. 



Pero la joven resulta ser una ingenua provinciana bastante boba a quien lo único que le interesa es disfrutar del aire acondicionado de Sherman. 



Marilyn no tiene nombre en la película, porque ella es todas las chicas y ninguna. Le gusta la champaña, pero con papas fritas; pero sobre todo, se siente muy segura en casa de un hombre que es casado, porque así: "Ya no podrá pedirme matrimonio"...
© 20th Century Fox




Ella, a pesar de ser una rubia espectacular, da la impresión de que lo último en lo que piensa es en el sexo. Modelo publicitaria de televisión, “la chica” (no tiene nombre en la trama) es la clásica “rubia tonta” que encarna el sueño erótico del hombre promedio. Es la personificación del ideal femenino: joven, hermosa y disponible. La opulencia de su cuerpo contrasta con su mente infantiloide. Parece que hasta para un tipo sin nada especial, y por cierto bastante mediocre, como Sherman, no será una "presa" difícil. 

Sin embargo, la moral, los prejuicios y el sentimiento de culpa entrarán en juego hasta que pase lo que tiene que pasar… 

Se dice que cuando algo se desea en demasía, cuando finalmente se obtiene deja de interesar. Los años de 1950 fueron una era en la que las teorías psicoanalíticas y los estudios sobre la sexualidad humana, como el Reporte Kinsey, comenzaron a ser difundidos en las librerías y en las revistas. Así, aunadas al cine, aparecieron nuevas visiones sobre los patrones de la conducta de las mayorías. La construcción del mundo se comenzó a diseñar de manera distinta. No obstante, todo lo que estaba prohibido, mal visto o era inmoral, se seguía practicando como  siempre, pero de manera clandestina.


La secuencia en la que los protagonistas salen del cine "Trans Lux" fue rodada en la locación real, lo que atrajo a infinidad de curiosos. Nadie se imaginaba lo que verían después...


El director austrohúngaro asentado en Hollywood, Billy Wilder, bien conocido por algunas películas de contenido muy crítico y ácido (recordad Sunset Boulevard, 1950) y a veces bastante subversivas (Una Eva y dos Adanes, 1959), tenía en las manos un guión extraordinario, un actor de excepción (Ewell) y a la más grande bomba sexual del cine desde Jean Harlow (Monroe). Pero de igual manera también tenía encima a la Legión de la Decencia y las restricciones del Código Hays (1930-1967) que prohibían tratar, y mostrar, temas o situaciones que atentaran contra la sagrada institución del matrimonio, la familia, el decoro y otras “cosillas”. ¿Cómo resolver entonces el problema de un marido queriendo seducir a la mujer más sexy de EE.UU.? 


Marilyn Monroe, vestida así y con esa actitud, paradójicamente representó a la "mujer blanca"; aquella que es inocente y por lo tanto no representa ninguna amenaza, ni para los hombres ni para las mujeres. 


La ya de por  sí muy célebre Marilyn Monroe con esta producción de la 20th Century Fox pasó de ser la estrella más sensacional de  Hollywood  a ser un verdadero icono cinematográfico mundial, tan imperecedero como Chaplin, cuando tuvo que actuar parada en tacones altísimos sobre el respiradero del metro de  Nueva  York en la escena de la falda voladora. Entre tomas, los  publicistas le  pidieron a Marilyn que posara también para las cámaras fotográficas. Alrededor de la locación había un auténtico tumulto cuyos silbidos y gran alboroto llenaron de rabia al ex beisbolista Joe DiMaggio, su celoso esposo en aquel entonces, que se había aparecido por allí para ver la filmación. Antes de que ella se diera cuenta él se marchó furioso. Esa secuencia representaba una oportunidad única, otra vez sería una Venus haciendo gala de sí misma ―la primera fue cuando se desnudó sobre aquel lienzo de 8 metros de terciopelo rojo para el calendario “Golden Dreams” unos 5 años antes―.



LA TENTACIÓN VIVE ARRIBA Fue como intitularon en España esta película. Creo que bastante atinadamente. A la Monroe se le conocía como el más grande símbolo sexy, pero con estas tomas rebasó con mucho ese título y se convirtió en todo un icono. 
© Sam Shaw



Poseída por un frenesí delirante, ella y Wilder llevaron a un plano de realidad el sueño de todo mundo en "Cinemascope" y en los vibrantes colores "De Luxe". Los hombres siempre quieren ver lo que las faldas cubren: una par de lindas piernas y, si se puede, las pantaletas. Por el otro lado, las mujeres quieren verse hermosas, deseadas y admiradas, pero sin parecer lascivas. 


Las diosas de cine siempre fueron representadas como un poderoso atractivo para publicitar las películas. Pero en el caso de la Monroe el asunto tomaba dimensiones delirantes; sobre
todo, porque su personaje no aparecía en la cinta tal como lo mostraba este anuncio espectacular.

La publicidad entera se basó en esa singular secuencia. Muy a pesar de la gran decepción del público voyeur que quería verle los calzones a la actriz más  sexy del  mundo  ―porque las tomas usadas finalmente en la película no fueron las que mostraban las fotografías―, la cinta fue un éxito sin precedentes. Aunque por allí circula un metraje amateur de 8mm en blanco y negro donde sí se puede observar, pero muy de lejos, el glorioso momento: Marilyn en éxtasis con la falda levantada.



La falda de Marilyn al elevarse revelaba mucho más allá de lo que hasta entonces se había visto en el cine. En el montaje final, las tomas en full-shot no se utilizaron. Pero hay material amateur que capturó esos momentos.

Los valores de  la  cinta son,  además  de  los  evidentes,   que  pone de  manifiesto que  la  sexualidad del  macho  humano es  inamovible (desde  la primera  secuencia),  que gran  parte  del  discurso que lo  rige es ese  deseo del que Schopenhauer tanto  recelaba  pero  que  es  absolutamente inherente a  la  naturaleza misma. El  "deseo"  de la  naturaleza  es que cada  especie tiene  que perpetuarse  a sí  misma a  toda  costa. A tal  fenómeno, a  nivel  humano, poco  le importa  si  los que  se  juntan  para  la  procreación, y  su  eterna infinidad  de  ensayos,  para  lograrlo alcanzan la  felicidad o  no.  La  mayoría  de las  veces el  resultado,  como  diría  el  agudo filósofo  alemán,  es absolutamente amargo  y  frustrante. Quienes  refuten esa idea nada  más  vean  en este  filme que las  fantasías de  Sherman son  mucho  más excitantes que  su triste  realidad; y  que su  máxima ensoñación,  la  de  poder tener  a la  mujer  más fabulosa  del  mundo, se estrella  en  mil  pedazos al  darse  cuenta  de  que  esa  súper  mujer no  es  más  que una  diosa mitológica,  producto  del inconsciente,  por  cierto  bastante  insensato, de una  civilización  cuya  imaginación construye una  y  otra  vez el  paradigma  de Eros.    

Después  de todo,  me pregunto  qué  hubiera  sido de esa  película  sin  esa archiconocida secuencia. 

¡Corte  y  queda...!

MarcH de  Malcriado

lunes, 12 de agosto de 2019

EL CUENTO  DE LAS  COMADREJAS  Un  excelente  ejemplo de cine latinoamericano que  está  a  la  altura  de  las expectativas  del  cinéfilo  internacional más  exigente.  


EL CUENTO DE LAS COMADREJAS  Argentina y España, 2109. Guión y dirección de Juan José Campanella.

¿Cómo serían Dolores, María o  la Garbo si estuvieran recluidas en una mansión lejos de todo, y de todos, y de repente llegaran unos fans a perturbar su paz y sacarlas del olvido?, ¿y  sí además alguna de  esas  reinas de celuloide  estuvieran acompañadas por el director y el guionista de sus películas…?

Aquí tenemos una gran comedia de humor más negro que el negro del cine negro en blanco y negro, ¡pero en color…!

Las actuaciones son de un soberbio que enchina la piel. La encantadora Graciela Borges es la otrora estrella de cine Mara Ordaz, una diva de antaño que  vive con Pedro de Córdova, su marido (Luis Brandoni), con el director Norberto Imbert (Óscar Martínez) y, por  si  fuera poco,  con el guionista Martín Saravia (Marcos Mundstock).  El argumento es una maravilla,  pues hace flotar en  la  pantalla un suspenso muy efectivo, muy  al estilo de Alfred Hitchcock.

El fenómeno de la fama, que suele ser siempre tan efímera como efímera es la juventud, se rememora en  la  vida de  estos  personajes como una película lejana cuyos ecos se magnifican en su recuerdo mientras más envejecen...

Los jóvenes de hoy son fuertes, impetuosos, arriesgados, y tan atrevidos como su astucia se los permita; igual que éramos quienes ya lo fuimos ayer. Sin embargo, hay una máxima que dice: “La juventud es una enfermedad que se cura con los años”. Nada más cierto, pero hay que ser viejo para entenderlo plenamente.

El oficio de un director de cine es darle coherencia temporo espacial a la acción que marca todo guión; debe saber cómo mover a los personajes en el momento preciso para lograr el efecto que él desea; manejar bien  o  no las piezas en un juego de ajedrez lleva a ganar o a perder el juego. En  la  trama el experimentado Norberto Imbert está acostumbrado al “encanto” de las actrices, sobre todo a su poder de seducción. Cuando la misteriosa y bellísima Bárbara (Clara Otamendi) entra en escena se ponen en juego las acciones que provocarán la fortísima tensión de todas las secuencias que compartan. La  audacia juvenil y la sabiduría del anciano se enfrentan aquí de una manera subyugante.

En contraste total se hayan la diva Ordaz con el aprendiz de seductor, Francisco Gourmand (Nicolás Francella), cuyas situaciones y diálogos son muy chispeantes, y hasta tristemente gozosos.

Esta cinta dirigida por el oscareado Campanella es un remake de Los muchachos de antes no usaban arsénico (José Martínez Suárez, 1976).

Del único “pero” que tengo no estoy muy seguro. Es que el soundratck es de canciones increíbles y clásicas, pero todas en inglés; habiendo en castellano un mar de éxitos de todos los tiempos. Tal vez se pensó en las audiencias internacionales, que están mil veces más familiarizadas con Sinatra que con Gardel, Pedro Vargas o Guty Cárdenas… en realidad no tiene tanta importancia.

Si desean pasar 129 minutos navegando a lo largo de un plácido río de ácido ―en el que el arrojo de la juventud quiere imponerse a la sabiduría de los viejos―, no se la pierdan. Al final del recorrido, la estrepitosa caída en la catarata sólo aniquilará a los más indefensos… 


Recomendabilísima.

¡Corte y queda…!

MarcH de Malcriado